En el articulo siguiente que publiqué en
2012, “Sombras y huellas”, hablaba un poco de los rastros que las generaciones actuales
estamos dejando en Internet. Esas, nuestras, sombras y huellas, quedarán ahí
por muchos años, de tal modo que es muy probable que nuestros biznietos, tataranietos
y choznos podrán conocernos en muchos aspectos. ¿Os imagináis las caras que
pondrán? ¿Qué pensarán de sus ancestros?, ¿cómo habrá cambiado el mundo en el
que ellos vivirán dentro de 70 u 80 años? ¿Qué impresión se llevarán?...
Pensar en estas cosas seguro que a todos nos
produce una extraña sensación, un raro escozor... Reproduzco el final del artículo: “Quizás
también sea el momento de comenzar a preguntarnos todos, qué tipo de huellas y
sombras digitales deseamos dejar para que sean vistas y examinadas por las
próximas generaciones.”
Uno
de los fenómenos históricos más relevantes de la actualidad, que afecta a una
gran parte de la humanidad y del que aún no existen ni la suficiente
perspectiva ni estudios de sus consecuencias, es el de las «sombras y las
huellas digitales»; sombras y huellas de las personas que pueblan Internet de
las mil y una maneras posibles.
Las
sombras y las huellas digitales componen un vestigio persistente, estable y
duradero de nuestra vida, que la humanidad del futuro podrá observar y
analizar. Las sombras digitales pueden ser definidas como aquel conjunto de
informaciones que otras personas publican sobre nosotros y que son accesibles
desde Internet. Las huellas digitales son las marcas, con idénticas
características de persistencia, pero que publicamos on-line sobre nosotros
mismos.
Con
la irrupción en nuestras vidas, de un modo tan radical y accesible, de la
nuevas tecnologías, se posibilita que todos, y cada uno de nosotros, poseamos
un legado a trasmitir ─y por primera vez en la historia─ estemos dejando un
rastro indeleble de influencia para la eternidad. Actualmente todo aquello que
se haga o diga a través de las redes universales de comunicación se abrirá
caminos en el cosmos digital, y cada día será más indistinguible el ámbito
entre lo privado y lo público. Es muy probable que todo lo que hacemos hoy sea
recordado para siempre; esto es algo tan nuevo para la mayoría de nosotros que
puede resultar ─en cierto modo─ aterrador. Pocas dudas nos caben de que a
partir del momento presente van a quedar muy desdibujados los límites entre la
privacidad y todo aquello que legamos a la posteridad.
Hoy
día cualquier persona, entre 30 y 35, años posee una sombra digital que se
remonta a 10 ó 15 años como máximo, sin embargo, impresiona pensar que los
niños de ahora tienen su sombra digital desde incluso antes de nacer ─es
frecuente ver ecografías de bebés dentro del seno materno en las redes sociales─,
y quizás sea necesario advertir a los padres que este tipo de información y
contenidos ─que se irán incrementando cada vez más─ pueden tener una
trascendencia insospechada.
Aquellos que opinan que el mundo digital no les concierne, que les es
ajeno, e incluso se jactan de no haber tocado jamás el teclado de un ordenador;
deben ser conscientes que su vida y milagros están siendo también publicados en
Internet por otros de una u otra manera. Es hora de pensar ─y eso es un cambio
radical─ que a diferencia de esas pisadas que dejamos en la arena de la playa,
que desaparecerán en cuanto suba la siguiente marea; esas sombras y huellas
digitales, que se constituyen en nuestro particular legado, van a estar ahí
imperecederas.
Quizás también sea el momento de comenzar a preguntarnos todos, qué tipo
de huellas y sombras digitales deseamos dejar para que sean vistas y examinadas
por las próximas generaciones.
Ignacio Pérez Blanquer
Cómo me ha gustado siempre este artículo, me parece muy interesante.
ResponderEliminarMe encantaría ver las caras de mis tataranietos, y me encanta la palabra "chozno", no la conocía.
ResponderEliminarMe gusta tu reflexión, como siempre.
ResponderEliminarYo no dejaré mucho pues escribo muy poco en las redes, pero tengo la seguridad que, al menos los que lean tu obra, se sentirán orgullosos de los abuelos y crean que todos éramos como tú...me aprovecharé de ello.
Un abrazo, amigo Ignacio.
Esse artigo é algo em que venho pensando há algum tempo, pois acredito que isso que fazemos hoje será absoluto dentro de alguns anos, as pegadas ficarão e todos saberão o passado de todos os seus ascendentes, não acho isso tão bom assim, apesar que tudo tem os dois lados da moeda, há que saber usar para não se expor tanto, mas se isso ser a benéfico ou prejudicial só a tecnologia nos dirá.
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