sábado, 30 de noviembre de 2024

La superabundancia de información


      He escrito varias veces sobre asuntos relativos a esto, no sé si me repito, pero es algo que va a más, rompiendo nuestro equilibrio psíquico, es una agresión en toda regla. Hay gente que dice que estamos en la era de la información, pero ¿no será más bien la era de la saturación de la misma? Cada día nos despertamos con una avalancha de noticias que en su mayoría son tan agradables como que nos suene una alarma de incendio a las tres de la madrugada. Los medios parecen competir para ver quién logra darnos una sacudida mental más rápido, con títulos que oscilan entre el apocalipsis climático y la inminente catástrofe económica, sin olvidar las habituales dosis de corrupción política y desastres naturales. Porque, claro, ¿qué sería del desayuno sin una cucharada de miseria mundial?

      La cantidad de información que recibimos no solo es desbordante, sino contradictoria. Un día nos dicen que debemos ahorrar agua porque el mundo se seca, y al siguiente aparece otro experto diciendo que nos preparemos para las inundaciones del siglo. Los políticos prometen milagros con la convicción de un vendedor de crecepelos infalibles, mientras las cifras que presentan parecen sacadas de un sombrero de mago. Al final, no sabes si reciclar o mudarte a Marte, porque el panorama aquí abajo no pinta nada bien.

      Y es que, más allá del contenido, el ritmo con el que nos bombardean las noticias hace imposible procesarlas. Hace algún tiempo, una tragedia mundial era un tema que se discutía durante semanas; ahora, apenas tiene un par de horas de protagonismo antes de ser reemplazada por algo más morboso o, en su defecto, ridículo. Para cuando intentas entender el contexto de un conflicto, ya te están vendiendo otro titular aún más alarmante. Es como intentar beber agua de una manguera a presión: terminas empapado, pero sigues igual de sediento.

      La verdad, ese concepto abstracto que alguna vez pareció alcanzable, ahora se oculta en un bosque tupido de datos, rumores y opiniones disfrazadas de hechos. ¿Es culpa de las redes sociales, los periodistas, los algoritmos? ¿O simplemente es nuestra naturaleza humana, tan ávida de morbo como de certezas rápidas?

      Así que aquí estamos, flotando en este océano de información como náufragos, aferrados a la esperanza de encontrar algún dato confiable. Quizás, en lugar de buscar "la verdad", deberíamos concentrarnos en sobrevivir al diluvio con un poco de humor y una buena dosis de escepticismo. Al final, si todo va tan mal como se dice, a lo mejor podremos consolarnos pensando que no nos aburriremos en el camino a la catástrofe.

2 comentarios:

  1. Me encanta, es la realidad de lo que nos pasa.

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  2. Mi opinión es que no tenemos información sino manipulación. Nunca ha habido menos información ni más manipulación.

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