Tengo una enorme cantidad de conversaciones con mi amigo japonés Takumi Kimura; casi podría escribir un libro con todas ellas. El diálogo entre una mentalidad oriental y otra occidental siempre presenta puntos de asombro, aunque también hay elementos de conexión. La lógica es la lógica, ¿no?
Claro, a veces, tenemos nuestras diferencias, pero suelen ser, digamos, metodológicas.
Intentaré transcribir, tal cual, la conversación de esta mañana. Él dijo:
─¿Te has dado cuenta de cómo Internet ha cambiado completamente la forma en que accedemos y compartimos la cultura?
Habíamos empezando hablando de política, pero el siempre dice que no le gusta comentar asuntos de política porque si no entiende la de su país cómo va a entender la de otros. Sabiamente sabe cambiar de tema. Así que traté de sumergirme en lo que me planteaba sobre la dualidad internet-cultura y contesté:
─¡Sí, totalmente! Antes, la cultura parecía algo reservado solo para quienes podían ir a bibliotecas, museos o universidades, pero ahora con Internet todo eso ha cambiado. Es como si esas barreras hubieran desaparecido.
Respondió muy rápido:
─Exacto. Ahora cualquier persona con una conexión a Internet puede acceder a enormes cantidades de información cultural, ya sea literatura, música, arte o cine. Solo con entrar a una plataforma como YouTube o una biblioteca digital como la Biblioteca Digital Mundial, puedes ver obras clásicas, conciertos, o hasta exposiciones virtuales. ¡Es increíble!
─Es cierto ─contesté─ y lo mejor es que no importa si vives en una ciudad o en un lugar remoto. El acceso ya no depende de dónde estás o de cuánto dinero tienes. Antes, la geografía era una limitación enorme.
Como vi que tardaba unos segundos de más en decir algo le añadí:
─Y no solo es un acceso pasivo. Internet permite que la gente interactúe con lo que consume. Puedes comentar, debatir, compartir tus ideas y hasta formar comunidades alrededor de los intereses culturales de cada uno.
Ahora observé que estaba escribiendo, era lo siguiente:
─Eso ha sido un gran cambio. Ya no estamos atados a las instituciones tradicionales para aprender o disfrutar del arte. Ahora la cultura está en cualquier dispositivo que tengas a la mano. Pero además de eso, algo que me parece impresionante es que ahora todos pueden crear y compartir su propio contenido cultural. Antes, solo los artistas o escritores reconocidos tenían esa posibilidad. Ahora, cualquier persona puede llegar a una audiencia global, aunque sea un creador emergente o autodidacta.
En este momento fui yo el que interrumpió un poco la comunicación para dar el último sorbo al primer café de la mañana. Proseguí:
─Muy cierto, así es, las redes sociales, los blogs y las plataformas de vídeo han democratizado la producción de cultura. No necesitas un gran intermediario para que tu trabajo sea visible. Esto ha permitido que muchas voces, especialmente de culturas minoritarias o marginadas, puedan ser escuchadas. Y así es como Internet no sólo nos acerca a la cultura, sino que nos convierte en participantes activos en su creación y difusión. Es como si todos pudiéramos ser, al mismo tiempo, consumidores y productores de cultura.
Me dio la razón diciendo:
─Sí, es como si Internet fuera un puente que conecta ideas, experiencias y personas, creando una cultura global mucho más diversa e inclusiva...
Pensé que ahora diría la palabra “exacto” y recordé su especial forma de pronunciarla dándole un énfasis muy especial.
─¡Exacto! ¡Un puente que un mundos que antes parecían lejanos! ─añadió.
Me reí, dándome cuenta de que había acertado: ¡exacto!
Una lectura muy enriquecedora, me ha aportado puntos de vista interesantes que no había considerado nunca. ¡Gran trabajo!
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