Nos estuvimos quejando del calor un rato, después intenté que Gustavo me ilustrase un poco sobre el arte polémico y la controversia en el arte, pero no estaba ─en esos momentos─ muy interesado en el asunto. Elisa me trajo para que viera unas atractivas láminas que les habían regalado. Se trataba de un conjunto bien nutrido de obras de arte óptico, «Op-Art», que surgió en la década de los sesenta en el pasado siglo. Se trataba de un movimiento artístico de arte visual que hacía uso de ilusiones ópticas. Los que más me llamaron la atención fueron los de Bridget Riley, que con Victor Vasarely sean posiblemente los exponentes más conocidos de este movimiento.
En esos instantes llegaron Paloma y Lina que lanzaron varias expresiones exclamativas al ver las reproducciones. Elisa nos contó algunas cosas de la artista; nos dijo que nació en Londres en 1931, que estudió en la Goldsmiths School y después en el Royal College of Art. Cuando empezó su carrera ─en 1950─ sus trabajos estaban inspirados en el impresionismo más puro, en los años posteriores, en los sesenta, empezó a realizar obras de arte óptico, estilo por el que se le reconoce en la historia del arte contemporáneo. Paloma miraba muy atenta el cuadro de 1961, "Movements Squares"compuesto únicamente de cuadrados y rectángulos blancos y negros.
─Parece que se mueve, es curioso. Y parece también que la figura se curva hacia adentro ─observó Paloma.
─¿Te gusta? ─le preguntó Lina─. A mí sí.
─Sí, me agrada, aunque yo sería incapaz de hacer algo así, tan geométrico, tan bien delineado y tan bicolor, pero me parecen unos cuadros muy sugerentes y muy ornamentales.
Creo que a Gustavo no le complació el uso de palabra ornamental que hizo Paloma y comentó:
─Bueno, bueno... normalmente se le llama ornamental a todo motivo o elemento que está ahí, que se encuentra en la obra. pero sin otro objetivo que el de estar en ese sitio y que, supuestamente, amplía los horizontes estéticos del cuadro; ya sabéis, como las especias en un plato, que lo enriquecen pero no son el punto central del mismo. Aunque en la actualidad me temo que, en muchos casos, lo ornamental se refiere a hacer juego con el tapizado, ¿no? ─y esbozó una risa con toque irónico.
Nadie hizo el menor caso de su pretendido sarcasmo y Elisa tomó la palabra para decir:
─La ornamentalidad ha tenido un proceso evolutivo propio, quizás no muy estudiado, en el siglo XX. Antes se consideraban ornamentales algunos aspectos del color, de la forma, de la figuratividad y de otros valores tradicionales del arte clásico. En el arte contemporáneo el ornamento se ha convertido muchas veces en un símbolo que concentra importantes significados. Incluso habréis visto obras en las que el tema político es ornamental, de igual forma que en las pinturas del siglo XVII los ornamentos en un cuadro eran alegorías sobre el amor, la primavera, etc.
Lina intervino para comentar lo siguiente:
─Desde luego en ese sentido que tú dices ─dijo dirigiéndose a Elisa─ no veo que el «Op-Art» tenga ornamentos de ningún tipo, a menos que todo sea un ornamento; aunque lo que me llama más la atención es que en estilo no hay transmisión de emociones, no existe ningún aspecto emocional en las obras.
─Es verdad eso que dices, pero hay un aspecto importante que debemos destacar ─señaló Gustavo─ y es que en este arte, el contemplador tiene una participación activa y dinámica desplazándose o moviéndose para poder captar todos los efectos ópticos que la obra intenta proporcionarle.
─Los elementos dominantes del arte óptico son las líneas rectas paralelas u onduladas, los contrastes de color muy acentuados, aunque sean de dos colores o de más, los cambios de tamaño o de forma, la repetición y la combinación de formas y figuras; también la utilización de elementos geométricos simples: triángulos, cuadrados o rectángulos, círculos. Creo que en este sentido el «Op-Art» participa y se emparenta con el minimalismo ─nos aclaró Elisa.
─A mi me agradan mucho estas composiciones ─comentó Lina─, creo que atrapan la imaginación del público. Este tipo de obras son entretenidas y también algo intrigantes, hay algunas con efectos ópticos muy curiosos, incluso diría que brillantes, y con frecuencia son realmente cautivadores.
Gustavo asentía con leves inclinaciones de cabeza a lo que expresaba Lina y añadió:
─Creo que Lina tiene razón; en su época, el «Op-Art» con sus efectos ópticos, fueron acogidos con gran entusiasmo y pronto invadieron todos los ámbitos del diseño popular, apareciendo en cualquier cosa, desde las tarjetas de felicitación hasta los azulejos del baño, prendas de moda... Tanto Bridget Riley como Victor Vasarely se entregaron a este proyecto estético con gran seriedad y su arte, creo yo, que queda patente por el incalculable número de falsificaciones de sus obras que circularon durante algún tiempo.
Cuando marchaba a casa me vino la idea de que en todas estas obras se hacía irresistible, y a la vez ilusoria, la percepción de tres las dimensiones del espacio. Pero en realidad aquellos cuadros me parecían símbolos, que en sí mismos no son nada pero pueden significar mucho utilizados de determinadas formas. Cuanto más poderoso y eficaz sea un símbolo siempre se podrá extraer más de él.
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia
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