lunes, 29 de mayo de 2023

¿Y tú qué quieres ser de mayor?

 

      A los niños siempre se les pregunta: ¿Qué quieres ser de mayor? En estos tiempos el espectro de respuestas ha cambiado mucho, antes las más corrientes eran bombero, futbolista, torero e, incluso, cura. En estos tiempos hay mucha más amplitud. Hace unos días interrogué a mi nieta pequeña al respecto:

      ─¿Tú que quieres ser cuando seas una niña grande?

      Me miró unos segundos con ojos de sorpresa, como de extrañeza ante mi ignorancia de sus cosas y deseos:

      ─¿No lo sabes? Quiero ser influencer y youtuber. Bueno, también me gusta ser cajera de Aldi y famosa en Tik-Tok.

      Me quedé callado reflexionando, no sabía qué explicarle, quizás le podría haber dicho que lo de ser famosa no es una panacea, y que en la vida, incluso las personas más populares no están libres de tener detractores y críticos. También podría hablarle respecto a que la diversidad de intereses y personalidades entre la gente hace que resulte imposible agradar a todos aquellos que nos rodean. Posiblemente le tendría que aclarar que si nuestra meta es ganarnos el afecto de todos, estamos destinados a sufrir una gran decepción.

      Después debería exponerle que la clave para consolidar nuestras relaciones con los demás radica en convertirnos en personas de carácter, íntegras, rectas y éticas. Y que al adoptar un código de conducta sólido, es probable que aquellos que no compartan nuestros valores se alejen, pero a cambio seremos respetados por todos aquellos que nos conocen. Al final, el respeto propio se convierte en algo más valioso que la mera fama.

      Pensé que sería muy importante hacerle entender que cada persona tiene sus propias perspectivas y preferencias. Nuestras diferencias son lo que nos hace únicos y, por lo tanto, es natural que no todos nos aprecien o se sientan atraídos hacia nosotros. En lugar de intentar cambiar para agradar a todos, debemos centrarnos en ser auténticos y genuinos en nuestra forma de ser.

      ¿Cómo explicarle que la popularidad es efímera y puede basarse en aspectos superficiales y volátiles?

      Posiblemente sería más sencillo decirle que, si optamos por ser amables y considerados en nuestras relaciones con los demás, es posible que no lleguemos a caerles bien, pero les resultará imposible sentir aversión hacia nosotros.

      También le podría hacer comprender que es importante ser amable y considerado y que eso no significa que debamos sacrificar nuestros principios o comprometer nuestra integridad. Decirle que podemos expresar nuestras opiniones y defender nuestros valores de manera respetuosa, sin imponerlos a los demás. Y que al actuar de esta manera, transmitimos una imagen coherente y confiable, lo cual generará respeto y admiración en aquellos que nos rodean y que el respeto propio es el resultado de una autenticidad arraigada en nuestros principios fundamentales.

      Quizás le debería sumar a todo lo dicho que el respeto propio nos brinda una sensación de satisfacción interna y tranquilidad, ya que nos conocemos y valoramos a nosotros mismos. Cuando nos respetamos a nosotros mismos, somos menos susceptibles a las opiniones y críticas negativas de los demás. La búsqueda de la popularidad a toda costa nos deja en una posición vulnerable, siempre dependiendo de la aprobación externa para nuestra felicidad y autoestima.

      Después me arrellané en sillón tomando distancia del teclado, pero pronto regresé a él y añadí hablando solo:

      ─¿No nos deberíamos repetir estas palabras también los mayores?

lunes, 22 de mayo de 2023

Voy a comprar una luz colorada

 

      Me arrimé a la ventana para ver cómo estaba el día, los pronósticos no suelen acertar mucho con esta zona y en los últimos días no dan ni una. Está nublado y gris, feo, pero no parece que vaya a llover.

      La temperatura es buena aunque tengo fríos los pies. Voy a ponerme unos calcetines.

      Regreso a la ventana, no he dormido bien hoy; me pasa desde aquellos encierros del Covid. Suelo despertar tres o cuatro veces en la noche ─la próstata también tiene algo que ver con eso─ y permanezco bastante tiempo dándole vueltas a la vida (Bueno... realmente es la vida la que me da las vueltas a mí). Pienso en eso de que todos creemos que tenemos un don especial para algo, aunque rara vez averiguamos cuál es ese don infinito. Y también en que tenemos una capacidad para comunicarnos de manera única que nos sirve para ir mejorando el mundo. No sé...

      ¿Cuál es ahora mi inspiración? ¿Es posible que sea un sueño olvidado?, ¿o uno al que he empezado a renunciar?

      Trato de imaginar un sueño y conjeturar cómo sería la vida si ese sueño se hiciese realidad. Quizás debo permitirme soñar ─y reflexionar─ sobre lo que realmente deseo para lo que me resta de vida.

      Pasó entonces un coche que iba bastante lento; una luz roja del mismo lanzó un potente destello. La breve exposición a la luz roja me llevo a pensar que ─posiblemente─ si antes de ir a la cama por la noche encendiese una luz roja en la habitación podría ser beneficioso para tener un sueño reparador.

      Irrumpió en ese instante mi alma de físico, y empecé a rumiar sobre el hecho de que la luz roja tiene una longitud de onda más larga que la luz azul y la blanca y es menos estimulante para el cerebro. La luz clara, de contenido azulado, puede suprimir la producción de melatonina, la hormona del sueño.

      Compraré un luz colorada. Muy probablemente, al disminuir la exposición a la luz azul y utilizar luces coloraditas y suaves en la noche, pueda incitar al cerebro a promover una mejor calidad del sueño.

      Reí, con una pizca de sarcasmo. No quiero que después de leer esto nadie salga corriendo a comprar luces rojas para dormir. Únicamente se trata de una hipótesis mirando a la calle a través de la ventana. Todos somos muy diferentes y pueden existir otros factores que también influyan en la calidad del sueño.

      Un ruido fuerte me hizo mirar a la parte derecha de la calle, una racha de viento de Levante había tirado al suelo unos cuantos carteles con las caras risueñas de los candidatos que nos proponen la paz, la felicidad... y los buenos sueños.

martes, 16 de mayo de 2023

Las tareas de mi nieto

       Eran algo así como las ocho de la tarde y veo una llamada perdida en el móvil, era de mi nieto Carlos. Lo llamé de inmediato para ver qué quería:

      ─Acabo de ver que me has llamado, ¿qué tal va todo?

      ─Abuelo, estoy un poco agobiado me han puesto una cosa de tarea y no tengo ni idea de cómo cogerla, ¿me ayudas?

      ─¡Por supuesto! ─exclamé─. ¿De qué se trata?

      ─La señorita nos ha mandado a hacer un comentario breve de algún cuadro que no sea un bodegón de frutas.

      Hice un gesto extraño frente a la pantalla del móvil y le pregunté:

      ─¿Y eso?... ¿Por qué?

      ─Es que nos dado un ejemplo de cómo hacer un comentario de un bodegón y no quiere que lo copiemos y hagamos todos lo mismo, más o menos.

      ─¡A ver que me sitúe! ¿Qué cuadro os dado? ¿Me lo puedes enviar por WhatsApp para que lo vea?

      ─Vale.

      (Lo recibí en cinco segundos, creo que ya me lo tenía preparado)

      Volví a preguntar:

      ─¿Y cuál ha sido el comentario del ejemplo que os ha dado?

      ─Te lo mando ahora.

      Lo recibí aún en menos tiempo, quizás tres segundos. Decía lo siguiente:

"Esta pintura de un bodegón de frutas muestra una composición muy bien equilibrada y un uso hábil del color. Me encanta cómo el artista logró darle una sensación realista a la fruta mientras que la iluminación crea un ambiente de luz natural. En general, creo que esta es una pintura muy hermosa que transmite una sensación de serenidad y tranquilidad."

      Después de leer las pocas palabras, le volví a preguntar:

      ─¿Tienes ya pensado el cuadro que vas a comentar? Te aconsejo que sea un paisaje. Será más fácil para ti.

      ─Sí, ya lo tengo pensado, un paisaje de Van Gogh, pero ¿cómo lo hago?

      ─Mira, te voy a dar unos pasos que puedes seguir. Y el primero es que observes la obra que has elegido con mucho detenimiento. Emplea por lo menos cinco minutos en examinar la pintura y fíjate bien en todos los detalles, líneas, formas y colores que componen la pintura.

      Impaciente, añadió:

      ─¿Y después?

      ─Después intenta describir la imagen. Comienza por dar una pincelada breve de lo que ves en la pintura, incluyendo los elementos que más llaman tu atención. Por ejemplo, puedes decir algo así como "Esta pintura muestra una figura humana sentada en un paisaje montañoso con una expresión de tristeza en su rostro".

      ─¿Y ya está terminado?

      ─No. No quieras ir tan deprisa. Ahora puedes comentar la técnica del artista. Debes observar cómo el artista utilizó la pintura para crear la imagen. ¿Qué técnicas o estilos ha utilizado? Tienes que ver también si hay alguna característica distintiva en la obra que te parezca interesante o destacable. Finalmente, debes dar tu opinión sobre la obra pictórica. ¿Qué te parece? ¿Te gusta o no? ¿Por qué? Puedes utilizar adjetivos descriptivos como "fascinante", "hermoso" o "impresionante" para dar énfasis a tu punto de vista. ¿De acuerdo?

      ─Abuelo, no me parece fácil. ¿No?

      ─Estoy seguro que lo haces en menos de un cuarto de hora. Cuando lo acabes me lo mandas. Un beso, hasta luego.

      Estoy a la espera.

martes, 2 de mayo de 2023

Aprendiendo a escuchar

      Sí. Ahora, a mi edad, estoy aprendiendo a escuchar, poco más puedo hacer. Hace unos pocos días tuve ocasión de hablar con Juan, ha sido mi primer encargo como neuropsicólogo colaborador en prácticas. El objetivo de esta primera experiencia es ese: escuchar y aprender.

      Juan es un hombre de, ¿mediana edad? Me dio un poco de apuro preguntarle su edad, quizás estaba por los sesenta o, todo lo más, sesenta y dos. Juan ha dedicado los últimos años a cuidar de su madre, quien sufre la enfermedad de Alzheimer. La señora había sido siempre una persona activa y enérgica, pero la enfermedad ha ido deteriorando su memoria y sus capacidades hasta ya no poderse valer por sí misma.

      Me contó que dejó su trabajo para poder cuidarla a tiempo completo y se encontró con una tarea ardua y agotadora. A pesar de los desafíos y las dificultades, Juan se sintió agradecido por la oportunidad de cuidar de su madre. Sabía que cada día era un regalo, y que el amor y el cuidado que le daba a su madre eran la mejor manera de honrar su vida y su legado.

      Con admirable paciencia Juan sigue aplicándose en cuidar a su madre con gran cariño y dedicación. Me comentó que con frecuencia, pasaba largas horas sentado a su lado, hablando con ella o simplemente sosteniendo su mano.

      Luego añadió algo que me pareció importante, me dijo que a medida que el tiempo pasaba, él se dio cuenta de que la clave para cuidar de su madre era encontrar un equilibrio entre su propia salud y el bienestar de su progenitora. Así que hubo un momento ─del que hacía más de dos años, de cuando la pandemia─ en el que comenzó a dedicar más tiempo para cuidar de sí mismo, saliendo a caminar, a hacer algo de ejercicio y a dedicar unos minutos diarios a la “atención plena”, buscando tiempo para relajarse y descansar. Al cabo de muy pocas semanas, dice Juan, que comenzó a sentirse más fuerte y con más capacidad de cuidar de su madre. Aprendió a aceptar que el Alzheimer era una enfermedad difícil y bastante inabordable. A partir de ahí se concentró en hacer todo lo posible para mantener a su madre cómoda y feliz, y en encontrar el apoyo y la ayuda que necesitaba para cuidar de ella adecuadamente.

      Pero, a pesar de que ama a su madre y quiere lo mejor para ella, el estrés y la falta de sueño están empezando a pasarle factura.

      Estuvo explicando que, ahora, cada noche, cuando intenta conciliar el sueño, su mente se llena de temores y preocupaciones. Se pregunta si está haciendo lo suficiente por su madre y, también, si estaba tomando las decisiones correctas, o si está cuidando adecuadamente de su salud y su bienestar. Aclaró que tiene la sensación de que el estrés y la falta de sueño están empezando a afectar su propia salud. Juan se siente cansado y agotado casi todo el día, y teme que pronto comenzará a sufrir depresión o alguna otra disfunción orgánica.

      Una vez que le hube escuchado con toda mi atención y tomado algunas notas, le expliqué lo mejor que pude, que esos eran los primeros síntomas del denominado “síndrome del cuidador”. Se trata de un conjunto de síntomas y trastornos que afectan a las personas que cuidan a un familiar con Alzheimer u otra enfermedad crónica. Los cuidadores a menudo experimentan altos niveles de estrés y agotamiento debido a las demandas físicas y emocionales del cuidado continuo de su ser querido.

      Seguí diciéndole que los cuidadores pueden experimentar síntomas de ansiedad y depresión debido a la sobrecarga del cuidado, a la preocupación constante y la falta de tiempo para cuidarse a sí mismos. Los cuidadores a menudo descuidan su propia salud, lo que puede llevarles a problemas físicos como dolores de cabeza, dolores musculares, insomnio e, incluso, trastornos digestivos. Añadí que los cuidadores pueden sentirse aislados socialmente debido a las demandas del cuidado y que este factor de aislamiento también le puede llevar a la depresión y la ansiedad. Le hice ver que el cuidado constante de un ser querido con Alzheimer puede agotar a los cuidadores, tanto física como emocionalmente.

      Aún tenía mucho que decirle pero he preferido dejarlo para otra sesión ─de mañana o pasado─ no quiero dejar que pase más tiempo. Este asunto del “síndrome del cuidador” pienso que hay que abordarlo pronto.

      Terminé la sesión un poco abrumado, parecía como si también me hubiese contagiado algo del síndrome. Deberé aprender rápido a manejar mis emociones de manera efectiva para evitar que afecten a la capacidad para tomar decisiones clínicas objetivas y basadas en la evidencia. Tendré que ser capaz de mantener la distancia emocional apropiada para mantener la objetividad necesaria en la práctica clínica.

      Ahora tenía la ingrata tarea de escribir un informe neuropsicológico más técnico para pasarlo al equipo terapéutico.

      Veremos cómo sale...