lunes, 20 de enero de 2025

Expectativas vs. esperanzas


      Al levantarme aquella mañana recordé que me había impuesto leer algo de Isaiah Berlin, pero ahora mismo no recuerdo el motivo, sé que fue un filósofo y pensador político británico (aunque nacido en el Este de Europa) conocido principalmente por sus ideas sobre la libertad, el pluralismo y la historia de las ideas. Sus principales aportaciones giran en torno a la distinción entre dos conceptos de libertad ─libertad positiva y libertad negativa─, el pluralismo de valores y sus análisis de figuras históricas y filosóficas. Comencé a leer y note que mi cabeza no respondía adecuadamente a la enjundia de aquello. Dejé la lectura e intenté ponerme en contacto con mi amigo hipnotista Leonard Zauber para consultarle algo que me urge; tampoco fue posible.

      Entonces quedé mirando a un punto inexistente de la pared y me paré a pensar sobre las expectativas y las esperanzas.

      Creo que en nuestra experiencia humana, estos dos conceptos fundamentales suelen moldear nuestras decisiones, emociones y percepciones. Y aunque a menudo se usan de manera intercambiable, en realidad representan enfoques radicalmente diferentes para navegar la vida. Quizás comprender sus diferencias puede transformar nuestra perspectiva y ayudarnos a vivir con mayor equilibrio emocional. ¿No?

      Pienso que las expectativas se basan en suposiciones sobre cómo deben ser las cosas, personas o situaciones. Se construyen a partir de nuestras experiencias previas, creencias culturales y deseos personales. Cuando albergamos expectativas, tendemos a proyectar un resultado específico sobre el futuro. Por ejemplo, esperamos recibir reconocimiento por nuestro esfuerzo en el trabajo, o que nuestros amigos actúen de cierta manera o que la vida siga un curso predecible. Estas proyecciones pueden proporcionar una falsa sensación de control, pero también pueden generar frustración y decepción cuando la realidad no se alinea con lo que imaginamos. Muy posiblemente el problema de vivir bajo el peso de las expectativas es que nos apegamos a un resultado específico, ignorando que la vida es radicalmente incierta y que las personas actúan desde su propia realidad, no desde la nuestra.

      La esperanza, en cambio, es un estado mental más amplio y flexible. No exige un resultado fijo, sino que se centra en el deseo de un futuro mejor, sin especificar exactamente cómo debe ser. Es un acto de fe en las posibilidades, en nuestra capacidad de adaptarnos y en la bondad intrínseca de la vida, incluso en medio de la incertidumbre. Por ejemplo, podemos tener la esperanza de que encontraremos una solución a un problema, de que las cosas mejorarán en tiempos difíciles o de que seremos capaces de aprender y crecer, independientemente de los desafíos.

      Según mi juicio, la esperanza no (im)pone condiciones estrictas; ella nos invita a avanzar con confianza, aceptando que el camino puede ser impredecible. Estoy convencido de que al elegir la esperanza, cultivamos una existencia más plena, serena y alineada con nuestra verdadera naturaleza como seres humanos. Y, en última instancia, la vida no se trata de controlar cada detalle, sino de encontrar significado en el viaje, confiar en que las cosas se desarrollarán como deben y mantener viva la llama de la esperanza, incluso en los momentos más oscuros.

      ¡Ánimo! ¡A por la esperanza!

4 comentarios:

  1. Hay una línea sutil, pero importante, entre lo que son y significan las expectativas y las esperanzas y tú la has definido claramente hasta el punto de hacer inteligible la diferencia. A veces ésa sensación de que no son lo mismo unas y otras circula por la mente (al menos por la mía) como una nebulosa indefinida. Pero ahora he tenido la respuesta.

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  2. Me ha encantado, y creo que estoy de acuerdo contigo, me quedo con la esperanza, es la mejor opción.

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  3. Bonito texto ...sempre ânimo e esperança...🙏
    Bom dia! Deus é Amor e te abençõe ...em sua caminhada.
    🌹🌹🌹🌹🌹🌹🌹🌹🌹

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