Esto de tener un 'blog' personal en el que
vuelcas muchas reflexiones siempre nos genera un poco de ansiedad e incluso
algo de adicción. Esta mañana me levantaba muy temprano ─demasiado para un
jubilado que se puede levantar a la hora que le dé la gana─ dándole vueltas a
la cuestión que traté en un 'post' anterior (Los "hechos" y las"opiniones", lo de siempre). Durante varios días he puesto especial
atención en ver el revoltijo que nos hacemos ─todos─ entre la realidad y las
opiniones que tenemos sobre esa realidad. Repito, todos lo hacemos en mayor o
menor medida. Generamos un amasijo entre los hechos y un conjunto de
idealizaciones, deseos, ensoñaciones, anhelos e, incluso, ambiciones que nos
merman totalmente el buen juicio y la perfecta aplicación de la lógica. La
consecuencia suele ser nefasta, al final no sabemos cuál es la realidad.
Es frecuente ver que mucha gente se lamenta
constantemente de las afrentas que recibe de los demás, de su mundo externo. Se
quejan de los políticos y los empresarios, de los jefes, de los vecinos o de la
ingratitud de la familia... Sufren y padecen, pero ¿hacen algún esfuerzo para
impedirlo?
Posiblemente estas personas no han
entendido aún que casi todo (o todo) en nuestra vida participa de un juego de
manipulación continuada ─así lo denominan algunos autores─ una inmensa artimaña, en la que cada uno es
contrincante de otro. Sucede que o manipulamos o somos manipulados, es así.
Aquel que no quiere reconocerlo tiene pocas probabilidades de llegar a alcanzar
alguna porción de felicidad en su vida.
Así es Ignacio, creo que esa es la realidad.
ResponderEliminarPues si, Ignacio, tienes razon, manipulamos o nos manipulan,Unque mejor sería decir n anipulanis y nos manipulan. Ese es el juego. Tratamos de justificamos apoyándonos en recuerdos, deseos, temores, etc. Nunca podemos estar seguro de cual es la realidad ni lo correcto ni lo verdadero y lo falso. Estamos demasiado inmersos en la sociedad en la que vivimos. Pero bueno, podría ser peor.
ResponderEliminarSiempre lo hice, a mi manera, ése fué el error, me falto un buen Maestro.
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