He citado varias veces, aquí en el 'blog', a mi amigo Cooper George, pastor protestante de Nueva Zelanda. Suelo mantener con él un contacto fluido y ─sobre todo─ siempre muy interesante. Ayer recibí de su parte una propuesta bastante insólita; me pidió que le escriba un esbozo para un sermón, sobre el tema que yo elija. También indicaba que le ha hecho la misma petición a otros amigos extranjeros, incluyendo a nuestro amigo común Kimura en Japón, y a otros que no tengo el placer de conocer.
Él desea hacer un análisis de cómo vemos el mundo desde otros hemisferios y adaptar esas ideas que le demos a uno cualquiera de sus sermones dominicales. Le dije que lo intentaría, pero que no tenía ni la más mínima idea de cómo empezar.
He escrito de muy variados temas, pero eso de un sermón me ha descolocado tremendamente. Le pedí que me diese alguna sugerencia, y me indicó que el tema de la "Fe" era de amplísimas posibilidades. Eso aumentó mi perplejidad, pues soy persona dubitativa en estas cuestiones y de fe muy limitada. No obstante lo pensé bien un rato después y acepté el reto.
La primera duda surgió al pensar si debía escribir la palabra fe con mayúscula o con minúscula. Decidí hacerlo con minúscula, pues fe es un nombre común, por lo que lo recomendable es escribirla en minúscula, si bien es cierto que en textos religiosos aparece frecuentemente con la letra inicial en mayúscula. Después visité el diccionario de la R.A.E. para reflexionar sobre los distintos significados y matices. Quedé sorprendido por las muchas acepciones y locuciones de la palabra fe.
Estuve un rato paseando por toda la casa y, quizás, forzando demasiado la rodilla; el médico me prescribió reposo de 48 a 72 horas después de las infiltraciones de ácido hialurónico y un poco de un corticoide. Volví a sentarme y me vino la luz de esbozar un sermón rodeando el asunto de la fe en la actualidad. El título podría ser: “La necesidad de la fe en este enmarañado mundo de hoy”.
En este planeta, escenario de mil incertidumbres: pandemias, guerras, desigualdad, cambio climático... ¿Es la fe un ancla?, ¿es una fuerza que nos puede sostener y conducir hacia un futuro lleno de esperanza?
¡En menudo lío me ha metido el amigo Cooper! ¿Saldré de ésta?
Muito intessante...este relato.
ResponderEliminarCaminhamos em uma época, em que a necessidade da fé em primeiro lugar...para a nossa sobrevivência física e espiritual.
...em um mundo onde há evidências de um grande colapso.
Obrigada...
La fe es el motor que mueve el corazón hacia el amor al prójimo, y despierta el deseo de salvar el Alma. La fe ,es necesaria y todo el mundo tiene.
ResponderEliminarUnos tienen fe religiosa, creen en Dios, y su doctrina, y el que no tiene está fé, la tiene en cualquier otra persona, o en alguna cosa.
Me parece un tema interesante.
Me parece que esa cita de Tolstói refleja muy bien la necesidad que tenemos de creer en algo. Para mí es muy importante tener fé en algo superior que me trasciende y, en los momentos difíciles, me sostiene y me da esperanza.
ResponderEliminarComo siempre, he leído atentamente e ilusionado los temas de tu blog.
ResponderEliminarY este lo he hecho con especial interés. El tema de la fe es algo más, mucho más, que un sentimiento.
Si nos referimos a la fe en Dios y la trascendencia de la vida, es un trabajo personal y permanente. Según dijo un Cardenal relevante: "La fe es la capacidad de convivir con nuestras dudas". Pero buscar el soporte de esa fe, no existe otro que la esperanza.
Y desde el convencimiento que es un trabajo de cada día, sin ponerla en conflicto con la razón, con la que la fe convive, si la alimentamos desde un raciocinio limpio y sin complejos.
Esta sorprendente entrada en tu blog me ha traído a la mente una frase de Hellen Keller que tengo escrita en muchas de las primeras páginas de mis libros de colegiala: "El optimismo es la fe que dirige al éxito. No se puede hacer nada sin esperanza ni confianza". Me daba fuerza y ánimo.
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