martes, 25 de marzo de 2025

El peligro de vivir atrapados en la mente

      Ayer me decía Selena que ─después del artículo anterior en el blog─ ha recibido muchas llamadas y correos pidiéndole lecturas del Tarot, y quiere que hoy anuncie, en su nombre, que ella ya no se dedica a atender a consultantes (clientes), dejó el trabajo de cara al público, se jubiló hace algún tiempo. Aunque sigue estudiando y haciendo investigaciones sobre sus cartas mágicas.

      Aproveché la ocasión para hacerle una pregunta que me rondaba por la cabeza en aquel momento:

      ─¿Qué ocurre cuando la mente deja de ser una herramienta y se convierte en un tirano?, ¿qué dicen tus cartas de eso?

      Con gran delicadeza extrajo ─de un bolsito azul con bordes dorados─ una funda en la cual guardaba una preciosa baraja de cartas, me dijo que fueron diseñadas por Salvador Dalí ─probablemente contó con la inspiración de su esposa Gala─ en el año 1984. Las fue mostrando una a una, eran muy atractivas y sugerentes (en ese momento me prometí que me compraría un Tarot así de bonito).

      Mientras barajaba las cartas con destreza iba diciendo :

      ─Vivimos en una era donde la mente tiene un papel protagonista absoluto en nuestras vidas. Nos han enseñado que el pensamiento es la herramienta suprema para entender el mundo, resolver problemas y alcanzar el éxito. Sin embargo, esa pregunta tuya tiene mucho sentido: ¿qué sucede cuando la mente deja de ser una herramienta y se convierte en un tirano?

      Selena hizo cinco montones con las 78 cartas y los recogió en uno, procediendo en distinto orden. Le comente:

      ─Sí, es muy cierto lo que dices. Muchas veces nos identificamos completamente con nuestros pensamientos, creyendo que cada idea, opinión o argumento que surge en nuestra cabeza es una verdad incuestionable. Nos perdemos en un laberinto de análisis interminables, justificaciones y juicios, sin darnos cuenta de que no estamos realmente pensando, sino siendo arrastrados por un flujo incesante de ruido mental.

      Colocó el mazo de cartas delante de mí y pidió que lo cortase en dos partes. Selena prosiguió hablando:

      ─Si alguna vez has intentado aquietar tu mente, te habrás dado cuenta de lo difícil que resulta. Un ejercicio interesante es sentarse en un lugar tranquilo y hablar en voz alta todo lo que pasa por la cabeza sin filtro alguno. Al hacerlo, uno puede sorprenderse de la cantidad de pensamientos caóticos, repetitivos y en ocasiones absurdos que emergen. Esto nos muestra que la mente, lejos de ser un mecanismo impecable de razonamiento, muchas veces actúa como una fábrica de ruido constante que contamina nuestra percepción de la realidad.

      Amontonó de nuevo las cartas y me pidió que separase la de encima. La miró con cierta curiosidad y dijo:

      ─Esta contaminación de la que estamos hablando no es solo individual, sino colectiva. Vivimos rodeados de opiniones incesantes, debates polarizados y una constante necesidad de imponer puntos de vista. Las redes sociales y los medios de comunicación amplifican este fenómeno, generando una atmósfera donde la mente no descansa ni un instante. El exceso de información, lejos de esclarecer, abruma y confunde.

      Me mostró la carta que había extraído y prosiguió hablando:

      ─Observa que el problema no es la mente en sí misma, sino el lugar que le hemos dado. No hay nada de malo en pensar, analizar y cuestionar, pero cuando estos procesos mentales nos dominan, nos desconectamos del presente y de nuestra intuición. Nos convertimos en prisioneros de nuestra propia cabeza, incapaces de encontrar paz en el silencio o en la simple experiencia de estar vivos.

      Respiró muy hondo, suspiró y continuó diciendo:

      ─El desafío está en recuperar el equilibrio. La mente debe ser un instrumento a nuestro servicio, no un amo que nos controle. Creo que para ello, es esencial aprender a observar nuestros pensamientos sin identificarnos con ellos, practicar el silencio interior y reconocer que no todo lo que pensamos es verdad. Cuando logramos este desapego, descubrimos que hay una dimensión más profunda de la existencia que solo se experimenta cuando la mente se aquieta.

      El naipe que había salido era la sota de espadas.

5 comentarios:

  1. ¡Qué bonito! Tu amiga Selena es una genio de las cartas.

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  2. Hace tiempo y al principio, sin saber nada de tarotismo, era muy escéptica, trabajaba como diseñadora gráfica y mi vida era una especie de carrusel de saltos laborales y relaciones inestables. Pero aprender el Tarot y familiarizarme con las cartas fue como encontrar una brújula en la oscuridad. No predijo mi futuro, pero me dio claridad y me ayudó a entender los patrones de mi vida.
    Precioso escrito. Gracias.
    Emilia F.G.

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  3. Me encanta Ignacio. Siempre he sentido curiosidad por el tarot y por las personas que hablan a través de él.

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  4. Me ha encantado tu relato, porque es muy adecuado a los tiempos que vivimos: un tiempo de ruido y caos. El exceso de información nos inunda hasta construir un inmenso vertedero de basura mental que no lleva a ningún sitio. Se impone volver al silencio y disfrutar de paz interior...

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  5. Me gustan mucho tus dos entregas del tema de Selena.

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