La palabra “robot” ha sido una de los éxitos más grandes de la creación lingüística, nació a principios de la segunda década del siglo XX de la mano del escritor checo Karel Čapek (aunque parece ser el verdadero creador de la palabra fue un hermano suyo). Unos pocos años después Isaac Asimov la popularizó extraordinariamente.
Pero deseo referirme a la palabra robot con el añadido de “social”. Cada día veo más acertada la idea ─o el concepto─ de la expresión «robot social». Al robot social lo podemos definir como el humanoide esclavizado que pretende fabricar eso que se ha dado en llamar «El Sistema», la producción de este engendro se está acelerando cada vez más y más con los innumerables recursos al alcance del Sistema.
Los citados humanoides sólo serán capaces de hacer unas cuantas cosas, pocas, y ni siquiera sabrán muy bien lo qué hacen al estar desprovistos de sentido crítico (el enemigo mortal del Sistema). Estos seres se movilizarán para ejecutar acciones específicas, fundamentalmente, ataques furibundos a todos aquellos que tengan la osadía de pensar diferente a lo que ellos tienen programado, por eso es muy certera la denominación de “robots”, que serán manejados a través de eslóganes y lemas, de modas impuestas y a sentimientos manipulados; la razón y la lógica más elemental serán asuntos totalmente marginados.
Los robots sociales son los nuevos guerreros de este demencial orden mundial, soldados desbordantes de fanatismo y repletos de agresividad ─si no me creen pueden dar un paseo atento por la red “Twitter”─ movidos y alimentados por el odio, dirigidos por muchos medios de comunicación. El nivel de alienación que alcanzan los robot sociales hacen inviable, inservible y cada vez más inútil el dialogo racional.
¿Somos ya todos, en cierta medida, «robots sociales»?
Sí, eso es lo que quieren.
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