Me arrimé a la ventana para ver cómo estaba el día, los pronósticos no suelen acertar mucho con esta zona y en los últimos días no dan ni una. Está nublado y gris, feo, pero no parece que vaya a llover.
La temperatura es buena aunque tengo fríos los pies. Voy a ponerme unos calcetines.
Regreso a la ventana, no he dormido bien hoy; me pasa desde aquellos encierros del Covid. Suelo despertar tres o cuatro veces en la noche ─la próstata también tiene algo que ver con eso─ y permanezco bastante tiempo dándole vueltas a la vida (Bueno... realmente es la vida la que me da las vueltas a mí). Pienso en eso de que todos creemos que tenemos un don especial para algo, aunque rara vez averiguamos cuál es ese don infinito. Y también en que tenemos una capacidad para comunicarnos de manera única que nos sirve para ir mejorando el mundo. No sé...
¿Cuál es ahora mi inspiración? ¿Es posible que sea un sueño olvidado?, ¿o uno al que he empezado a renunciar?
Trato de imaginar un sueño y conjeturar cómo sería la vida si ese sueño se hiciese realidad. Quizás debo permitirme soñar ─y reflexionar─ sobre lo que realmente deseo para lo que me resta de vida.
Pasó entonces un coche que iba bastante lento; una luz roja del mismo lanzó un potente destello. La breve exposición a la luz roja me llevo a pensar que ─posiblemente─ si antes de ir a la cama por la noche encendiese una luz roja en la habitación podría ser beneficioso para tener un sueño reparador.
Irrumpió en ese instante mi alma de físico, y empecé a rumiar sobre el hecho de que la luz roja tiene una longitud de onda más larga que la luz azul y la blanca y es menos estimulante para el cerebro. La luz clara, de contenido azulado, puede suprimir la producción de melatonina, la hormona del sueño.
Compraré un luz colorada. Muy probablemente, al disminuir la exposición a la luz azul y utilizar luces coloraditas y suaves en la noche, pueda incitar al cerebro a promover una mejor calidad del sueño.
Reí, con una pizca de sarcasmo. No quiero que después de leer esto nadie salga corriendo a comprar luces rojas para dormir. Únicamente se trata de una hipótesis mirando a la calle a través de la ventana. Todos somos muy diferentes y pueden existir otros factores que también influyan en la calidad del sueño.
Un ruido fuerte me hizo mirar a la parte derecha de la calle, una racha de viento de Levante había tirado al suelo unos cuantos carteles con las caras risueñas de los candidatos que nos proponen la paz, la felicidad... y los buenos sueños.
Siempre me sorprendes con estos ¿extraños? relatos. ¿Y eso de ir a ponerte los calcetines?, ¿es algún raro guiño? Creo que sí, pero ya te lo comentaré un día que nos veamos. Me ha gustado también el guiño electoral final. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Sí, ha sido un guiño inconsciente, en esos instantes me vino fugazmente a la memoria el personaje de Joyce, Leopoldo Bloom.
EliminarUn relato un poco caótico, pero delicioso y lleno de sugerencias. En cuánto al guiño político, si vivieses en la acera de enfrente, tendrías que haber mirado a la izquierda. (malo que es uno) Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido Gonzalo, respecto a lo caótico ya sabes que pienso que el caos, en ciertas circunstancias, puede tener algunos beneficios inesperados en la vida. Aunque a primera vista pueda parecer contradictorio, por ejemplo creo que está muy vinculado a la creatividad y al pensamiento divergente: El caos puede romper con las estructuras establecidas y fomentar un pensamiento más creativo y fuera de lo común y ordinario. Cuando las cosas no siguen un orden preestablecido, tenemos la libertad de explorar nuevas ideas y soluciones innovadoras, ¿no lo crees así?
EliminarIncluso, a veces, el caos es necesario para romper con la monotonía y permitir cambios. Puede ser el catalizador para reevaluar nuestras circunstancias y buscar nuevas direcciones en la vida. El caos nos invita a abandonar lo rutinario y abrirnos a nuevas posibilidades y oportunidades de crecimiento.
A mi entender el relato ilustra y completa muy bien la bella frase de Flaubert.
ResponderEliminarMuchas gracias. Veo lo que usted dice como un elogio, pero ilustrar y completar bien una frase del gran escritor Gustave Flaubert es algo inalcanzable.
EliminarEs muy bonito y hasta muy simpático, con su punto ¿irónico?, los calcetines, la próstata, los políticos al suelo.
ResponderEliminarPues sí, supongo que algo de ironía se escapa siempre en estos relatos, pero no lo hago intencionadamente, ni hay premeditación en ello. Siempre digo que todos los escritos tienen un toque de vida propia y ellos mismos ─de modo muy mágico─ se adoban con ingredientes que el propio autor ignora.
EliminarMe fascina la capacidad que tienes de expresar el hilo, a veces extraño, con que se encadenan los pensamientos, y de pronto, cualquier estímulo externo, por pequeño que sea, te sirve para dar una hipotética solución a los problemas cotidianos en los que andas enfrascado...
ResponderEliminarEl último párrafo, genial !!
Gracias Pilar, me encanta tu modo de ver el relato, tiene mucho que ver con la realidad de su confección.
EliminarY, es cierto, y creo que nos pasa a todos cuando estamos concentrados en algo, una mosca que vuele a nuestro alrededor se convierte en un fuerte impulso externo que nos conduce por otras veredas, incluso a la resolución de problemas.
Un cordial abrazo.
Me encantan estos relatos ¡tan tuyos, tan originales y tan buenos! 😘😘
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