Todos tenemos palabras que nos gustan y satisfacen, aunque casi nunca nos paramos a pensar en ellas e, incluso, no tenemos idea de qué vocablos son. Los hay de todo tipo; adjetivos, verbos, adverbios,...
Le daba vueltas a esto y llegué a la conclusión de que las palabras que más satisfacen son los verbos y, probablemente, gustan los verbos porque marcan acción de muchas maneras. Por ejemplo, uno de ellos es el verbo “inhibir”, o su contrario “desinhibir”, que se utiliza mucho más. Inhibir parece que se utiliza a menudo como término médico para indicar la suspensión por un tiempo determinado una función o actividad del organismo mediante la actuación de algún tipo de estímulo.
Sin embargo, “desinhibir” es intentar que alguien pierda las inhibiciones y se comporte de una manera natural, sencilla y espontánea sin miedos ni vergüenzas. Esto me condujo a considerar que se podrían considerar dos tipos de desinhibición diferenciados: el de la vergüenza y el de los miedos. Aunque hemos de reconocer que entre vergüenzas y miedos hay intersecciones. Incluso se podría añadir que hay desinhibiciones elegantes y desinhibiciones zafias.
No dudo que en todas estas consideraciones puede existir mucha subjetividad, lo admito, pero personalmente me agradan las que llamo desinhibiciones elegantes, que son aquellas que se llevan con donosura y gracia.
Estábamos sentados en un bar disfrutando el agradable sol del mediodía en el invierno del sur. Bebíamos cervezas en vasos grandes y tapeábamos con unas exquisitas croquetas de diseño moderno. Conversábamos y reíamos informalmente.
Pasado un rato, una de nuestras amigas se levantó con la inequívoca intención de ir al baño. Regresó al cabo de unos minutos y ─sin inmutarse─ nos dijo que un inoportuno golpe de tos le habían distendido los músculos del aparato urinario y que se había miccionado en los pantalones dejándolos con una larga y oscura ristra húmeda.
Totalmente desinhibida y con serena solemnidad se volvió a sentar en su silla, habiéndola orientada antes hacia el sol, alargando sus piernas.
Desinhibición elegante; nada le alteró, ni nadie se escandalizó.
La temperatura, el sol, la charla y las risas harían el resto...
¡Tremendo! Únicamente conozco a dos señoras que pueden hacer esto con tanto señorío y sin perder la dignidad en ningún momento. Pero, ¿es verdadera la anécdota?, ¿te la has "inventado"?
ResponderEliminarSeguro que eres capaz de habértela inventado.
No me la he inventado, es totalmente cierta, de anteayer.
EliminarJajaja... papá decía que la cualidad más importante del ser humano era la NATURALIDAD... buenísimo un hurra para la Señora y otro para el narrador.
ResponderEliminarUna misma situación puede dar lugar a una desinhibición elegante o a una zafia. Depende de la elegancia y naturalidad de quién la protagonice, como en el caso de tu amiga...
ResponderEliminar¡El ataque de tos ha dado para mucho! ¡Genial! Me he reído mucho con tu ocurrencia. Felices fiestas navideñas y obséquianos con otra originalidad. Un abrazo.
ResponderEliminarAquí, las ganas aparecen súbitamente, 😭 digamos que la información de que
ResponderEliminarsu vejiga está llena le llega tarde al cerebro y la orden de buscar rápido un baño no llega cuando debe llegar. Bravo por ella que supo afrontar el problema sin preocupación alguna dejando que el sol se ocupará del resto 👏👏
La desinhibición de tu amiga además de elegante, me parece oportunamente simpática. ¡Cuánto tenemos que aprender!
ResponderEliminarGracias teacher.
Creo que ésta señora existe y además la conocemos. ¿Recuerdas la tertulia? Enhorabuena, eres un narrador excelente.
ResponderEliminarGracias Gonzalo, el personaje existe, desde luego, es una estupenda amiga mía, mujer de una personalidad muy acusada.
EliminarUn fuerte abrazo.
Muito bom e cômico...leer sem tradução também é um pouco rsrsrs...vou reeler...
ResponderEliminarGostei muito do relato da pobre mujer...que situação.!!.
Isto pode nos acontecer...depois de um certa idade...
Un abrazo! Buenos fim de semana
Muito obrigado Helcy!
EliminarÉ uma grande honra pra nós saber que existem pessoas, amigos, que nos lêem tão longe quanto no Brasil.
Um abraço forte.