Kimura me decía esta mañana que en Occidente hemos caído en la trampa del “desiderativismo”, bien manipulado por las esferas del poder. Primero me sorprendió la palabra en boca de un japonés; ese “ismo” no lo había escuchado nunca. Bien sé que desiderativo es un adjetivo que señala o indica un deseo; pero eso del “desiderativismo” me descolocó un poco. El asunto venía a que estábamos hablando de la ausencia de un buen pensamiento crítico, sin una educación que lo contemple como parte de su estructura fundamental. Y que, de alguna manera, el pensamiento crítico ha sido sustituido por la levedad e inconsistencia del “pensamiento desiderativo”.
El pensamiento desiderativo se sustenta sobre bases ilusorias y engañosas. De modo que ─siguiendo este tipo de pensamiento─ no importa lo que realmente esté ocurriendo, si vamos por un camino erróneo, si nuestro comportamiento genera algún mal a alguien, si estamos inmersos en equivocaciones. Y, en consecuencia, no tenemos la objetividad suficiente para nada porque estamos visualizando un mundo fantástico, uno que imaginamos y hacemos real en nuestra mente; en resumen, un mundo en donde únicamente vemos lo que queremos ver.
Opina Kimura que impulsar el pensamiento desiderativo es, sin duda, un objetivo político muy al uso de hoy. El pensamiento desiderativo es cómodo. Con él nos sentimos bastante a gusto, y justo donde deseamos estar. Aunque también nos transforma en individuos cobardes que huyen de la realidad y de todo aquello que no queremos aceptar.
Le comenté que eso me recordaba una frase célebre de Ayn Rand, filósofa y escritora ruso-americana, que decía: «Uno puede ignorar la realidad, pero lo que no puede ignorar son las consecuencias que puede traerle el ignorar la realidad». Intentar modificar la realidad en lo que nosotros deseamos y provoca que percibamos todo lo que sucede de una manera peculiar y no es muy complicado pensar en los problemas que esto nos puede acarrear en los diversos planos de nuestra vida. Siempre la realidad es como es y aunque que queramos verla de otro modo, no se va a transformar de forma mágica.
Kimura piensa que el pensamiento desiderativo, es una emboscada que se nos tiende desde los planos políticos, primero porque sustituye y aplasta al pensamiento crítico y después porque cuando el pensamiento se vuelve esclavo del deseo ya no atina con otras cosas.
Después de la interesante conversación con mi amigo, seguí cavilando sobre todo esto. Me vino a la cabeza el también llamado “pensamiento mágico”. El pensamiento mágico que es una manera de pensar y razonar, basada en supuestos erróneos, informales, o no suficientemente justificados y, con frecuencia, de ámbito sobrenatural, que engendra opiniones ─o ideas─ sin bases empíricas consistentes. Realmente se trata de atribuir un efecto a un suceso determinado, sin existir una relación de causa-efecto comprobable entre ambos factores.
Hoy hace un frío tremendo, otra vez me encontré mirando por la ventana; pensé que desde un punto de vista simple, el “pensamiento crítico” es el desarrollo ─o proceso─ mediante el cual empleamos el conocimiento y la inteligencia para llegar de forma eficaz a una situación más razonable y justificada sobre un asunto.
Sí,... no conviene...
O bien, lo dice la canción de Serrat..."nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Se me vino a la cabeza al leerte
ResponderEliminarSí, la frase de la canción de Serrat (¿Se trata de la canción "Sinceramente tuyo"?) podría resumir ─en parte─ lo que he deseado expresar en el artículo.
EliminarGracias por leerme.
Afectuosos saludos.