De vez en cuando revuelvo papeles para ver qué puedo tirar por inservible o caduco, no lo hago con la frecuencia que desearía, mi amor al desorden no me lo permite. Hoy tomé un gran fajo de folios, cuadernos y recortes que tenía sobre una silla y comencé a curiosear entre ellos. Allí me apareció una de mis infinitas cartulinas escritas de tamaño media cuartilla, con la frase: «Tras las nubes oscuras el sol brilla más fuerte». Dejé la tarea emprendida y con la tarjeta comencé a abanicarme y a pensar.
Enseguida observé el parecido con el viejo refrán español que dio nombre a una de las obras del escritor, casi no recordado, Juan Ruíz de Alarcón que vivió en las últimas décadas del siglo XVI y primeras del XVII, allá por el nunca bien ponderado Siglo de Oro español. Naturalmente me refiero al famoso: «No hay mal que por bien no venga». Uno de los refranes ─dicho sin ironía─ que tiene inequívocos rasgos optimistas, cariz no frecuente en nuestro extenso refranero; aunque también observo en él un sesgo conformista y desencantado, algo así como que las cosas van mal y nos fastidian, pero quizás algún día brote una brizna de esperanza futura.
Busqué el proverbio ─para ver el equivalente─ en el país vecino y allí dicen: «Há males que vêm por bem». Me sorprendió porque creí ver (¿me equivoco?) una deformación del nuestro para uso de políticos desvergonzados que desean vender su maligno producto a toda costa.
O sea, tenemos drama, crisis, ruina, miseria... Pero ─no se apuren─ todo esto nos viene para bien.
Hay día que mi orgulloso positivismo parece que se haya ido de vacaciones. Hoy todos los políticos me tienen más allá de las narices
ResponderEliminarMe ha encantado ! 👌👏
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