Hoy ya estoy aquí, 13 de enero, en esa edad en la que se coloca una valla que tiene un letrero colgando que nos dice que ya somos bastante mayores y que hemos superado un número considerable de años. Me he levantado temprano con la intención de escribir algunas palabras para contar esas primeras sensaciones que presumía que iba a tener, pero la realidad es que ─hasta ahora mismo─ no percibo nada especial, acaso una especie de “déjà vu” como el que entra cuando se pasan indiferentemente las hojas de un calendario, es esa sensación que tenemos cuando nos ocurre algo que parece que ya hemos vivido antes; nada más.
Posiblemente este sea un buen día para declararme mayor (¿viejo?), es una realidad que no suele gustar a nadie y viene aliada con los sentimientos de impermanencia. Quizás me gustaría más declararme únicamente adulto, pero sobrepaso ese umbral y creo que mi estadio está un poco más allá que el de adulto-mayor. O a lo peor estoy en el de anciano “light”, el de la primera vetustez, aunque no sé si esa nomenclatura existe; lo probable es que no. Me entra risa al ver todas las vueltas que le doy a esto. De todos modos es preferible lo de mayor, ¿no?
Ahora viene a mi memoria la muy citada frase de Pablo Picasso: «Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer alguna cosa procuro hacerla enseguida». Me sucede algo parecido desde hace tiempo y lo hago con ánimo batallador, aunque es cierto que todo va siempre más pausado. Tal vez (no lo sé, estoy en un mar de dudas) sea mejor, y sin más vacilaciones, definirme ─y asumir─ que soy un anciano y tirar hacia adelante, pero eso no me gusta... ¿Cuestión de preferencias?
No obstante, y para no desanimar al personal más joven, diré que hay un factor esencial capaz de modificar la acción de los años, este factor es la CURIOSIDAD (la escribo así, en mayúsculas, y la señalo como parámetro fundamental). Fíjense, hace poco tiempo leí que la 'curiosidad' puede estar vinculada a un instinto que, incluso, puede formar parte de los mecanismos de subsistencia de los seres vivos. La curiosidad, en este sentido, es muy posible que esté codificada en el ADN de las especies. Y antes de saberse esto, ilustres “viejos” como Saramago, Edmund Burke, San Agustín, Oscar Wilde y muchos otros nos dejaron excelentes perlas sobre la “curiosidad”.
El escritor José Martínez Ruiz, “Azorín”, lapidó el asunto con una frase definitiva: «La vejez es la pérdida de la curiosidad».
¿Será verdad eso de que la juventud no tiene edad?
¡Bienvenido sea un año más a mi costal!
¡Muchísimas felicidades por ese año más!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y que sigas produciendo con la intensidad y creatividad de siempre.
Muchas gracias Carlos.
EliminarUn abrazo.
¡Anda! Ya quisiera yo llegar a esa edad con lo bien que estás y con la claridad tuya.
ResponderEliminarMuchos besos y muchas felicidades.
Muchísimas gracias, espero seguir productivo un buen puñado de años más.
EliminarCordiales y afectuosos saludos.
Alles Gute zum Geburtstag. Eine Umarmung.
ResponderEliminarDu solltest öfter schreiben.
¡¡Muchas Felicidades!! Me encanta "La vejez es la pérdida de la curiosidad", hay muchos que lo pierden antes de los 40 y otros que no lo pierden nunca. Gracias por estar en el segundo grupo! Abrazo!
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