Había una vez, en un pueblo pequeño en la falda de una montaña, un anciano maestro zen llamado Hyakujo. A menudo casi todos los aldeanos acudían a él en busca de consejos y orientación, pues siempre parecía tener una buena respuesta para cada pregunta.
Un día, un joven llamado Tozan llegó a la aldea en busca de sabiduría. Había oído hablar de Hyakujo y sus dones de entendimiento. Tozan deseaba aprender el secreto de la sabiduría y la certeza en un mundo lleno de incertidumbre.
Tozan se acercó a Hyakujo y le preguntó:
─Maestro, ¿cómo puedo conocer la verdad y vivir sin dudas en un mundo tan confuso?
Hyakujo respondió con presteza:
─La verdad, joven Tozan, es un río en constante cambio. No puedes abrazarla con certeza, pero puedes aprender a navegar en sus aguas.
Paseando, Hyakujo llevó a Tozan a una fuente en el centro del pueblo y señaló el agua que fluía.
─Mira este arroyo, Tozan. ¿Puedes ver cómo el agua siempre se mueve y cambia? Así es la vida. La certeza absoluta es como tratar de atrapar agua con las manos.
Tozan asiente con la cabeza, tratando de entender el mensaje y preguntó:
─Pero, ¿cómo puedo saber qué es cierto y qué no lo es?
Hyakujo sonrió y después de una pequeña pausa le dijo:
─La vida no siempre es tan sencilla que nos permite saber qué va a pasar y cuándo. Las personas inteligentes se sienten cómodas en esa ambigüedad y no tienen miedo a la incertidumbre. En lugar de tratar de resolver o evitar las contradicciones, tienen la capacidad de adaptarse a ellas y aceptar las contradicciones y paradojas como parte integral de la realidad de la vida.
Tozan meditó sobre estas palabras mientras observaba el agua fluir. Comprendió que la sabiduría no radicaba en conocer todas las respuestas, sino en aceptar la realidad tal como era.
Los días se convirtieron en semanas, y Tozan siguió visitando a Hyakujo para aprender más haciéndose su discipulo. A medida que pasaba el tiempo, se volvía más flexible en su pensamiento y más abierto a la idea de que la vida era un flujo constante de cambios.
Un día, Tozan le preguntó al maestro:
─¿Cómo se pueden tomar decisiones importantes sin estar seguro de cuál es la respuesta correcta?
Hyakujo respondió y le dijo:
─Ser flexibles en esta manera de pensar es lo que permite no dejarse guiar por dogmas o prejuicios, y desarrollar más la intuición y la capacidad para tomar decisiones, incluso en ausencia de datos completos o de garantías.
Tozan aprendió a confiar en su intuición y abrazar la incertidumbre como parte de la aventura de la vida. Se dio cuenta de que, al aceptar el cambio y ser consciente de que la verdad era un río en constante movimiento, podía encontrar su camino a través de las aguas turbulentas de la vida con gracia y sabiduría.
Desde entonces, Tozan dejó de ser un novicio y se convirtió en un sabio más por derecho propio, compartiendo las lecciones que había aprendido de Hyakujo con otros que buscaban respuestas en un mundo repleto de interrogantes. Juntos, Hyakujo, Tozan y una multitud de seguidores, enseñaron sobre las incertidumbres de la vida y navegaron entre ellas con valentía y humildad, sabiendo que al final, la verdadera sabiduría estaba en abrazar la ambigüedad y aceptar las paradojas de la existencia.
¡Uy! Me encantan estos escritos de cuentos japoneses u orientales. Siempre hacen pensar y tienen alguna cosa que te llega; además son cortitos y se leen estupendamente e incluso se memorizan bien para después contarlos o recordarlos. Muchas gracias.
ResponderEliminarDesde luego son relatos muy interesantes. Creo que estos cuentos orientales son análogos a las parábolas, una parábola no es más que una historia o relato que utiliza acontecimientos y personajes para transmitir una lección moral, una enseñanza o lanzar un mensaje importante.
ResponderEliminarEstos cuentos zen u orientales, al igual que las parábolas se utilizan para ilustrar valores, principios éticos o reflexiones sobre la vida de una manera alegórica o simbólica. Estas historias suelen ser sencillas en su estructura pero llenas de significado. Se utilizan también para provocar la reflexión y el pensamiento crítico en lectores o escuchantes. Los ejemplos clásicos de parábolas incluyen las historias de Esopo y las parábolas bíblicas de Jesús, como la parábola del buen samaritano o la parábola del hijo pródigo.