Tal como le prometí a Kimura esta mañana lo llamé para charlar un rato y para ver cómo está de sus temores y obsesiones; cosas que yo creía propias de nosotros, los occidentales, pero de las que los japoneses también participan, incluso mucho más de lo que nosotros creemos. Nadie está a salvo.
Después de los saludos preliminares me espetó la siguiente pregunta:
─¿Tú crees que estoy neurótico?
No supe, en principio, si empezar a reírme o responderle con toda la seriedad posible; después de considerarlo unos instantes opté por esto último:
─Imagino que sabes que el término neurosis se refiere a una forma de comportamiento que se repite de manera regular y que a menudo conduce a relaciones inadecuadas con uno mismo, con los demás y con el entorno. Esto puede incluir una cierta desesperación por no querer ser uno mismo o por querer ser uno mismo, pero no poder hacerlo. Estas dificultades pueden aumentar el riesgo de síntomas de ansiedad o depresión.
Como vi que se tomaba algunos segundos para asimilar mi contestación, le añadí:
─No creo que tú seas un neurótico. O, al menos, no eres más neurótico de lo que somos todos los demás. Aunque, eso sí, cada uno dentro de su mundo real y de sus circunstancias.
Ahora respondió rápido:
─Pues yo creo que tengo ya síntomas de ansiedad y una pizca de depresión.... Sí, creo que estoy un tanto neurótico.
Le sonreí a través de la pantalla y le dije:
─No te preocupes, eso es un signo de la época que estamos viviendo, todos estamos con algo de neurosis. Mira a tu alrededor, seguro que verás señales de eso por todas partes.
De golpe preguntó:
─¿Y la memoria?, ¿qué me dices de la memoria? Tenía una memoria portentosa, siempre la he tenido, y ahora estoy, a diario, con lagunas preocupantes. Un día pierdo las llaves, otro no me acuerdo de números telefónicos habituales, otro no recuerdo qué libro estaba leyendo ni dónde lo puse ayer... ¿Tampoco es eso preocupante? ¿Es hipocondría?
─Esto último no lo excluyo, también creo que todos tenemos algunas papeletas de hipocondría, son los tiempos, la educación, las tensiones...
─¿Y la memoria? ─insistió.
─Mira, vamos a pensar en positivo. Lo probable, es que te suceda eso que se llama actualmente olvido senil beningo que es una alteración leve de la memoria que puede presentarse con el avance de la edad. Esto se manifiesta comúnmente en actividades cotidianas, como el olvido de nombres o números telefónicos. Aunque es normal experimentar algunos cambios en la memoria a medida que envejecemos, el olvido senil benigno no suele afectar significativamente la calidad de vida de las personas que lo padecen. Así que no es preocupante, es cosa normal que le ocurre al 90% de la gente con el paso de los años.
Su cara cambió y empezó a tener un tono más alegre. Entonces preguntó:
─¿Todo esto lo estás aprendiendo en tu “neurociencia”?
Afirmé riendo con inclinaciones de cabeza.
Me quedo un poco tranquilo. Gracias por lo que aportas en estos asuntos tan delicados para los que ya peinamos muchas canas. Un abrazo.
ResponderEliminarCierto, los que peinamos canas, debemos estar muy advertidos y al tanto de todo esto. Un abrazo.
EliminarMuy interesante lo que nos cuenta Kimura, con nuestro buena Amigo Ignacio Blanquer, y el remate muy corto y bueno de Gabriel, Muchas Gracias Ignacio.
ResponderEliminarBueno, me quitas un peso de encima, porque yo estoy como Kimura, y lo del "olvido senil benigno" me acompaña a todas partes.... 😄🙃
ResponderEliminarBuen jueves !!