domingo, 9 de julio de 2023

¿Hablaba con Bukowsky? (5)

 

      ¿Por qué hará esa locura de estar siempre en esa esquina? ¿Se trata de una excentricidad como cualquier otra? ¿Es un punto de vista singular?

      Hoy no pienso ir a visitarlo, el sol quema demasiado; la calle arde. No sé cómo puede resistirlo, es un misterio para mí. Quisiera preguntarle, pero aún no me atrevo, temo que se pueda molestar; aunque no tiene pinta de molestarse con nada ni por nada. Debe ser un estoico de primera división.

      ¿Está a la espera? Pero, ¿a la espera de qué?

      Repasé “Pulp” y encontré algo sobre la espera que llamó mi atención, era una cosa así: “Esperamos y esperamos. Todos. ¿No sabría el psiquiatra que esperar es una de las cosas que vuelve loca a la gente? La gente espera toda la vida. Esperan vivir, esperan morir”. (He variado un poco la frase, con intención de encajarla mejor, perdónenme).

      ¿Qué me diría Juanai de esa frase de Bukowsky? Casi puedo adivinar que respondería: “¡Ah, la espera! Ese es un acto que consume la existencia humana”.

---------------

      Fui a verle a las nueve, aún había claridad pero el calor había disminuido bastante.

      Sin demasiados preámbulos le pregunté:

      ─¿Qué te ha llevado a este mundo de la espera interminable?

      Se quedó pensando un rato. Hizo un chasquido raro con la boca y dijo:

      ─Me he convertido en un espectador de la vida, esperando que algo grandioso ocurra, algo que dé sentido a mi existencia. Pero, en cambio, solo encuentro desilusión y angustia; la angustia es una vieja compañera.

      ─Pero tu sabes que la vida no es más que una serie de decepciones y momentos efímeros. ¿Esperar que algo externo nos salve? Eso es una locura en sí misma, ¿no te parece?

      Ahora me miro directamente a los ojos y dijo:

      ─Mira, amigo, la vida es como un mal trago que tragamos hasta el final. Pero en medio de la desesperación y el sufrimiento, existe una pequeña chispa de belleza. A veces intento enfocarme en las pequeñas cosas, las experiencias intensas y las emociones auténticas. Trato de darles vida. Eso es lo más cercano a encontrar sentido en este desorden.

      ─¿No crees que el mundo necesita más almas valientes dispuestas a romper las cadenas de la espera?

      ─Entiendo tus palabras, amigo mío. Quizás la búsqueda de un propósito definitivo es una ilusión. Tal vez debería aceptar la espera y encontrar consuelo en las palabras que circulan y fluyen por mi mente.

      ─¿No hay algo más en esta vida que solo esperar? ¿No hay una forma de escapar de esta agonía y encontrar un sentido real?

      ─La angustia de la espera, es una compañera incómoda. Pero déjame decirte una cosa, amigo: la vida no es algo que se encuentra al final de la espera. No hay una recompensa garantizada al final del camino. La vida está sucediendo ahora mismo, en cada instante.

      Estaba un poco agotado, costaba entender todo aquello que Juanai decía. No sé, parecía que estaba hablando con el propio Bukowsky.

     Salí de allí a paso lento pensando que el mundo necesita más almas valientes dispuestas a romper las cadenas de la espera. Sí, exacto.

     Sentí un ligero temblor... Sería el relente que venía del mar.

jueves, 6 de julio de 2023

La vida y los problemas; los problemas de la vida (4)

 

      Pensé que hoy no podría ir a mi charla diaria con Juanai, esta mañana me abrumó un problema que exigía una resolución inmediata, si la solución no era rápida y sin consecuencias, no podría disfrutar de mi rato de ocio conversando con el loco, pero no tan loco, Juanai.

      En realidad no existía ningún obstáculo para dialogar con él, Juanai estaría en su esquina, dentro de dos horas, dentro de tres o dentro de cuatro; igual da. En último término mañana o pasado le vería.

      ¿Tendría móvil? Tuve la intención enviarle un 'guasap', pero recordé que en ningún instante de las conversaciones anteriores le había visto un dispositivo telefónico y si lo tuviese, tampoco tengo su número. Además no me pega nada, no le veo con un artefacto de esos.

      Se me ocurre que un día de éstos tendré que interrogarle sobre la tecnología.

-------------

      No he podido acercarme a la esquina hasta un poco más de las siete de la tarde. Allí estaba, se había colocado en la parte de acera por la que le soplaba un poco de Poniente y, por supuesto, a la sombra.

      Me recibió con una pregunta:

      ─¿Problemas hoy?

      ─Sí, un problema me ha impedido venir esta mañana ─le respondí.

      ─¿Sabes que Bukowski decía que la definición de la vida se resume en una sola palabra: problemas?

      ─Sí, conozco la frase. Vida y problemas componen un binomio.

      Le pregunté si tenía móvil y agitó la cabeza de lado a lado para decir no. Después añadió:

      ─¡Ah, los problemas!... Los problemas son esos obstáculos que nos acechan y nos desafían constantemente. Parece que la vida misma está compuesta por una serie interminable de problemas que debemos resolver. Los problemas nos acosan desde el momento en que nacemos hasta nuestro último aliento. Pero, ¿no crees que también son oportunidades para crecer y aprender?

       Cogió de una pequeña mochila que tenía en un escalón de la puerta de la vivienda próxima y sacó de ella una botellita de plástico que parecía contener agua fresca. Me la ofreció con un gesto y negué con la cabeza. Tomó un trago largo y después siguió hablando:

      ─De alguna manera los problemas son la esencia misma del crecimiento humano. A través de ellos, nos enfrentamos a nuestras limitaciones, descubrimos nuestra fuerza interior y aprendemos valiosas lecciones. Son las adversidades las que nos moldean y nos permiten evolucionar como seres humanos.

      ─A veces, esos problemas pueden resultar abrumadores. ¿Cómo encontrar alguna inspiración para hacer alguna cosa incluso cuando uno está atrapado en medio de ellos?

      ─Con mucha frecuencia la inspiración, amigo mío, surge precisamente de esos momentos de angustia y lucha. Es en medio de los problemas en los que encontramos la voz más auténtica y cruda. En esos instantes, escribir, por ejemplo, se convierte en una forma de liberación, una manera de darle sentido al caos y de encontrar belleza en medio de la desesperación.

      Pensé un poco y luego le respondí:

      ─Esa capacidad de encontrar belleza en la oscuridad es algo que admiro de la obra de Bukowski. ¿Crees que los problemas nos definen como seres humanos?

      Se apoyó en la pared, miró al tejado del edificio de enfrente y contestó:

      ─No podemos negar que los problemas tienen un impacto significativo en nuestras vidas. Pero más que definirnos, son nuestras reacciones ante ellos las que revelan nuestra verdadera naturaleza. La forma en que enfrentamos los problemas, la resiliencia que mostramos y la voluntad de seguir adelante a pesar de todo, eso es lo que nos define como seres humanos.

      ─Sí, creo que sí. Aunque no sé si Bukowsky estaría muy de acuerdo con esto. Los problemas son el combustible que impulsa nuestro crecimiento y nuestra evolución. Son las piedras en el camino que nos desafían a superar nuestros propios límites. Aunque a veces parezcan abrumadores, son una parte intrínseca de la experiencia humana y debemos abrazarlos como oportunidades para ser mejores ─dije convencido.

      Sonrió ampliamente y contestó:

      ─Sí Bukowski estuviese aquí nos mandaría a hacer gárgaras, él era un cínico desde el punto de vista de las cuatro acepciones del diccionario. Bueno, nos diría palabras aún más gruesas.

      Reí también y añadí:

      ─Sí, los problemas pueden ser duros, pero también pueden ser los impulsores de nuestra grandeza. Hay que seguir escribiendo, seguir luchando y nunca dejar que los problemas nos detengan en nuestro camino hacia la autenticidad, ¿no?

      ─Sí, quizás. Posiblemente eso sea lo bonito...

      Tuve la impresión de que no lo decía muy convencido; no sé.

miércoles, 5 de julio de 2023

La risa balsámica (3)

 

      El último párrafo que leí consciente fue: «Maté cuatro moscas mientras esperaba. Maldita sea, la muerte está en todas partes. Ni hombres, ni pájaros, ni fieras, ni reptiles, ni roedores, ni insectos, ni peces, ninguno tenía una oportunidad. El final estaba fijado. No sabía qué hacer. Me empecé a deprimir. Ya saben, veo al dependiente del supermercado metiendo en la bolsa lo que he comprado y a continuación le veo metiéndose en su propia tumba junto con el papel higiénico, la cerveza y las pechugas de pollo». Ahí me quedé dormido.

      Estuve leyendo “Pulp”, un enredo impresionante de Bukowsky. Creo que es la última novela que escribió en la que se combinan humor, tragedia, lo real y lo surrealista. Un extraño homenaje al género denominado “literatura pulp” de mediados del pasado siglo. No obstante poco puedo decir, todavía voy por la página 66.

      En realidad buscaba una frase para iniciar la conversación de hoy con Juanai. Al despertar la encontré en otra de sus obras: «A veces sales de la cama en la mañana y piensas que no lo podrás lograr, pero te ríes por dentro porque recuerdas todas las veces que te has sentido de esa forma».

      Cuando me encontré en su esquina con él se la dije, sin ni siquiera darle los buenos días.

      ─Oye, Juanai, a veces sales de la cama en la mañana y piensas que no lo podrás lograr, pero te ríes por dentro porque recuerdas todas las veces que te has sentido de esa forma.

      ─Esa sensación, mi amigo, es el motor de la vida ─dijo riendo. Esas mañanas en las que todo parece imposible son las que te recuerdan que estás vivo, que estás dispuesto a enfrentarte a los desafíos que se te presenten.

      ─¿Sabes que es una frase de Bukowski?, ¿no?

      ─Claro que sí.

      ─Es curioso cómo la duda y el miedo pueden ser nuestros compañeros más constantes. ¿No crees que a veces se convierten en nuestros peores enemigos?

      Se quedó mirando a lo largo de la calle, había como un conflicto entre dos conductores y la fila de coches se iba engrosando hasta casi llegar a la esquina de Juanai.

      ─Sin duda. La duda y el miedo son como sombras que nos persiguen a lo largo de nuestras vidas. Pero, paradójicamente, también son fuentes de fortaleza. A través de esos momentos de incertidumbre, nos encontramos a nosotros mismos, descubrimos nuestra resistencia y aprendemos a reírnos de nuestros propios miedos.

      ─¿Tú crees que la risa es la clave para superar esos momentos de duda?

      ─La risa, mi amigo, es una poderosa arma contra la adversidad. Reírnos de nuestras propias debilidades y miedos nos libera de su control. Nos permite enfrentar los desafíos con una perspectiva diferente, con un sentido de valentía y desafío. La risa nos recuerda que, a pesar de todas las veces que hemos sentido que no lo podríamos lograr, hemos seguido adelante y hemos sobrevivido.

      Y comenzó a reír, aunque pienso que la risa le salía un tanto forzada. Cuando acabó con sus carcajadas de ficción le dije:

      ─Entonces, ¿la risa es una especie de rebelión contra nuestras propias limitaciones?

      ─Exactamente. La risa es una forma de rebelión contra nuestras propias limitaciones y contra las expectativas impuestas por el mundo. Nos permite desafiar las circunstancias, encontrar belleza en medio de la oscuridad y seguir adelante incluso cuando todo parece estar en nuestra contra.

      Un poco intrigado le pregunté:

      ─¿Cuál crees que es la clave para mantener ese sentido del humor?

      ─La clave, mi amigo, es no tomarse a uno mismo ni a la vida demasiado en serio. Aprender a reírse de uno mismo, de nuestras fallas y fracasos, nos permite abrazar la humanidad en su totalidad. El humor es una forma de aceptación y de liberación. Nos ayuda a encontrar consuelo y a seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros.

      Se tomó un respiro y luego añadió:

      ─Recuerda, amigo, que el humor y la capacidad de reírnos de nosotros mismos son poderosas herramientas para enfrentar los desafíos de la vida. Hay que seguir riendo, seguir luchando y nunca rendirnos...

lunes, 3 de julio de 2023

El hombre de la esquina (2)

 

      Aquella mañana me levanté un poco obsesionado con el hombre de la esquina, con Juanai el loco. Desayuné con bastante prisa, me fui a buscarlo y allí le encontré, incólume. Nos saludamos y me senté en la acera apoyando mi espalda en la desconchada pared. Permanecimos en silencio unos tres minutos.

      Después él se sentó a mi lado. Las pocas personas que por allí pasaban nos miraban con recelo, imaginé que pensaban: “¡Otro loco!”.

      Mirando a la pared de enfrente le pregunté:

      ─Oye, Juanai, ¿has pensado alguna vez en cómo las palabras bonitas, al igual que las mujeres bonitas, se arrugan y mueren?

      Hizo un amago de silbido que no llegó a concretar y dijo:

      ─Ah, qué pregunta interesante. Sí, he pasado muchas noches en vela reflexionando sobre ello. Las palabras bonitas, al igual que las mujeres bonitas, pueden cautivar y seducir, pero al final, están destinadas a marchitarse y perder su brillo. Por cierto, la pregunta que me haces es también una frase de Bukowsky.

      Confirmé la procedencia de la frase y añadí:

      ─Es una lástima, ¿no crees? Parece que la belleza, ya sea en las palabras o en las mujeres, es efímera y fugaz. ¿Qué opinas al respecto?

      Juanai siempre habla entre grandes pausas, es como si se relamiese en sus propios pensamientos.

      ─Bueno, mi amigo, la belleza es solo una ilusión temporal. Al igual que las palabras bonitas que una vez encantaron, las mujeres bonitas también envejecen y se enfrentan a las arrugas del tiempo. Pero eso no significa que no haya una belleza duradera en ellas.

      Ahora pasó por delante de nosotros una señora que nos miró con extrañeza haciendo un gesto con los labios y la boca.

      De nuevo le ataqué con una pregunta:

      ─¿A qué te refieres con una belleza duradera?

      Pienso que debo acostumbrarme a sus enormes pausas. Al cabo de unos interminables momentos me dijo:

      ─Creo que la belleza que perdura no está en la apariencia externa, sino en las experiencias de vida, en las cicatrices y en la profundidad de las emociones. Esas mujeres que han pasado por situaciones difíciles, que han amado y han sido amadas, que han sentido la tristeza y la alegría en su máxima expresión, llevan una belleza que no se desvanece con los años.

      Me pareció una bonita respuesta y le respondí de inmediato:

      ─Interesante perspectiva, Juanai. Entonces, ¿crees que lo mismo se aplica a las palabras?

      ─Definitivamente. Las palabras que han sido escritas desde las entrañas, las palabras que expresan los verdaderos sentimientos y las experiencias vividas, esas palabras no se arrugan y mueren. Permanecen como testigos de la vida y la pasión que las generó.

      La pregunta me surgió de inmediato:

      ─Entonces, ¿cuál es el propósito de escribir palabras bonitas si están destinadas a desvanecerse?

      ─Quizás es que el propósito de escribir palabras bonitas no es conservar su belleza eternamente, sino capturar momentos de verdad, de emoción y de humanidad. A través de esas palabras, podemos encontrar consuelo, comprensión y conexión con otros seres humanos. Aunque las palabras bonitas se desvanezcan, su impacto en los corazones y las mentes de quienes las leen puede perdurar.

      Estar sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared y las piernas replegadas no era cómodo y opté por ponerme de pie. Mientras lo hacía le dije:

      ─Opino que esa es una visión poderosa. Me has dado mucho en qué pensar. Tal vez, al aceptar la fugacidad de la belleza, podemos encontrar un nuevo significado en las palabras y en las mujeres que va más allá de su apariencia efímera.

      También él se levantó del suelo:

      ─Así es, amigo mío. La vida es un constante fluir de experiencias, y es en ese flujo donde encontramos la verdadera belleza. Las palabras y las mujeres pueden desvanecerse, pero lo que importa es cómo las vivimos y cómo dejamos una huella en el mundo mientras estamos aquí.

      Pensé que quizá era un buen momento para marcharme y dije:

      ─Gracias, Juanai. Ha sido un placer tener esta conversación contigo.

      Y muy cortés contestó él:

      ─El placer ha sido mío. Recuerda, amigo, que en la brevedad de la belleza hay una eternidad de significado y que las palabras, al igual que las mujeres, tienen el poder de transformarnos.

domingo, 2 de julio de 2023

Los que no enloquecen nunca (1)

 

      ¿Le veis? Está allí, al sol, de pie apoyado en la esquina. Únicamente desaparece cuando llueve o el cielo está muy gris. Está tan tranquilo, como todo el pueblo donde la monotonía es el pan de cada día. Los habitantes parecen atrapados en una rutina inmutable, seres de vidas predecibles y aburridas. Él, a pesar de su estática posición, es la única persona del lugar que parece viva.

      Cuando pasaba por allí solíamos conversar un rato, nunca me dijo su nombre pero la gente le decía el loco y, a veces, Juanai. Era conocido por su excentricidad y su actitud desenfrenada ante la vida, cosa que me parecía muy rara porque yo siempre le veía muy quieto. Tenía una sonrisa perenne en el rostro y una chispa en los ojos. Sin embargo, los demás parecían marchitar sus días en la rutina. La gente lo miraba con recelo y susurraba palabras de desaprobación cuando pasaba por allí. Pero Juanai no se inmutaba; simplemente seguía disfrutando de la libertad que su mente le brindaba.

      Un día, un grupo de vecinos envalentonado, discutieron acaloradamente ─allí delante─ sobre su supuesta "locura". Al escuchar sus comentarios Juanai se rió y dijo: "¡Qué vida tan horrible deben tener aquellos que nunca enloquecen!".

      Días después me lo contó riendo y le comenté que esa frase era de un famoso escritor americano.

      ─Lo sé, es de Charles Bukowsky ─dijo.

      Con cierta cautela le pregunté:

      ─¿Por que lanzaste esa frase?

      Hizo una pequeña pausa, y contestó:

      ─Algunas personas no enloquecen nunca y llevan vidas horribles. Te doy un buen consejo: no permitas que eso te suceda. Abraza la locura, el caos y la libertad. Vive con pasión, con intensidad y sin arrepentimientos. No te preocupes por el juicio de los demás, ya que la verdadera felicidad radica en vivir auténticamente, sin importar lo que piensen los demás. Así que, cuando te encuentres en medio del tedio y la rutina, detente un momento y pregúntate: ¿estoy realmente viviendo o solo estoy sobreviviendo? Si la respuesta es la segunda opción, entonces es hora de abrazar la locura y transformar tu vida en una obra maestra. Debemos atrevernos a ser diferentes, a abrazar pasiones y a seguir nuestros sueños más salvajes. A veces, la vida nos golpea con fuerza y nos desafía de maneras inimaginables. Pero son precisamente esos momentos de caos y locura los que nos revelan nuestra fuerza interior y nos permiten crecer. ¿No?

      ─Bueno, sí ─no sé si mis palabras salieron con la suficiente convicción─. Quizás la verdadera locura sea conformarse con una vida monótona y predecible. Y aquellas personas que nunca enloquecen, que nunca se permiten salir de su zona de confort, son las que realmente llevan una existencia triste y tediosa.

      Juanai prosiguió:

      ─Sí. Así que, no temas enloquecer de vez en cuando. Salta a lo desconocido, busca nuevas experiencias y haz de tu vida una obra de arte llena de momentos vibrantes y emocionantes. Recuerda que solo tenemos una vida para vivir y sería un desperdicio no aprovecharla al máximo. No te dejes atrapar por las cadenas de la normalidad y el conformismo. Rompe los límites, desafía las expectativas y descubre quién eres realmente.

      Después de un corto silencio añadió:

      ─Puede que el camino hacia la locura sea incierto y a veces aterrador, pero también es el camino hacia la autenticidad y la plenitud. Creo que eso es lo quería decir Bukowsky. No hay que tener miedo a enfrentarnos con nuestros miedos, de arriesgarnos y explorar territorios desconocidos. A lo mejor, en la locura, encontramos el verdadero yo, librados de ataduras de la sociedad y de expectativas impuestas.

      Juanai me había descolocado, me fui pensando en no hay que temer enloquecer de vez en cuando y saltar a lo desconocido, buscar nuevas experiencias y hacer de nuestra vida una obra maestra llena de momentos vibrantes y emocionantes. Quizás debamos recordar a diario que solo tenemos una vida y que sería un crimen no aprovecharla al máximo.

      ¿Nos hemos dejado atrapar por las cadenas de la normalidad y el conformismo? Rompamos los límites, desafiemos las expectativas...

      Ni Juanai, ni Bukowsky, me dejaron dormir bien aquella noche.