Hace unos pocos minutos que he colgado el teléfono, me ha llamado Lanti desde Creta para darme las gracias por el escrito de ayer, dice que ha sido como una sorpresa de verano que no esperaba y que está encantada.
En esos instantes, añade, que se está preparando para ir a la playa y que no quiere llegar tarde (allí llevan una hora de adelanto en el reloj) por el calor infernal de estos días. Ha comentado que hace más que aquí en El Puerto porque está más al sur. Diciéndome que su pueblo, Matala, está en el paralelo 34 por encima de la línea del ecuador, algo así como a la altura de Rabat o Casablanca.
Cuenta que hoy va a la playa de sus sueños infantiles en la que mirando al horizonte del Mediterráneo imaginaba que por allí iba navegando la flota de Alejandro Magno a la caza de barcos piratas o camino de nuevas conquistas. Sobre esto también me ha relatado una pequeña anécdota, con su moraleja, que cuentan a los niños de Creta.
Se dice que llevaron preso ante el gran Alejandro a un capitán pirata que había sido capturado. El poderoso Alejandro le reprochó su conducta en los mares y el hombre contestó:
─A mí me llaman “pirata” porque soy un pobre desgraciado que sólo tengo un barco. Si tuviese toda una escuadra y un ejercito me llamarían “conquistador”.
Alejandro quedó impresionado por la respuesta y perdonó la vida de aquel pirata cretense.
También me ha hablado más respecto al origen de su nombre, dice haber descubierto que cabe la posibilidad de ascendencia celta. Por lo visto ha averiguado que en algunas lenguas célticas como el gales vulgar y el gaélico, tienen un extenso historial de uso de términos con el prefijo “Lant─” que significa algo así como recinto sagrado o iglesia. Incluso existe la palabra “Lantigern” que se refiere a un santo del siglo V. Ella considera que cabe la posibilidad de que “Lantíaca” sea un derivado de ese nombre céltico, aunque le rondan muchas dudas porque las evidencias son muy limitadas y el contexto cultural de Creta no proporciona ninguna pista sobre el origen.
Después, casi atragantada de la risa, me cuenta que un primo suyo ─hijo de una hermana de su padre─ tiene otra teoría que, supuestamente, oyó una vez a su madre narrar. En esa nueva historia se sugiere que el origen del nombre “Lantíaca” es español, pero no le ha querido explicar nada más y está muy intrigada.
Seguro que otro día se lo cuenta. Se va a la playa corriendo...