sábado, 15 de noviembre de 2025

Mi terrible amiga Selena

      Me siento raro… como si mi vida se hubiese quedado en pausa casi sin avisarme; por eso escribo muy poco en los últimas semanas.

      Hay días en los que me despierto con desgana, otros con una incertidumbre que me aprieta el pecho, y casi siempre con un cansancio que no entiendo del todo. Es como caminar con una nube encima: no llueve… pero pesa.

      De verdad que intento seguir, cumplir, avanzar, pero algo dentro de mí se enreda. Posiblemente pienso y dudo demasiado. Y en medio de todo, aparece una especie de angustia silenciosa, esa que no hace ruido pero te acompaña a todas partes.

      Y fue ahí, justo en ese momento en que ya no sabía si necesitaba un consejo, un abrazo o un mapa, cuando pensé en Selena, mi amiga tarotista. La que siempre me mira como si pudiera ver un poco más allá de lo que digo. La que mezcla humor, intuición y verdad sin pedir permiso. La única capaz de hablarme claro sin romperme… y de hacerme reír incluso cuando estoy por rendirme.

      Por eso fui a verla. Porque necesitaba una voz honesta. Una guía o, quizás, un buen empujón. Y, ¿por qué no?, un toque de esa magia suya que siempre termina acomodándome el alma.

      Ella empezó así:

      ─A ver, corazón… ven, siéntate aquí cerca. Prometo no morder. Bueno… no hoy. Te voy a hablar como cuando vienes a verme, te sirvo algo rico, mezclo mis cartas y tú me miras como si yo tuviera la respuesta a todos los misterios del universo. (Lo cual, dicho sea de paso, no está tan lejos de la verdad).

      ─¡Vamos a ver! ─le dije con cara de palo.

      ─¡Ea! Iremos a lo importante: tu bienestar. Te lo digo con cariño… y un poquito de ese encanto mío que tú ya conoces.

      Primero: Vive un día a la vez, que no hace falta que seas un héroe. No tienes que salvar al mundo en una tarde. Ni a tus preocupaciones. Solo pregúntate: “¿Qué puedo resolver hoy… sin que se me caiga más pelo?”. Haz eso. Y te vas a sentir más ligero. Créeme.

      En segundo lugar: Mira la preocupación de frente. Como me miras cuando quieres saber si la carta que saqué es buena o mala. Define qué te inquieta. Piensa en el peor escenario —sí, ese que dramatizas un poquito— Acéptalo. Y luego busca cómo mejorarlo. Verás cómo la preocupación se hace pequeñita. Casi tan pequeña como la resistencia que tienes cuando te digo una verdad incómoda.

      Tercero, y muy importante: Muévete, guapo. La acción te sienta bien. Nada alimenta la preocupación más que quedarte  quieto. Da un paso. Uno. Llama. Ordena. Escribe. Decide. La acción en ti funciona como un buen perfume: se nota… y te queda de maravilla.

      Cuarta cosa: Ritual de gratitud sencillo —sin velas, salvo que quieras que las encienda yo. Escribe tres cosas buenas del día. No me pongas excusas. ¡Tres! Aunque sea “hoy dormí bien”. Tu mente necesita recordarte que en tu vida hay más luz de la que ves. Y yo también te lo recuerdo… cuando te miro y sonrío.

      Y lo último por ahora: Recuerda que casi nada de lo que temes se convierte en algo real. Tu imaginación es intensa, eso ya lo sé. Pero la realidad suele ser mucho más amable contigo. Así que deja de pelearte con fantasmas. Los únicos seres misteriosos que necesitas cerca son mis cartas… y quizá yo, ¿no?

      ─Mira, cariño: tu bienestar empieza cuando dejas de exigirte tanto. Cuando eliges lo que te calma. Cuando decides avanzar sin dramas innecesarios.

      Y terminó así:

      ─¡Respira! Da un paso. Y si necesitas ayuda… ya sabes dónde encontrarme. Con mis cartas, mi humor… y una sonrisa que, espero, también te haga bien.

4 comentarios:

  1. Mirar todo con positividad .La vida, como viene ,aunque sea dura ,hay que afrontarla con ojos vivos y corazón más abierto .

    ResponderEliminar
  2. Los primeros párrafos son reconfortantes y tranquilizadores, apacientan el alma. Muchas gracias por volver.

    ResponderEliminar
  3. Aquí estoy cuando quieras. Tenemos muchos cafés pendientes 🌷

    ResponderEliminar