Muchos de nosotros, quizás porque no hemos sabido desembarazarnos de nuestro materialismo, queremos escapar de las garras de todas las tensiones que experimentamos en estos aciagos días, sin embargo somos insaciables en nuestros deseos. Pero no lo podemos ocultar ─de algún modo todos lo estamos percibiendo─ esta sociedad del bienestar hace aguas, le faltan esencia y sentido. Quizás ─y por fortuna─ ya se nos vayan olvidando los cantos de sirena prometedores de ese ficticio progreso que nos calmará la sed y el hambre de todo.
Nos está ocurriendo como si descubriésemos nuevas imágenes en nuestros espejos cada vez que nos miramos en ellos. Con la maldición del coronavirus estamos reencontrándonos con nuestra fragilidad, con esa fragilidad humana que habíamos perdido de nuestro horizonte por mor del bienestar, de la ciencia o de no mirar más allá de nuestras limitadas narices.
Y no se trata sólo del estigma de la muerte ─a la que observamos muy a hurtadillas─ es todo lo que nos acompaña también: el temor, la falta de seguridad, el dolor ante la ingente cantidad de padecimientos que nos rodean... También ese sentimiento de impotencia que nos atenaza a diario. Ese mirar de soslayo y abobado de no saber qué sendero hay tomar.
¿Es posible despertar de este mal sueño? Ahora vienen las fiestas de la Navidad y parece que las vemos como un milagroso oasis; pero allá afuera está el desierto, sin luz, sólo sombras y oscura noche, sin maneras de ver confiadamente el mañana.
Me temo que no, que no despertaremos de este mal sueño. En esta época que nos ha tocado vivir somos refractarios a pensar ─y a asumir de forma determinante─ que somos sujetos atados al dolor, al sufrimiento y al mal, que somos seres acotados y condicionados.
¿Es posible que ya no sepamos abandonar el deseo de ser perennes ─infinitos─ sin padecimientos ni muerte?
Shakespeare escribió una frase que viene muy al pelo de esta reflexión tuya: "En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser".
ResponderEliminarMe gusta mucho tu artículo, pero lo que expones es sólo la punta del iceberg.
Habrá que cambiar en muchas cosas, queramos o no queramos, lo que está pasando no es un mal sueño es una realidad como la copa de un pino, otra cosa es que haya gente que no se dé cuenta.
ResponderEliminar¿Es preciso que todo cambie para que todo siga igual?
ResponderEliminarYo no entiendo nada.., como hemos llegado donde estamos?
ResponderEliminarQuien recuerda aquellos guisos y dulces de nuestras Abuelas..., y aquellas matanzas de nue..., en fin que te voy a contar Ignacio... ros Padres..., Aquella fruta de Tiempo,