
Mi vida, y mañana se cumple un mes, ha dado un vuelco radical. Ahora dedico ─sin querer a veces─ mucho tiempo a eso de tratar de entender la existencia. A lo largo de la vida, casi todos nos hemos preguntado alguna vez para qué estamos aquí. La cuestión aparece en momentos de calma, en días complicados o incluso en situaciones cotidianas. A veces encontramos una respuesta momentánea. Otras veces preferimos no pensar demasiado y seguir con nuestras rutinas. Pero la pregunta vuelve, porque forma parte de nuestra naturaleza. ¿No les ocurre a ustedes también?
Y siempre, antes de buscar un sentido concreto, surge otra duda previa: ¿tiene la vida algún sentido?
Si pensáramos que no lo tiene, nada importaría demasiado. Nuestras acciones serían como un juego sin normas ni objetivo. Un juego sin campo, sin equipos y sin marcador, con millones de personas moviéndose sin rumbo. Esa idea, llevada al extremo, nos muestra lo estéril que sería vivir sin asumir al menos una pequeña finalidad. Por eso tiene sentido empezar creyendo que la vida sí posee un propósito, aunque este no siempre sea evidente.
Una vez aceptado esto, llega la gran pregunta: si la vida tiene un sentido, ¿cuál podría ser? Pienso que la respuesta no necesita ser complicada. La vida puede entenderse como una oportunidad para hacer cosas, aprender y disfrutar. Estas tres ideas abarcan lo esencial y ayudan a orientar nuestras decisiones.
Hacer cosas significa actuar. Implica movernos, crear, trabajar, mejorar nuestro entorno o participar en él. No hace falta que sean grandes logros. A veces basta con realizar pequeñas acciones que nos permitan avanzar, sentirnos útiles o simplemente mantenernos en movimiento.
Aprender es otra parte fundamental. La vida cambia, nosotros cambiamos y siempre hay algo nuevo que descubrir. Aprender no solo se refiere a estudiar. También incluye observar, escuchar, equivocarse, probar y adaptarse. Cada experiencia amplía nuestra manera de ver el mundo y nos ayuda a entendernos mejor.
Por último, disfrutar es un elemento que suele olvidarse cuando pensamos en el sentido de la vida. No estamos aquí solo para esforzarnos. También estamos para apreciar lo que nos rodea, reír, compartir, descansar y sentir alegría. El disfrute no siempre llega de grandes acontecimientos. Muchas veces nace de lo sencillo: una conversación, un paseo, un momento de calma.
Vivir con propósito no requiere una teoría compleja. Basta con combinar acción, aprendizaje y disfrute. Esa mezcla convierte la existencia en un camino lleno de posibilidades. No ofrece una respuesta definitiva, pero sí una dirección clara. Y a partir de ahí, cada persona puede construir su propio significado.
¿Es todo así realmente?

Querido amigo; cómo tú, creo que somos muchos los que nos planeamos la cuestión.
ResponderEliminarEn ese sentido, cuando actuamos, aprendemos de lo que hacemos, de la forma de hacerlo, de los resultados de lo que hacemos...
También nos ocurre con cuánto disfrutamos.
Al final ,me quedo con la convicción de que nuestra supina ignorancia es el mayor de nuestras cosas a superar.
Un fuerte abrazo.
Me gusta el comentario de Bernard Shaw. Nuestra vida está influenciada por Karmas traído de otras vidas según el Dharma.
ResponderEliminarBuenos días. Todas esas preguntas que uno se hace alguna vez, tiene otro sesgo planteado desde la trascendencia y la fe...¿Verdad que cambia todo?
ResponderEliminarPues yo creo que el tiro está bastante bien dado.
ResponderEliminarRecordemos el mito de Er, este mito de Sócrates, relata la historia de un soldado muerto en la guerra, y que, es resucitado por los dioses al cabo de 12 días para contar a los vivos el destino de las almas después de la muerte. La idea central que refiere la narración es la inmortalidad del alma y la transmigración. Es decir, dar sentido a la vida antes de morir.
ResponderEliminarY tú valiente físico lo sabes muy bien, puede incluso que nos acerque a la comprensión de Dios. Un fuerte abrazo, querido amigo.
Pues sí, lo del sentido de la vida es algo que, intermitentemente, nos ocupa, sobre todo, a partir de cierta edad. Y algún sentido ha de tener para poder justificarla. La acción, el aprendizaje y el disfrute son tres elementos suficientes, pero desde mi punto de vista, y como me parece vislumbrar en tu última pregunta, hay un fin más allá del meramente humano que trasciende nuestra existencia.
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