sábado, 30 de diciembre de 2023

Sin fastos



      Érase una vez, en un país lejano, dos ancianos reyes que habitaban en un hermoso castillo de múltiples estancias. El invierno se mostraba frío y desapacible, envolviendo todo con su manto blanco mientras se acercaba la noche de Fin de Año.

      En el amplio salón, un gran televisor presidía el ambiente con el volumen casi inaudible. El matrimonio real, estaba solo y se enfrentaban a la primera Nochevieja sin la compañía de ninguno de sus hijos. Y tampoco había nadie de la guardia real, todos habían tomado una merecidas vacaciones. El eco en las estancias era el único séquito de los viejos reyes. Pero no se mostraba ni tristes ni infelices. Incluso bromeaban sobre la idea de recibir, completamente solos, el Año Nuevo.

      —Esto es como el principio del fin, ¿no? —se encogieron de hombros en señal de aceptación irremediable, riendo juntos.

      —Al menos nos acostaremos pronto y no se nos atragantarán las malditas uvas —comentaron, compartiendo un gesto de complicidad.

      A pesar de que muchos teléfonos había sonado varias veces, decidieron no descolgarlos, sumidos en la quietud de la fortaleza. Esa noche no habría ruidos de copas altas chocando, ni risas de bocas abiertas, en su Nochevieja. El gran salón, por momentos, se hundía en un silencio que solo rompía el débil sonido del televisor.

      —Lo de los "cuartos", las “medias" y lo de todas las campanadas nos importará un soberano bledo —decían, desprendiéndose de las preocupaciones mundanas.

      Con una mezcla de resignación y calma, se entregaron a la idea de pasar la noche solos, disfrutando de la serenidad de su inmenso hogar.

      Mientras el reloj avanzaba inexorablemente hacia la medianoche. Decidieron no prestarle atención al tiempo, dejándose llevar por la suave corriente de sus propios instantes.

—Mañana nos levantaremos, si Dios quiere, a la hora que nos dé la gana. Y comeremos de lo sobrado en estos días, las despensas están atestadas —dijeron, abrazándose con la certeza de que, a pesar de la soledad, la vida seguía y cada instante merecía ser vivido con plenitud.

      Así, en la quietud de su reino, los ancianos reyes despidieron el año, sin grandes celebraciones, sin fastos, pero con la paz que solo el amor y la aceptación de la vida tal como viene pueden brindar.

      Y mientras, afuera, el reloj marcaba el cambio de año, ellos se sumieron en un sueño tranquilo, lejos de las expectativas y convenciones sociales, preparados para despertar a un nuevo día, quizás lleno de posibilidades. Se adentraron en la noche con la certeza de que, al menos, compartían la mejor compañía: la de aquellos que han construido una vida juntos

      Colorín, colorado...


Las abuelas

      Ayer, presencié ─quizás─ mis dos momentos más conmovedores de todo el año, los cuales me colmaron de emoción y provocaron que me brotaran algunas lágrimas. En el primero, mi nieta Emma de diez años exhibió una generosidad excepcional al hacer impecablemente la cama de su abuela enferma y acompañarla mientras caminaba por la casa, ofreciéndole apoyo y dirección. En el segundo, el niño ─Carlos─ de doce años, demostró una solidaridad admirable y una madurez impresionante al convertirse en el soporte y báculo de su abuela para permitirle realizar suaves ejercicios y moverse un poco. Estos actos desinteresados y llenos de amor iluminaron mi jornada, reafirmando la importancia y belleza de los lazos familiares. Asimismo, subrayan la tremenda relevancia de inculcar valores de misericordia y compasión a los niños desde una edad temprana.

domingo, 24 de diciembre de 2023

Nochebuena; vida nueva

 

      Hoy es la Nochebuena y no quería dejar este día sin una reflexión fuerte, de esas que a algunos les puede dejar algo de poso. ¿Pretensión vana? No lo sé, en realidad tampoco tiene demasiada importancia. Uno piensa lo escribe y lo lanza al aire, no hay más.

      Cuando uno se va haciendo mayor y lleva años jubilado ─no me llega a gustar mucho esta palabra, a pesar de lo del “júbilo”─, la persona mayor ─el gran adulto─ se ve, de nuevo, en la encrucijada de reestructurar su existencia de manera completamente distinta.

      Para muchos comienza una fase inexplorada hasta entonces, liberados de la implacable presión del tiempo y los compromisos diarios, despojado de las infinitas ocupaciones obligatorias que antes regían la vida. Desde luego, que finalmente, se experimenta la libertad de haberse desprendido del peso de producir, rendir o triunfar, parece que se ha dado el paso al momento propicio para dedicarse a los anhelos postergados durante años.

      Nos retiramos, y aparentemente, se amplía el horizonte de la vida, avivando nuevas expectativas. Sin embargo, pasan los años, y en transcurso de los mismos, todos vamos percibiendo la proximidad del "límite", esto nos va generando una sensación peculiar. A pesar de contar con más tiempo y libertad que nunca, la limitación impuesta por la edad se hace patente, señalando el inevitable camino hacia el final.

      ¿Cómo afrontar este momento tan trascendental de la existencia?

      ¿Cómo abrazar esta etapa de la vida?

      En fin, uno piensa y lo lanza al aire, no hay más...

      Ahora me viene a la memoria una frase que bien pudiera ser de Bukowski: “Sólo hay un pecado, vivir a expensas de lo que los demás piensen de ti”.

      ¡Feliz Nochebuena hermanos!

      Un fuerte abrazo.

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Vivir como un niño


      Bueno, hace que no escribo algunas semanas, resulta que estaba perdido en un mundo paralelo donde las palabras son atletas y necesitaban entrenamiento intensivo. Varias veces intenté convencerlas de regresar aquí, pero insistieron en hacer piruetas verbales. Finalmente, logré persuadirlas con promesas de café ilimitado y algún chiste malo. En definitiva, que aquí estoy, de vuelta, con las palabras ─creo que en buena forma─ y listas para escribir como si nada hubiera pasado. ¡La pluma está de vuelta del campo de entrenamiento literario!

      Como ocurre con frecuencia, el tema para escribir me lo proporciona mi amigo japonés Kimura con el que suelo charlar a diario. 

      Esta mañana sacó a relucir un tema en el que ya es recurrente, el del envejecimiento y sus implicancias. Me decía que una de las grandes diferencias entre el mundo occidental y Japón es que aquí, la mayoría de las personas de edad ─más  o menos─ avanzada, se resisten a aceptar el proceso natural del envejecimiento. Intentan por todos los medios reconocer sus limitaciones y el desgaste inherente. Juegan ─siempre con poca fortuna─ a demostrar que conservan su vitalidad y energía, esforzándose por persuadirse y convencer a otros de que aún son jóvenes y robustos. No quieren, en modo alguno, adaptarse a las actividades y al ritmo de vida propios de la vejez les resulta difícil con el paso del tiempo. Esta postura les genera una gran tensión tensión, y esas personas desahogan su amargura y mal humor en su entorno.

      Añadía que subyace un error significativo en esta actitud. Estas personas perciben la vejez exclusivamente como algo negativo y temible. Considerar que el ideal para una persona mayor es vivir, trabajar y sentir como lo haría un joven o, al menos, un adulto, es un absoluto error. Me insistía en que el verdadero ideal consiste en vivir plenamente cada etapa de la vida como hacen allí en Japón.

      Después me preguntó:

      ─¿Cómo verías tú a un joven que anhelara vivir como un niño?


sábado, 21 de octubre de 2023

La meta es el camino

 

      La anterior conversación con Kimura me había impactado bastante y tenía ganas de seguir conversando con él, quería que me aclarase algunos puntos de su discurso, ¿o de su mística? Creo que el hecho de haber dado hospedaje perpetuo a un monje Zen en su finca le ha tocado hondo; no es el mismo de antes, aunque sé que conforme los años pasan todos nos convertimos en entidades diferentes, entiendo bien la impermanencia. Me costó un rato largo establecer la comunicación, al final lo logré.

      Le pregunté con la cortesía habitual que gastamos:

      ─¡Buenos días Kimura! ¿Qué tal va todo por ahí?

      ─Bien, muy bien. La vida es un regalo inmenso ─respondió.

      Entré en materia a gran velocidad y le dije:

      ─Ayer hablábamos de cómo emplear la vida para hacernos más sabios en vez de vivir en estados de bloqueo y atasco. Desde luego, la sabiduría es una cualidad que todos anhelamos, pero ¿cuál es su fuente a nivel personal e individual?

      ─Quizás ya te lo haya comentado alguna vez. Nuestra existencia se asemeja a un tren en movimiento constante, donde el sendero, o el paisaje, se despliega momento a momento, desapareciendo detrás de nosotros. Miramos hacia atrás y solo vemos por dónde hemos pasado, sin poder prever el futuro. ¿Lo ves? Esta enseñanza es un recordatorio poderoso de que la fuente de la sabiduría yace en lo que nos ocurre hoy, en este mismo instante.

      ─Sí, lo sé, el único tiempo real es el presente. Nuestra relación con este instante es el que determina el curso de nuestro futuro. También entiendo que para ser más felices mañana, debemos esforzarnos por encontrar alegría y bienestar en el presente, ya que lo que hacemos ahora se acumula y da forma a lo que está por venir.

      Me pareció verle sonreír con aprobación y añadió lo siguiente a lo que yo decía:

      ─Cierto, así es. Podemos optar por hacer esfuerzos que nos hagan más fuertes en lugar de desgraciados, siendo conscientes de que la cantidad de esfuerzo es la misma. En este sentido, estamos creando nuestro estado mental del día siguiente. A veces, nos topamos con personas que parecen irradiar bienestar, y nos preguntamos cómo lo logran. Estoy convencido que la respuesta radica en su valentía para vivir plenamente en cada momento de su vida, incluyendo los momentos tristes y oscuros. Son gente que se enfrentan a las nubes que cubren su cielo con una apertura valiente y se benefician de esa experiencia.

      ─¿Quieres decir que la meta es el camino?

      ─Exactamente, sí. Cuando comprendemos que la meta es el propio sendero, todo se vuelve más manejable. La vida se convierte en un proceso de aprendizaje continuo, donde cada paso es una oportunidad para crecer y descubrir nuestra sabiduría interior. Mira, tú sabes que nuestras vidas están llenas de circunstancias indeseables, pero no estamos predestinados a reaccionar de manera habitual ante ellas. En lugar de dejarnos llevar por la amargura, podemos abrazar estas situaciones como oportunidades para aprender, practicando la precisión, la delicadeza y el amor bondadoso o la compasión en cada momento. El cómo nos relacionamos con nuestras circunstancias, ya sean felices o complicadas, es una elección. Podemos optar por la amargura o la apertura, y esta elección moldea nuestro camino hacia la sabiduría.

      Dejé pasar unos segundos para poder reflexionar y le contesté:

      ─Sí. Creo que estoy muy de acuerdo contigo. La vida, con indeseada frecuencia, nos enfrenta a momentos complejos, y la posibilidad de que las cosas empeoren puede ser terrible. Sin embargo, es precisamente en estos momentos cuando nuestra sabiduría se pone a prueba, y nuestra elección de una actitud determinada se vuelve más crucial y significativa que nunca. ¿No?

      La pantalla se apagó y encendió varias veces, la imagen se deformó, veía su cara como a trozos; pasados uno segundos todo se recompuso y le escuché decir:

      ─La vida es un sendero sinuoso, con muchos vericuetos, y nuestra sabiduría proviene de vivir en el presente, de enfrentar cada circunstancia con toda la valentía posible y elegir una actitud que fomente el crecimiento. La fuente de la sabiduría es el momento presente, y nuestra vida se convierte en un viaje enriquecedor cuando abrazamos este concepto. Cada instante es una oportunidad para aprender y crecer, y cada desafío es una invitación a descubrir la sabiduría que reside en nuestro interior...

      Ahí se nos corto la comunicación, no fue posible seguir escuchándole...

viernes, 20 de octubre de 2023

Kimura y el borde del precipicio

      Hablar con mi amigo japonés Kimura es siempre como acercarse a un precipicio. No sé si él es un prototipo del hombre de su país y casi todos son así, conozco a muy pocos. Pero tengo la impresión de que algo de eso hay; me lo confirma la lectura de las obras de Murakami.

      No recuerdo cómo empezó nuestra conversación de hoy, le noté tenso cuando dijo:

      ─Somos absolutamente ingenuos al alimentar esperanzas respecto a la posibilidad de erradicar la inseguridad y el dolor. Cuando dejemos esa inútil esperanza será cuando nos podremos serenar y reunir el coraje para entender y asumir que es imposible atarnos o aferrarnos a nada.

      Quedé un poco perplejo y le pregunté:

      ─No entiendo. ¿Qué quieres decir?

      ─Quiero decir que ese es el camino, el principio del camino, no hay otro.

      Me pareció descifrar que intentaba, desde cierta perspectiva existencial y profunda, decir que tenemos que reconocer la realidad de la inseguridad y el dolor como partes inevitables de la experiencia humana. Después insistí:

      ─¿Entonces tú piensas que debemos aceptar incondicionalmente que no podemos exterminar por completo estas facetas de la vida?, ¿y también que debemos a renunciar a la ilusión de un control absoluto sobre nuestro entorno?

      Con rapidez respondió lo siguiente:

      ─Exactamente. Pienso, y estoy seguro, que en lugar de luchar incesantemente por un mundo sin problemas, hay que adoptar la idea de aceptar la naturaleza inevitable de la vida, incluyendo sus desafíos y dificultades. Aunque esto no significa resignarse o ser pasivo, sino más bien adoptar una actitud de aceptación y equilibrio. Digo que debemos tener la valentía y el coraje de serenarnos y relajarnos cualquiera que sea nuestra situación; y esto implica liberarse de la ansiedad constante para evitar problemas y buscar la perfección. Entonces, al comprender que la vida es inherentemente incierta y que el dolor es parte de la experiencia humana, podemos encontrar una especie de liberación y mayor paz a través de esta aceptación.

      Entendí que Kimura sugería que este acto de renuncia ─y también de sosiego─ es el primer paso del camino que hay que emprender cuando las cosas se ponen mal.

      Le comenté si esto podría entenderse como el punto de partida para un viaje hacia la autenticidad, la sabiduría y el crecimiento personal, donde el individuo comienza a vivir plenamente en el presente, sin negar las realidades difíciles de la vida.

      Kimura asintió con la cabeza y no añadió ni una palabra más.

lunes, 2 de octubre de 2023

Mi nieto Carlos y la Atlántida


      La Atlántida está de moda, los últimos descubrimientos de unos muros submarinos en el Golfo de Cádiz están sonando por todo el planeta, los muchos miles de interesados en estos asuntos se han puesto en estado de expectación máxima. Las búsquedas en Google se han multiplicado en pocos días. Mi nieto Carlos, que es un tanto provocador, me dijo ayer:

      ─Abuelo cuéntame algo sobre la Atlántida, que me han dicho que es una ciudad muy antigua que está debajo del agua un poco más allá de Costa Ballena, por Chipiona o por ahí.

      Dado que se trata de temas en los que no me muevo con soltura, traté de desentenderme replicándole:

      ─Sí, algo he escuchado y he leído algún titular sobre eso, pero sé muy poco, casi nada, ¿para qué lo quieres saber? ─le pregunté.

      ─Es interesante, ¿no? Además, a lo mejor me ponen un trabajo de la Atlántida en el Instituto y así ya me coge preparado de antemano.

      Pensé también que podía ser un asunto excelente para desarrollarlo en los “Martes de la Academia” del 2024. Bellas Artes Santa Cecilia podría planteárselo.

      Seguí diciéndole:

      ─Lo único que sé es que se ha escrito muchísimo sobre tal isla legendaria al parecer situada en el océano Atlántico. Unos dicen que es ficción otros que es historia, incluso por ahí hay gente que lo trata como algo relacionado con el esoterismo y los extraterrestres. Hay de todo.

      ─¿Tú crees que Platón se lo inventó?

      Al preguntar lo anterior y citar a Platón ya vi que, posiblemente, sabía más que yo de la Atlántida.

      ─Mira, yo sé que Platón cuenta en su obra “Timeo” que los sacerdotes egipcios dijeron a Solón, que era uno de los siete sabios de Grecia, que aquella isla era una tierra mayor que Asia Menor con Libia, situada inmediatamente después de las columnas de Hércules, que supongo que sabes que dichas columnas estaban en el Estrecho de Gibraltar. Creo que decía que más allá había un archipiélago de pequeñas islas. Por lo visto Solón aseguraba que la Atlántida había sido un reino muy poderoso unos 9.000 años antes de que él naciera, o sea, hace unos 11.500 años; una barbaridad de tiempo.

      ─Abuelo, si eran tan poderosos habrían dejado más huellas en su paso por la historia del mundo, ¿no?

      ─Probablemente. Se decía que sus ejércitos habían conquistado todos los países del Mediterráneo y que sólo Atenas se había resistido a ellos.

      ─¿Y cómo terminó la Atlántida?, ¿fue un tsunami?

      ─Parece ser que, poco después de la derrota de los atlantes por los atenienses, el mar se tragó a la Atlántida, que ya por su ubicación estaba muy expuesta a anegarse y empantanarse. Y hay otra obra de Platón, “Critias”, en la que añade la descripción de la constitución ideal de la Atlántida; no recuerdo más.

      Se quedó pensativo mirando hacía el Oeste, justo hacia Chipiona y Sanlúcar y dijo luego:

      ─¿En qué quedamos abuelo?

      Sonreí y miré en la misma dirección que él lo hacía.

      ─Creo que, hoy por hoy, es imposible decidir en qué medida se debe esta leyenda a la imaginación de Platón, y en qué medida se basa en datos que no han llegado nunca hasta nosotros.

      ─Abuelo, a lo mejor con estas nuevas investigaciones se aclaran algo las cosas.

      Asentí con la cabeza y le dije:

      ─Sería estupendo. Intentaré enterarme de más.

miércoles, 27 de septiembre de 2023

El "zatsudan", la pequeña charla

      Hablaba el maestro Hyakujo al novicio Tozan sobre las crisis modernas; le hacía una crítica a la extremada polarización, a la falta de diálogo y la confrontación en la política contemporánea, donde muy a menudo se priorizan los intereses partidistas sobre el bienestar de la sociedad en su conjunto. Le instaba a reflexionar sobre cómo abordar las diferencias y los conflictos en la sociedad actual. Le recordaba la tremenda importancia de cultivar valores como la compasión y la moderación en lugar de ceder al odio y la autoglorificación. A menudo le comentaba algo sobre la necesidad de un liderazgo ético y responsable en un mundo cada vez más complejo y dividido.

      También le hacía pensar sobre lo tóxica que podía ser la tendencia a odiar al enemigo. El odio, como emoción destructiva puede llevar a la venganza y al conflicto sin fin. Le decía que en muchos contextos, la hostilidad hacia los enemigos se perpetúa y se transmite de generación en generación.

      Esto era el “Zatsudan”, que es un término japonés para describir una «pequeña charla». El prefijo “Zatsu” se refiere a la rica diversidad de temas en una conversación.

      Después del “Zatsudan” solía venir un cuento, a modo de parábola. Aquel día le contó una vieja historia que Tozan ya había escuchado alguna vez.

«Hace muchos años, en un rincón apartado de un pueblo oriental, vivía un hombre honrado llamado Li y su hijo, Ming. Ming era un joven de corazón puro, siempre siguiendo los pasos de su padre y aprendiendo las virtudes de la honestidad y el respeto.

Un caluroso día de verano, decidieron aventurarse juntos en las montañas. El sol brillaba intensamente, y el bosque ofrecía un refugio fresco y sereno. Li y Ming se tumbaban en la hierba, disfrutando de la paz que la naturaleza les brindaba. Los cantos de los pájaros y el susurro del viento eran su única compañía.

Sin embargo, la tranquilidad se vio interrumpida cuando una mosca de establo zumbó cerca de la cabeza de Li. Ming, preocupado por su padre, se despertó rápidamente. Su corazón lleno de bondad y respeto por su progenitor, agarró un bastón y, con gran cuidado, intentó golpear a la pesada mosca que molestaba a su padre.

El insecto logró esquivar el golpe y se elevó en el aire, alejándose en busca de otro objetivo. Pero cuando Ming se volvió hacia su padre, una escena devastadora lo esperaba. Li yacía inmóvil, su rostro sereno, pero su corazón había dejado de latir.

Ming sintió que su mundo se derrumbaba. Su corazón sincero y su amor por su padre lo habían llevado a actuar impulsivamente contra el enemigo, la mosca, sin darse cuenta de las consecuencias.»

jueves, 21 de septiembre de 2023

El espíritu llena el cosmos

      Como otros muchos días, Tozan se encontró al maestro Hyakujo sentado en la posición del loto, con los ojos cerrados. Casi le oía inhalar profundamente y exhalar con ruidosa lentitud.

      Tozan se detuvo unos instantes en silencio observando al maestro. Después, cuando creyó que el monje se había percatado de su presencia, le habló:

      ─Maestro, he estado percibiendo una gran cantidad de estrés en mi vida últimamente. La vida de ahora parece estar llena de preocupaciones y responsabilidades. ¿Cómo puedo reducir este estrés dañino del que mucho se habla?

      Hyakujo abrió los ojos sonriendo con calma.

      ─Comprendo tu preocupación, querido Tozan. El estrés es una sombra que acecha a muchos en estos tiempos agitados. Sin duda, la mejor manera de abordar este estrés es crear vínculos afectivos con otros seres humanos. La soledad no elegida es tremendamente perjudicial para la salud y el bienestar. Cuidar de la familia y amigos, nutre los lazos emocionales para que sean sólidos y apoyen el camino de cada uno.

      Tozan asintió con gratitud y dijo:

      ─Entiendo lo que dice maestro. Pero a veces me siento atrapado en un torbellino de pensamientos y preocupaciones constantes. ¿Cómo puedo aprender a calmar este "ruido mental" que me angustia?

      El monje movió la cabeza hacia adelante y hacia atrás varias veces y mientras decía:

      ─Ya sabes muy bien que nuestra mente es como un mono inquieto, saltando de rama en rama. Pero es necesario entrenarla. La clave para reducir el ruido mental es practicar la atención. Hay que volver una y otra vez, con firmeza y amabilidad, a sentir las sensaciones de la respiración y, también, las del cuerpo. Observa cómo tu mente divaga y gentilmente vuélvela al principio. Practica la meditación y la atención plena para encontrar la serenidad en medio de la tormenta.

      Tozan hizo una respiración profunda y respondió:

      ─Y por último, he sentido que en ocasiones me atrapan sentimientos de culpa y vergüenza por errores pasados. Maestro ¿cómo puedo liberarme de estos sentimientos que solo me hacen sentir pequeño e insignificante?

      Asintiendo con comprensión Hyakujo añadió:

      ─La culpa y la vergüenza son como cadenas que atan el espíritu. Es importante recordar que estos sentimientos son creaciones de la mente condicionada y no añaden ningún valor real. Cuando cometes un error o causas daño, en lugar de quedar atrapado en la culpa o la vergüenza, toma conciencia de lo ocurrido y permite que la tristeza te muestre el camino hacia la reparación y el aprendizaje. Reconoce tus fallos sin juzgarte con dureza, y así podrás crecer y sanar. 

      Cerrando los ojos y volviendo a su postura de meditación Hyakujo terminó diciéndole a su discípulo:

      ─La paz y la sabiduría siempre están dentro de ti, querido Tozan; piénsalo bien. Mediante la práctica constante y la profunda comprensión de ti mismo, encontrarás el camino hacia una vida plena y en armonía con el mundo que te rodea.

      Tonzan marchó paseando lentamente hacia la aldea musitando entre dientes una frase que el maestro solía decir con frecuencia: ¡El espíritu llena todo el cosmos!

martes, 19 de septiembre de 2023

Rodeados de incertidumbre

 

      Había una vez, en un pueblo pequeño en la falda de una montaña, un anciano maestro zen llamado Hyakujo. A menudo casi todos los aldeanos acudían a él en busca de consejos y orientación, pues siempre parecía tener una buena respuesta para cada pregunta.

      Un día, un joven llamado Tozan llegó a la aldea en busca de sabiduría. Había oído hablar de Hyakujo y sus dones de entendimiento. Tozan deseaba aprender el secreto de la sabiduría y la certeza en un mundo lleno de incertidumbre.

      Tozan se acercó a Hyakujo y le preguntó:

      ─Maestro, ¿cómo puedo conocer la verdad y vivir sin dudas en un mundo tan confuso?

      Hyakujo respondió con presteza:

      ─La verdad, joven Tozan, es un río en constante cambio. No puedes abrazarla con certeza, pero puedes aprender a navegar en sus aguas.

      Paseando, Hyakujo llevó a Tozan a una fuente en el centro del pueblo y señaló el agua que fluía.

      ─Mira este arroyo, Tozan. ¿Puedes ver cómo el agua siempre se mueve y cambia? Así es la vida. La certeza absoluta es como tratar de atrapar agua con las manos.

      Tozan asiente con la cabeza, tratando de entender el mensaje y preguntó:

      ─Pero, ¿cómo puedo saber qué es cierto y qué no lo es? 

      Hyakujo sonrió y después de una pequeña pausa le dijo:

      ─La vida no siempre es tan sencilla que nos permite saber qué va a pasar y cuándo. Las personas inteligentes se sienten cómodas en esa ambigüedad y no tienen miedo a la incertidumbre. En lugar de tratar de resolver o evitar las contradicciones, tienen la capacidad de adaptarse a ellas y aceptar las contradicciones y paradojas como parte integral de la realidad de la vida.

      Tozan meditó sobre estas palabras mientras observaba el agua fluir. Comprendió que la sabiduría no radicaba en conocer todas las respuestas, sino en aceptar la realidad tal como era.

      Los días se convirtieron en semanas, y Tozan siguió visitando a Hyakujo para aprender más haciéndose su discipulo. A medida que pasaba el tiempo, se volvía más flexible en su pensamiento y más abierto a la idea de que la vida era un flujo constante de cambios.

      Un día, Tozan le preguntó al maestro:

      ─¿Cómo se pueden tomar decisiones importantes sin estar seguro de cuál es la respuesta correcta?

      Hyakujo respondió y le dijo:

      ─Ser flexibles en esta manera de pensar es lo que permite no dejarse guiar por dogmas o prejuicios, y desarrollar más la intuición y la capacidad para tomar decisiones, incluso en ausencia de datos completos o de garantías.

      Tozan aprendió a confiar en su intuición y abrazar la incertidumbre como parte de la aventura de la vida. Se dio cuenta de que, al aceptar el cambio y ser consciente de que la verdad era un río en constante movimiento, podía encontrar su camino a través de las aguas turbulentas de la vida con gracia y sabiduría.

      Desde entonces, Tozan dejó de ser un novicio y se convirtió en un sabio más por derecho propio, compartiendo las lecciones que había aprendido de Hyakujo con otros que buscaban respuestas en un mundo repleto de interrogantes. Juntos, Hyakujo, Tozan y una multitud de seguidores, enseñaron sobre las incertidumbres de la vida y navegaron entre ellas con valentía y humildad, sabiendo que al final, la verdadera sabiduría estaba en abrazar la ambigüedad y aceptar las paradojas de la existencia.

martes, 5 de septiembre de 2023

Desviación informativa y el “clickbait”

      Leía hace un rato un artículo muy impactante sobre la persecución de los cristianos en la India. Quedé impresionado, sobrecogido, y de inmediato me pregunté: ¿Por qué nos inundan ─a todas horas─ con información irrelevante? ¿Por qué nos sumergen en tanta basura informativa? Es sospechoso que no dediquen ─a veces ni siquiera un par de minutos─ a dar información importante. Otras veces sucede que ni unos minutos y, directamente, se nos ocultan las noticias.

      La cantidad de información que consumimos a diario puede ser abrumadora, y nadie duda de que muchas veces se le da más atención a los contenidos menos significativos y más sensacionalistas. Probablemente esto puede deberse a diversas razones y una de las que se nos ocurre es la de los intereses comerciales. Todos sabemos que los medios de comunicación a menudo buscan atraer audiencias y generar ingresos a través de la publicidad y es lógico que la información sensacionalista o entretenida a veces se prioriza porque atrae a más espectadores o lectores. También es cierto que la información irrelevante puede servir como una distracción para desviar la atención de temas más importantes que podrían ser controvertidos o incómodos para ciertos intereses.

      Pero lo anterior no es lo peor, lo verdaderamente preocupante es el de las agendas políticas que intentan el control de la información. Lamentablemente y en demasiados casos, los políticos de turno, influyen de manera antidemocrática (e incluso irracional) en todo el espectro de la cobertura mediática y promueven la ocultación y el desvío de la información importante, en unos casos para mantener el citado control y en otros para evitar la controversia; aparte de otros motivos más inconfesables.

      Dentro de este asunto, ¿han oído ustedes la palabra “clickbait" alguna vez? Cada día se usa más en el mundo de la información. El "clickbait" no es otra cosa que una estrategia utilizada on-line para atraer la atención de los usuarios y alentarlos a hacer “clic” en un enlace.

      Generalmente la intención es la de aumentar el tráfico de un sitio web o una página en particular. Consiste. Básicamente, en la creación de títulos o descripciones sensacionalistas o exageradas que provocan la curiosidad o el interés de las personas. El término "clickbait" proviene de la combinación de las palabras "click" (hacer clic) y "bait" (cebo).

      El “clickbait” es utilizado con indeseada frecuencia para engañar a las personas llevándoles a lugares en donde la calidad de la información brilla por su ausencia. El “clickbait” ha entrado con fuerza en todas las redes sociales y se ha extendido a sitios de noticias, webs de prensa y blogs, que suelen incluir como elementos básicos titulares impactantes, imágenes llamativas o afirmaciones sorprendentes. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, el contenido detrás del “clickbait” suele ser una engañifa de poco interés y lejos de lo que se promociona inicialmente, lo que puede puede entenderse como un intento de “lavado de cerebro”, que lleva a la frustración de los usuarios, a una perdida de tiempo y a la anulación del sentido crítico.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Lo inverosímil y la desesperanza. Las dos caras de la incertidumbre


      Ayer falleció Amando de Miguel, padre putativo de la moderna sociología española. Me acordé de una de sus frases, que él repitió de variadas formas en los últimos tiempos, la de la España tremendamente singular: “España no es que sea diferente; es que es inverosímil”.

      En realidad toda la vida está repleta de experiencias inverosímiles, momentos en los que nos encontramos cara a cara con lo inexplicable, lo misterioso y, a menudo, lo desesperante. Y sí creo que hay una conexión entre lo inverosímil y la desesperanza que, quizás, puede parecer tenue a primera vista, pero en realidad, estas dos facetas de la existencia humana están intrincadamente relacionadas.

      La desesperanza es esa emoción abrumadora que surge cuando enfrentamos situaciones aparentemente insuperables. Puede manifestarse en momentos de pérdida, fracaso o incertidumbre. Lo inverosímil, al igual que la desesperanza, a menudo nos llega desde la incapacidad de comprender o explicar una situación. La falta de control y la sensación de estar atrapados en un mundo inexplicable pueden llevarnos a sentirnos desesperados; a la desesperanza patológica. Desde siempre la literatura y el cine han explorado esta relación de manera efectiva. Historias de terror y ciencia ficción a menudo juegan con lo inverosímil para crear un sentido de desesperanza en los personajes y los espectadores. Los protagonistas se enfrentan a lo desconocido, lo imposible, y luchan por comprenderlo, lo que puede llevarlos a la desesperanza cuando las respuestas no son evidentes. Todo es como la España de hoy día, una moneda, ─la incertidumbre─ con dos caras: lo inverosímil y la desesperanza.

      Vivimos inmersos en la paradoja, estamos en un mundo donde la ciencia y la tecnología a menudo explican lo que era incomprensible, pero todavía nos enfrentamos ─continuamente─ a situaciones que desafían nuestro entendimiento. Desde fenómenos extraños hasta coincidencias extraordinarias, la vida frecuentemente nos presenta lo increíble. Estos momentos pueden dejarnos perplejos, haciéndonos cuestionar nuestras creencias y convicciones fundamentales. La incapacidad para comprender lo insólito siempre siembra la semilla de la desesperanza.

      ¿Hay alguna manera de gestionar ─lidiar─ con este nudo entre lo inverosímil y la desesperanza?

      Algunos responderán que la aceptación de la incertidumbre es un primer paso crucial. Y que reconocer que no siempre podemos entender ─o controlar─ todo en la vida es primordial para mantener la esperanza. Dirán, además, cosas como que el apoyo emocional y la compartición de experiencias con otros puede ayudarnos a luchar contra la desesperanza que muchas veces acompaña a lo inverosímil...

      Es cierto que todo está entrelazado en nuestra experiencia humana. Con indeseada frecuencia nos enfrentamos a situaciones que desafían nuestra comprensión y a nuestra capacidad para encontrar significado a las situaciones incomprensibles.

      Después de todo, la vida está llena de misterios que, aunque incomprensibles, pueden seguir siendo fuente de asombro y esperanza.

      ¿Podemos abrazarnos a la incertidumbre y así encontrar formas de enfrentar lo inverosímil sin caer en la desesperanza total?

      ¿O quizás es más fácil mandarlo todo a la mierda?

domingo, 9 de julio de 2023

¿Hablaba con Bukowsky? (5)

 

      ¿Por qué hará esa locura de estar siempre en esa esquina? ¿Se trata de una excentricidad como cualquier otra? ¿Es un punto de vista singular?

      Hoy no pienso ir a visitarlo, el sol quema demasiado; la calle arde. No sé cómo puede resistirlo, es un misterio para mí. Quisiera preguntarle, pero aún no me atrevo, temo que se pueda molestar; aunque no tiene pinta de molestarse con nada ni por nada. Debe ser un estoico de primera división.

      ¿Está a la espera? Pero, ¿a la espera de qué?

      Repasé “Pulp” y encontré algo sobre la espera que llamó mi atención, era una cosa así: “Esperamos y esperamos. Todos. ¿No sabría el psiquiatra que esperar es una de las cosas que vuelve loca a la gente? La gente espera toda la vida. Esperan vivir, esperan morir”. (He variado un poco la frase, con intención de encajarla mejor, perdónenme).

      ¿Qué me diría Juanai de esa frase de Bukowsky? Casi puedo adivinar que respondería: “¡Ah, la espera! Ese es un acto que consume la existencia humana”.

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      Fui a verle a las nueve, aún había claridad pero el calor había disminuido bastante.

      Sin demasiados preámbulos le pregunté:

      ─¿Qué te ha llevado a este mundo de la espera interminable?

      Se quedó pensando un rato. Hizo un chasquido raro con la boca y dijo:

      ─Me he convertido en un espectador de la vida, esperando que algo grandioso ocurra, algo que dé sentido a mi existencia. Pero, en cambio, solo encuentro desilusión y angustia; la angustia es una vieja compañera.

      ─Pero tu sabes que la vida no es más que una serie de decepciones y momentos efímeros. ¿Esperar que algo externo nos salve? Eso es una locura en sí misma, ¿no te parece?

      Ahora me miro directamente a los ojos y dijo:

      ─Mira, amigo, la vida es como un mal trago que tragamos hasta el final. Pero en medio de la desesperación y el sufrimiento, existe una pequeña chispa de belleza. A veces intento enfocarme en las pequeñas cosas, las experiencias intensas y las emociones auténticas. Trato de darles vida. Eso es lo más cercano a encontrar sentido en este desorden.

      ─¿No crees que el mundo necesita más almas valientes dispuestas a romper las cadenas de la espera?

      ─Entiendo tus palabras, amigo mío. Quizás la búsqueda de un propósito definitivo es una ilusión. Tal vez debería aceptar la espera y encontrar consuelo en las palabras que circulan y fluyen por mi mente.

      ─¿No hay algo más en esta vida que solo esperar? ¿No hay una forma de escapar de esta agonía y encontrar un sentido real?

      ─La angustia de la espera, es una compañera incómoda. Pero déjame decirte una cosa, amigo: la vida no es algo que se encuentra al final de la espera. No hay una recompensa garantizada al final del camino. La vida está sucediendo ahora mismo, en cada instante.

      Estaba un poco agotado, costaba entender todo aquello que Juanai decía. No sé, parecía que estaba hablando con el propio Bukowsky.

     Salí de allí a paso lento pensando que el mundo necesita más almas valientes dispuestas a romper las cadenas de la espera. Sí, exacto.

     Sentí un ligero temblor... Sería el relente que venía del mar.

jueves, 6 de julio de 2023

La vida y los problemas; los problemas de la vida (4)

 

      Pensé que hoy no podría ir a mi charla diaria con Juanai, esta mañana me abrumó un problema que exigía una resolución inmediata, si la solución no era rápida y sin consecuencias, no podría disfrutar de mi rato de ocio conversando con el loco, pero no tan loco, Juanai.

      En realidad no existía ningún obstáculo para dialogar con él, Juanai estaría en su esquina, dentro de dos horas, dentro de tres o dentro de cuatro; igual da. En último término mañana o pasado le vería.

      ¿Tendría móvil? Tuve la intención enviarle un 'guasap', pero recordé que en ningún instante de las conversaciones anteriores le había visto un dispositivo telefónico y si lo tuviese, tampoco tengo su número. Además no me pega nada, no le veo con un artefacto de esos.

      Se me ocurre que un día de éstos tendré que interrogarle sobre la tecnología.

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      No he podido acercarme a la esquina hasta un poco más de las siete de la tarde. Allí estaba, se había colocado en la parte de acera por la que le soplaba un poco de Poniente y, por supuesto, a la sombra.

      Me recibió con una pregunta:

      ─¿Problemas hoy?

      ─Sí, un problema me ha impedido venir esta mañana ─le respondí.

      ─¿Sabes que Bukowski decía que la definición de la vida se resume en una sola palabra: problemas?

      ─Sí, conozco la frase. Vida y problemas componen un binomio.

      Le pregunté si tenía móvil y agitó la cabeza de lado a lado para decir no. Después añadió:

      ─¡Ah, los problemas!... Los problemas son esos obstáculos que nos acechan y nos desafían constantemente. Parece que la vida misma está compuesta por una serie interminable de problemas que debemos resolver. Los problemas nos acosan desde el momento en que nacemos hasta nuestro último aliento. Pero, ¿no crees que también son oportunidades para crecer y aprender?

       Cogió de una pequeña mochila que tenía en un escalón de la puerta de la vivienda próxima y sacó de ella una botellita de plástico que parecía contener agua fresca. Me la ofreció con un gesto y negué con la cabeza. Tomó un trago largo y después siguió hablando:

      ─De alguna manera los problemas son la esencia misma del crecimiento humano. A través de ellos, nos enfrentamos a nuestras limitaciones, descubrimos nuestra fuerza interior y aprendemos valiosas lecciones. Son las adversidades las que nos moldean y nos permiten evolucionar como seres humanos.

      ─A veces, esos problemas pueden resultar abrumadores. ¿Cómo encontrar alguna inspiración para hacer alguna cosa incluso cuando uno está atrapado en medio de ellos?

      ─Con mucha frecuencia la inspiración, amigo mío, surge precisamente de esos momentos de angustia y lucha. Es en medio de los problemas en los que encontramos la voz más auténtica y cruda. En esos instantes, escribir, por ejemplo, se convierte en una forma de liberación, una manera de darle sentido al caos y de encontrar belleza en medio de la desesperación.

      Pensé un poco y luego le respondí:

      ─Esa capacidad de encontrar belleza en la oscuridad es algo que admiro de la obra de Bukowski. ¿Crees que los problemas nos definen como seres humanos?

      Se apoyó en la pared, miró al tejado del edificio de enfrente y contestó:

      ─No podemos negar que los problemas tienen un impacto significativo en nuestras vidas. Pero más que definirnos, son nuestras reacciones ante ellos las que revelan nuestra verdadera naturaleza. La forma en que enfrentamos los problemas, la resiliencia que mostramos y la voluntad de seguir adelante a pesar de todo, eso es lo que nos define como seres humanos.

      ─Sí, creo que sí. Aunque no sé si Bukowsky estaría muy de acuerdo con esto. Los problemas son el combustible que impulsa nuestro crecimiento y nuestra evolución. Son las piedras en el camino que nos desafían a superar nuestros propios límites. Aunque a veces parezcan abrumadores, son una parte intrínseca de la experiencia humana y debemos abrazarlos como oportunidades para ser mejores ─dije convencido.

      Sonrió ampliamente y contestó:

      ─Sí Bukowski estuviese aquí nos mandaría a hacer gárgaras, él era un cínico desde el punto de vista de las cuatro acepciones del diccionario. Bueno, nos diría palabras aún más gruesas.

      Reí también y añadí:

      ─Sí, los problemas pueden ser duros, pero también pueden ser los impulsores de nuestra grandeza. Hay que seguir escribiendo, seguir luchando y nunca dejar que los problemas nos detengan en nuestro camino hacia la autenticidad, ¿no?

      ─Sí, quizás. Posiblemente eso sea lo bonito...

      Tuve la impresión de que no lo decía muy convencido; no sé.

miércoles, 5 de julio de 2023

La risa balsámica (3)

 

      El último párrafo que leí consciente fue: «Maté cuatro moscas mientras esperaba. Maldita sea, la muerte está en todas partes. Ni hombres, ni pájaros, ni fieras, ni reptiles, ni roedores, ni insectos, ni peces, ninguno tenía una oportunidad. El final estaba fijado. No sabía qué hacer. Me empecé a deprimir. Ya saben, veo al dependiente del supermercado metiendo en la bolsa lo que he comprado y a continuación le veo metiéndose en su propia tumba junto con el papel higiénico, la cerveza y las pechugas de pollo». Ahí me quedé dormido.

      Estuve leyendo “Pulp”, un enredo impresionante de Bukowsky. Creo que es la última novela que escribió en la que se combinan humor, tragedia, lo real y lo surrealista. Un extraño homenaje al género denominado “literatura pulp” de mediados del pasado siglo. No obstante poco puedo decir, todavía voy por la página 66.

      En realidad buscaba una frase para iniciar la conversación de hoy con Juanai. Al despertar la encontré en otra de sus obras: «A veces sales de la cama en la mañana y piensas que no lo podrás lograr, pero te ríes por dentro porque recuerdas todas las veces que te has sentido de esa forma».

      Cuando me encontré en su esquina con él se la dije, sin ni siquiera darle los buenos días.

      ─Oye, Juanai, a veces sales de la cama en la mañana y piensas que no lo podrás lograr, pero te ríes por dentro porque recuerdas todas las veces que te has sentido de esa forma.

      ─Esa sensación, mi amigo, es el motor de la vida ─dijo riendo. Esas mañanas en las que todo parece imposible son las que te recuerdan que estás vivo, que estás dispuesto a enfrentarte a los desafíos que se te presenten.

      ─¿Sabes que es una frase de Bukowski?, ¿no?

      ─Claro que sí.

      ─Es curioso cómo la duda y el miedo pueden ser nuestros compañeros más constantes. ¿No crees que a veces se convierten en nuestros peores enemigos?

      Se quedó mirando a lo largo de la calle, había como un conflicto entre dos conductores y la fila de coches se iba engrosando hasta casi llegar a la esquina de Juanai.

      ─Sin duda. La duda y el miedo son como sombras que nos persiguen a lo largo de nuestras vidas. Pero, paradójicamente, también son fuentes de fortaleza. A través de esos momentos de incertidumbre, nos encontramos a nosotros mismos, descubrimos nuestra resistencia y aprendemos a reírnos de nuestros propios miedos.

      ─¿Tú crees que la risa es la clave para superar esos momentos de duda?

      ─La risa, mi amigo, es una poderosa arma contra la adversidad. Reírnos de nuestras propias debilidades y miedos nos libera de su control. Nos permite enfrentar los desafíos con una perspectiva diferente, con un sentido de valentía y desafío. La risa nos recuerda que, a pesar de todas las veces que hemos sentido que no lo podríamos lograr, hemos seguido adelante y hemos sobrevivido.

      Y comenzó a reír, aunque pienso que la risa le salía un tanto forzada. Cuando acabó con sus carcajadas de ficción le dije:

      ─Entonces, ¿la risa es una especie de rebelión contra nuestras propias limitaciones?

      ─Exactamente. La risa es una forma de rebelión contra nuestras propias limitaciones y contra las expectativas impuestas por el mundo. Nos permite desafiar las circunstancias, encontrar belleza en medio de la oscuridad y seguir adelante incluso cuando todo parece estar en nuestra contra.

      Un poco intrigado le pregunté:

      ─¿Cuál crees que es la clave para mantener ese sentido del humor?

      ─La clave, mi amigo, es no tomarse a uno mismo ni a la vida demasiado en serio. Aprender a reírse de uno mismo, de nuestras fallas y fracasos, nos permite abrazar la humanidad en su totalidad. El humor es una forma de aceptación y de liberación. Nos ayuda a encontrar consuelo y a seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros.

      Se tomó un respiro y luego añadió:

      ─Recuerda, amigo, que el humor y la capacidad de reírnos de nosotros mismos son poderosas herramientas para enfrentar los desafíos de la vida. Hay que seguir riendo, seguir luchando y nunca rendirnos...

lunes, 3 de julio de 2023

El hombre de la esquina (2)

 

      Aquella mañana me levanté un poco obsesionado con el hombre de la esquina, con Juanai el loco. Desayuné con bastante prisa, me fui a buscarlo y allí le encontré, incólume. Nos saludamos y me senté en la acera apoyando mi espalda en la desconchada pared. Permanecimos en silencio unos tres minutos.

      Después él se sentó a mi lado. Las pocas personas que por allí pasaban nos miraban con recelo, imaginé que pensaban: “¡Otro loco!”.

      Mirando a la pared de enfrente le pregunté:

      ─Oye, Juanai, ¿has pensado alguna vez en cómo las palabras bonitas, al igual que las mujeres bonitas, se arrugan y mueren?

      Hizo un amago de silbido que no llegó a concretar y dijo:

      ─Ah, qué pregunta interesante. Sí, he pasado muchas noches en vela reflexionando sobre ello. Las palabras bonitas, al igual que las mujeres bonitas, pueden cautivar y seducir, pero al final, están destinadas a marchitarse y perder su brillo. Por cierto, la pregunta que me haces es también una frase de Bukowsky.

      Confirmé la procedencia de la frase y añadí:

      ─Es una lástima, ¿no crees? Parece que la belleza, ya sea en las palabras o en las mujeres, es efímera y fugaz. ¿Qué opinas al respecto?

      Juanai siempre habla entre grandes pausas, es como si se relamiese en sus propios pensamientos.

      ─Bueno, mi amigo, la belleza es solo una ilusión temporal. Al igual que las palabras bonitas que una vez encantaron, las mujeres bonitas también envejecen y se enfrentan a las arrugas del tiempo. Pero eso no significa que no haya una belleza duradera en ellas.

      Ahora pasó por delante de nosotros una señora que nos miró con extrañeza haciendo un gesto con los labios y la boca.

      De nuevo le ataqué con una pregunta:

      ─¿A qué te refieres con una belleza duradera?

      Pienso que debo acostumbrarme a sus enormes pausas. Al cabo de unos interminables momentos me dijo:

      ─Creo que la belleza que perdura no está en la apariencia externa, sino en las experiencias de vida, en las cicatrices y en la profundidad de las emociones. Esas mujeres que han pasado por situaciones difíciles, que han amado y han sido amadas, que han sentido la tristeza y la alegría en su máxima expresión, llevan una belleza que no se desvanece con los años.

      Me pareció una bonita respuesta y le respondí de inmediato:

      ─Interesante perspectiva, Juanai. Entonces, ¿crees que lo mismo se aplica a las palabras?

      ─Definitivamente. Las palabras que han sido escritas desde las entrañas, las palabras que expresan los verdaderos sentimientos y las experiencias vividas, esas palabras no se arrugan y mueren. Permanecen como testigos de la vida y la pasión que las generó.

      La pregunta me surgió de inmediato:

      ─Entonces, ¿cuál es el propósito de escribir palabras bonitas si están destinadas a desvanecerse?

      ─Quizás es que el propósito de escribir palabras bonitas no es conservar su belleza eternamente, sino capturar momentos de verdad, de emoción y de humanidad. A través de esas palabras, podemos encontrar consuelo, comprensión y conexión con otros seres humanos. Aunque las palabras bonitas se desvanezcan, su impacto en los corazones y las mentes de quienes las leen puede perdurar.

      Estar sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared y las piernas replegadas no era cómodo y opté por ponerme de pie. Mientras lo hacía le dije:

      ─Opino que esa es una visión poderosa. Me has dado mucho en qué pensar. Tal vez, al aceptar la fugacidad de la belleza, podemos encontrar un nuevo significado en las palabras y en las mujeres que va más allá de su apariencia efímera.

      También él se levantó del suelo:

      ─Así es, amigo mío. La vida es un constante fluir de experiencias, y es en ese flujo donde encontramos la verdadera belleza. Las palabras y las mujeres pueden desvanecerse, pero lo que importa es cómo las vivimos y cómo dejamos una huella en el mundo mientras estamos aquí.

      Pensé que quizá era un buen momento para marcharme y dije:

      ─Gracias, Juanai. Ha sido un placer tener esta conversación contigo.

      Y muy cortés contestó él:

      ─El placer ha sido mío. Recuerda, amigo, que en la brevedad de la belleza hay una eternidad de significado y que las palabras, al igual que las mujeres, tienen el poder de transformarnos.