Esta mañana bien temprano en España hablaba con mi amigo japonés, ya saben ustedes, Takumi Kimura. Hacía bastantes semanas que no echaba una parrafada con él y se me apetecía mucho pues él es una persona que siempre te aporta algo interesante. Me he quedado con una sensación un tanto extraña, le he visto con pocas energías, no sé; él siempre tan dinámico, fuerte, juvenil. Hoy le he notado desanimado, bajo, sin ganas...
Le pregunté por sus constantes viajes. Su respuesta fue seca, aunque educada como siempre.
─No volveré a viajar, me voy a quedar aquí, no deseo ir ya a ninguna parte. Estoy en un proceso de desilusión de todo.
─¿Cómo es eso? ─le dije perplejo─. Tú siempre has valorado mucho tus viajes, tus experiencias por el mundo, ¿qué te ocurre?
Paró de hablar unos segundos y me dio la impresión de que tenía la mirada perdida en el vacío.
─Ante la absurda situación del mundo voy a pararme a pensar, a tratar de respirar y a nacer, en caso de que sea posible, por una segunda vez. Debo vaciarme de todo lo que no soy yo.
─¡Eso suena muy místico! ─exclamé.
Le vi esbozar una ligerísima sonrisa y contestó:
─Deseo dejar de tener experiencias sean del tipo que sean, voy a limitarme a vivir, a dejar que la vida se exprese a través de mí de la forma que sea, y no colmarla con la artificialidad de viajes, lecturas, relaciones, búsquedas, frivolidades... ¿No te has fijado nunca en que nuestras experiencias compiten con la vida e, incluso, la consiguen marginar?
Creo que le escuché atónito y no supe bien qué decirle. Él continuó hablando:
─¿Sabes que en mi país antiguamente para moler el trigo los hombres del campo utilizaban caballos para mover las ruedas de los molinos? Incansables, los caballos daban vueltas y vueltas durante todo el día impulsados por el deseo de coger una zanahoria que les colgaba por encima de los belfos. Llegada la noche, después del día agotador, se les permitía comer la zanahoria.
─¿Y qué? ─le pregunté.
─¡Pues que esa es exactamente la imagen de nuestra civilización hoy!
Quedé un poco pensativo y le contesté que tenía razón.
Miles de borregos, que no caballos, detrás de una zanahoria.
Tomo prestada tu frase: Siempre aportas algo, cultura
ResponderEliminarTakumi Kimura está agotado y agobiado, como todos, necesita relajarse, calmarse, sucederá lo que tenga que suceder. A lo peor, con las vacunas, nos convertimos de aquí a diez o veinte años en medusas, dará igual, la mayoría seremos asquerosas medusas.
ResponderEliminarQué cierto, vivimos inmersos en una cantidad de cosas, que acabamos por no disfrutar de lo que es nuestra propia vida.
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