Estas anteriores noches de calor han sido terribles, pero cuando con ese hervor nocturno te pones a reflexionar, la cosa se pone aún peor y muchas veces llegamos a la distopía de «1984».
Hace unos días, y no recuerdo dónde, leí una especie de parábola que primero me hizo sonreír pero que después me caló más hondo.
Venía a decir la historia que los pobres ciudadanos de todos los países ─por generalizar─ formamos parte de un gran rebaño de estúpidos animales en manos de unos poderes disfrazados de pastores, estos ovejeros, aparentan cuidar del ganado (que somos nosotros, no lo olviden) y que nos defienden de los lobos, que nos tratan de curar de cualquier Covid que haya por ahí. Con estos y otros espejismos nos hacen olvidar su auténtica meta, que es sacar alguna ganancia de cada animal del hato.
Hagamos uso ─un poco─ de la disminuida imaginación que nos queda (o nos dejan tener). Vamos a pensar una pizca... ¿Si fuésemos uno de estos animalitos seríamos capaces de vivir fuera de esa hacienda sin esos pastores que nos protegen y nos cuidan? ¿Escogemos, sin dudar, una vida atada a la manada y a las ordenes de los que nos pastorean hasta que nos lleven al matadero? ¿Nos decantamos por seguir subsistiendo dentro de la jaula en vez de volar en libertad?
¡La reflexión es espeluznante!
ResponderEliminarQue estamos inmersos en una distopía es evidente. Que Orwell fue un visionario (o al menos fue capaz de detectar algunas señales), también. Que seamos conscientes de ello en general, creo que cada vez más. Pero volar en libertad pienso que sólo es posible en la imaginación. Porque vivimos en una sociedad "libre" pero nunca hemos tenido que controlar tanto las palabras y la expresión de las ideas para vivir en paz.
ResponderEliminarEso da miedo.
ResponderEliminarNo sé cuál es la solución.
He leído en algún sitio que si preguntaras a un pavo, unos días antes de Navidad, qué piensa de su granjero te diría que es una persona maravillosa que se preocupa mucho por su salud, alimentación etc. y que lo cuida mucho.