jueves, 6 de febrero de 2025

¿Y si decir la verdad no fuera tan sencillo?


      Ayer, en la serenidad de la noche y habiendo dejado atrás el día, tuve una larga conversación con mi amiga Ana, una conversación con esas limitaciones e incordios que provoca el whatsapp por escrito; ya saben, tono, ritmo, ausencia de ironía y el maldito corrector ortográfico. Creo que aún no he hablado de mi amiga Ana en ninguno de mis escritos, así que el de hoy lo dedicaré a mi rato de intercambio de ideas con ella. Tratamos varios asuntos, pero quizás en el que más nos detuvimos fue en el relativo a la comunicación interpersonal.

      Es común decir que comunicar "tu verdad" es hablar con el corazón, y esto se ha convertido en una especie de jaculatoria o mantra, como si bastara con abrir la boca y dejar salir palabras sinceras para que el mundo, en un instante, se volviera más auténtico y amoroso.

      Pero pienso, ¿y si no fuera tan fácil? ¿Y si la verdad no fuera siempre clara, ni siempre bienvenida? Porque, aceptémoslo, hay quienes dominan el arte de decir lo que otros quieren oír, y parece que no les va tan mal, ¿no?

      Muchos ─no sé si con toda la sinceridad posible─ nos aseguran que usar las palabras como una herramienta de manipulación es una práctica condenable, que solo sirve para controlar y engañar. Pero, ¿acaso no es la diplomacia una forma refinada de decir lo justo para evitar conflictos? ¿No es la cortesía, a veces, una mentira educada que nos ahorra disgustos? Si todos dijéramos exactamente lo que sentimos y pensamos, sin filtro alguno, ¿el mundo sería realmente un lugar mejor o más bien un campo de batalla repleto de verdades hirientes?

      Hay también quienes nos advierten sobre el peligro de la hipocresía espiritual, de vivir en un engaño perpetuo por no expresar nuestro auténtico sentir. Pero, ¿y si algunas verdades fueran mejor guardarlas? ¿No es acaso prudente, en ciertas circunstancias, callar lo que sabemos que sólo causará daño?

      Ser un líder ─dicen por ahí─ exige valentía para expresar lo que de verdad creemos, aunque nos tiemble la voz. Suena poético, sin duda, pero quizás haya ocasiones en las que el verdadero liderazgo puede que consista en medir las palabras, en elegir con astucia (o con mucha sabiduría) cuándo hablar y cuándo permanecer en silencio. Porque al final, la verdad es un arma de doble filo, y no siempre es el momento de blandirla.

      ¿Qué opinan ustedes?

      ¿Acaso los escritores no somos unos mentirosos compulsivos?

9 comentarios:

  1. Esta es una discusión eterna, da vueltas y vueltas siempre, aunque creo que debería haber determinadas profesiones o actividades en las que no se deba mentir nunca y de ninguna de las maneras. En los escritores la mentira es más excusable porque vosotros estáis siempre volando en "mundos paralelos".

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  2. ¡Qué mentiroso eres! Ayer estuviste hablando conmigo y ni hablamos de comunicación ni me llamo Ana. 😂😂😂😂

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  3. Entiendo que este artículo plantea una reflexión profunda sobre la complejidad de la verdad en la comunicación interpersonal. A través de un tono cercano y reflexivo, el autor cuestiona la creencia de que decir la verdad siempre es lo correcto o lo más conveniente. La exploración de la diplomacia, la cortesía y la prudencia en el uso de las palabras añade matices interesantes al debate. En un mundo donde la sinceridad absoluta puede ser tanto un acto de valentía como una fuente de conflicto, el texto invita al lector a considerar el equilibrio entre honestidad y sensibilidad. Un artículo provocador y bien desarrollado.

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  4. El de hoy es un tema que me viene ocupando, largo tiempo, en mis reflexiones. Y tiene que ver con la secuencia final, de las nueve opciones para no entenderse. Aquí te refieres a mensajes verbales/escritos. Porque si le añadimos las variables en la actitud con la que escuchamos... ¡o eso creemos! Incorporamos un plus de complejidad en las relaciones interpersonales. ¿No te parece?
    En cuanto a decir la verdad, es otro debate, como tú apuntas.
    ¡Ya estamos involucrados todos tus fieles seguidores...!

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  5. "Tú verdad no; la verdad, vamos juntos a buscarla, la tuya...¡quédatela!"
    Antonio Machado.

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  6. Ya pocas cosas quedan con solera en nuestras vidas, como por ejemplo los refranes. Se me viene uno a la mente: "el que calla, otorga"
    Bueno se me me viene algo más... "el egoísmo como una virtud" y el cuestionamiento sobre la ética.
    Buenas reflexión Ignacio. Un saludo

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  7. ¡Qué cabecita la tuya, amigo Ignacio! Sueltas unos temas que nos ponen a cavilar, quieras o no. Yo siempre he comprobado que no siempre se puede decir la verdad; no mentir, pero decirla cuando no haga daño. Y no siempre decir la verdad es necesario. Había aquello de la mentira “ piadosa”. Pero también es muy cierto que quizá no se deben hacer preguntas porque corres el riesgo de que te digan la verdad. Yo lo aprendí y ahora me cuido mucho de hacer preguntas que puede que la contestación te haga más daño que quedarte con la duda. En fin, es un tema muy largo, pero, como te decía al principio, tus “sueltas” hacen que entremos al trapo aunque no quieras.

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  8. Bonito articulo que nos deja a todos con ganas de reflexionar.
    La verdad. La verdad es tan relativa, tú verdad, puede que no sea la mía, de ahí que muchas veces sea preferible callar, y lo que hay que tener muy claro, es que el respeto es fundamental para poder escuchar la verdad del otro.

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  9. Creo que, dejando aparte la Verdad abstracción, lo que coloquialmente tenemos como verdades hay tantas como personas sobre el tema que se trate. Y teniendo en cuenta la educación, la cortesía y la voluntad de no causar daño, hay una frase que lo dice todo: "No hay que decir todo lo que se piensa, pero es necesario pensar todo lo que se dice". Y no se trata de mentir o ser políticamente correcto: es que hay que cuidar la convivencia pacífica.

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