viernes, 7 de febrero de 2025

Filosofía y teología: víctimas del "me gusta"


      Hoy quería escribir un cuento, me gusta ─de vez en cuando─ inventar una narración para soltar un poco más la espita de la imaginación. Pero conversando con una amiga me vino a la cabeza que hubo una época en que la gente se tomaba su tiempo para pensar. Se hacían preguntas grandes, de esas que te dejan despierto por la noche: ¿qué sentido tiene la vida?, ¿qué es el bien y el mal?, ¿hay algo más allá de lo que vemos? La filosofía y la teología eran cosas serias, se llenaban libros, se alimentaban debates y hasta se encendían pasiones. Pero hoy… hoy todo se reduce a la opinión (no sé si poner entrecomillada la palabra opinión) y a responder un "estoy de acuerdo" o "no estoy de acuerdo".

      Las redes sociales y el mundo digital han convertido el pensamiento en un producto de consumo rápido. Ya no hay espacio para argumentar, para dar vueltas a una idea, para discutir con calma y serenidad. Ahora todo se resume en una frase corta, en un “meme”, más o menos ingenioso, o en un hilo de Twitter (ahora “X”) que dura lo que tarda en aparecer la siguiente tendencia. ¿Para qué leer a Platón o a Santo Tomás de Aquino si podemos quedarnos con una frase sacada de contexto y adornada con una imagen bonita?

      Posiblemente el problema es que este mundo de prisas nos ha vuelto vagos para pensar y somos víctimas de un reduccionismo brutal. Hace unos cuantos años, podíamos estar horas hablando sobre el sentido de la existencia, ahora, si un vídeo dura más de un minuto, ya nos parece que ha transcurrido una eternidad. Queremos respuestas rápidas, fáciles, simples, sin complicaciones. Y claro, la filosofía y la teología no encajan en ese molde.

      Así que ahí están, olvidadas en un rincón, como viejos discos de vinilo en esta era del streaming. No porque ya no tengan nada que decir, sino porque ya no tenemos paciencia para escucharlas. Y mientras tanto, seguimos creyendo que entender el mundo es tan fácil como dar un "me gusta" o escribir un comentario indignado.

      Pero quizá todavía haya esperanza. Tal vez, si conseguimos levantar la vista del móvil por un momento, si volvemos a hacernos preguntas sin prisas, podamos rescatar esas viejas disciplinas. 

      Creo, aunque hoy parezca algo fuera de lugar, que seguimos necesitando respuestas. Solo que nos hemos olvidado de buscarlas, ¿es así?

9 comentarios:

  1. Mi opinión sobre esto es, que estamos viviendo la época del estrés, y del avance de la tecnología, lo cual nos lleva a simplificar todo (cosa que me parece un error) a no pararnos a pensar las respuestas, por eso, estamos perdiendo la capacidad de crear frases profundas que contesten a preguntas que las merecen.
    Me gusta tu artículo.

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  2. Me encanta eso de "centros de inducción descerebral". 🤣🤣🤣🤣

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  3. Creo que este artículo es una reflexión brillante y profundamente acertada sobre la superficialidad del pensamiento en la era digital. Con un tono cercano pero contundente, nuestro amigo Ignacio nos invita a cuestionar la inmediatez con la que hoy consumimos y desechamos ideas, recordándonos la importancia de la filosofía y el pensamiento crítico. Su llamada a recuperar la paciencia para cuestionar y profundizar es más necesaria que nunca. Un texto lúcido y necesario en tiempos de prisa y simplificación.

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  4. ¡Qué bueno! ¡Me gusta! 😂😂😂

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  5. ¡¡ A mi también!! !! Me encanta..ja, ja, ja!!

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  6. Yo no pierdo la esperanza de que de nuevo se planteen las grandes preguntas sobre la existencia y su sentido. Estamos inmersos en una fase de la civilización que se sitúa en las antípodas de la de los grandes filósofos griegos que nos han guiado a lo largo de los siglos. Y más que acogerme a la ley del péndulo, miro a la del eterno retorno.
    Pero aún hay pensadores, como tú, que no han perdido esa facultad y la cultivan con pasión, afortunadamente !!

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  7. Me ha gustado mucho el tema que trata el artículo. Pues vivimos en un periodo en que nuestra comunicacion es superficial . Si intententas profundizar sobre algo, puede que te arriesgues a que te digan "no te enrolles" . Así en el circulo de amistades, es un privilegio encontrar personas con las que se pueda llevar una conversación amena

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