miércoles, 27 de septiembre de 2023

El "zatsudan", la pequeña charla

      Hablaba el maestro Hyakujo al novicio Tozan sobre las crisis modernas; le hacía una crítica a la extremada polarización, a la falta de diálogo y la confrontación en la política contemporánea, donde muy a menudo se priorizan los intereses partidistas sobre el bienestar de la sociedad en su conjunto. Le instaba a reflexionar sobre cómo abordar las diferencias y los conflictos en la sociedad actual. Le recordaba la tremenda importancia de cultivar valores como la compasión y la moderación en lugar de ceder al odio y la autoglorificación. A menudo le comentaba algo sobre la necesidad de un liderazgo ético y responsable en un mundo cada vez más complejo y dividido.

      También le hacía pensar sobre lo tóxica que podía ser la tendencia a odiar al enemigo. El odio, como emoción destructiva puede llevar a la venganza y al conflicto sin fin. Le decía que en muchos contextos, la hostilidad hacia los enemigos se perpetúa y se transmite de generación en generación.

      Esto era el “Zatsudan”, que es un término japonés para describir una «pequeña charla». El prefijo “Zatsu” se refiere a la rica diversidad de temas en una conversación.

      Después del “Zatsudan” solía venir un cuento, a modo de parábola. Aquel día le contó una vieja historia que Tozan ya había escuchado alguna vez.

«Hace muchos años, en un rincón apartado de un pueblo oriental, vivía un hombre honrado llamado Li y su hijo, Ming. Ming era un joven de corazón puro, siempre siguiendo los pasos de su padre y aprendiendo las virtudes de la honestidad y el respeto.

Un caluroso día de verano, decidieron aventurarse juntos en las montañas. El sol brillaba intensamente, y el bosque ofrecía un refugio fresco y sereno. Li y Ming se tumbaban en la hierba, disfrutando de la paz que la naturaleza les brindaba. Los cantos de los pájaros y el susurro del viento eran su única compañía.

Sin embargo, la tranquilidad se vio interrumpida cuando una mosca de establo zumbó cerca de la cabeza de Li. Ming, preocupado por su padre, se despertó rápidamente. Su corazón lleno de bondad y respeto por su progenitor, agarró un bastón y, con gran cuidado, intentó golpear a la pesada mosca que molestaba a su padre.

El insecto logró esquivar el golpe y se elevó en el aire, alejándose en busca de otro objetivo. Pero cuando Ming se volvió hacia su padre, una escena devastadora lo esperaba. Li yacía inmóvil, su rostro sereno, pero su corazón había dejado de latir.

Ming sintió que su mundo se derrumbaba. Su corazón sincero y su amor por su padre lo habían llevado a actuar impulsivamente contra el enemigo, la mosca, sin darse cuenta de las consecuencias.»

4 comentarios:

  1. Interesantes enseñanzas que hay que recordar siempre y, quizás, más en éstos tiempos que corren. Gracias.

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  2. Es tan importante y actual estas enseñanzas que debían tener un eco mayor.

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  3. Lo he compartido en mi muro de Facebook. Nos viene muy bien, estas enseñanzas, para meditar y evitar las posibles y tristes consecuencias .

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  4. Sabios consejos. Almacenar odio en el corazón afecta a la persona, que va a transmitirlo sin tener presente, ni conocer el alcance de la transmisión inconsciente, o con intencionalidad manifiesta. Es el efecto espiral, que no sabremos hasta donde llegará.

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