martes, 14 de julio de 2020

La voz misteriosa del aire: Marconi


     Actualmente ─y no lo desconoce nadie─ vivimos sumergidos en una algarabía de ruidos. Ruidos, externos e internos. Ruidos en las calles y sitios públicos, de automóviles, de trenes y aviones, de máquinas desbocadas, ruidos en las playas y campos. También sonidos internos, allá dentro de nuestras agitadas mentes, sacudidas por las inquietudes y preocupaciones de la vida actual. Barahúnda por todas partes, estruendo que las ondas electromagnéticas que atraviesan el espacio transportan de un lugar a otro, sin cables ni postes que las conduzcan.
       Cada día es mayor nuestra dependencia de las ondas, y con frecuencia ni siquiera percibimos esta atadura. Sabemos, que además de las emisiones de radio y televisión, esas ondas se utilizan en teléfonos móviles, en las comunicaciones a través de satélites, en radares, en medicina, en los sistemas de navegación y en otras miles de aplicaciones. Si lanzamos una mirada hacia atrás ─a poco más de un siglo─ no había nada de esto. Aquellos teléfonos y telégrafos de entonces podían comunicarnos con puntos distantes pero únicamente cuando esos puntos estaban conectados por cables.
       Lamentablemente no nos paramos a pensar nunca a quiénes debemos todo esto. ¿No somos un poco ingratos al olvidar a los hombres que consiguieron que la humanidad haya avanzado más en los últimos cien años que en toda su larga historia? 
       Fueron muchos, y de distintas naciones, los que investigaron ─casi simultáneamente─ temas sobre la radio y la comunicación por ondas; fue un trabajo que implicó a muchas personas. De hecho varios países se adjudican la paternidad de la radio. Antes que Marconi y después de Hertz está documentado que el físico ruso A. Popov hizo una demostración en la que trasmitió por radio las palabras “Heinrich Hertz”. Entre los científicos de la radio debemos citar a Tesla, a Édouard Branly, a Carl F. Braun y, por supuesto, debemos destacar al español Julio Cervera. Estudios históricos actuales señalan que tuvo un papel relevante en la invención de la radio. Cervera trasmitió la voz humana ─y no señales─ sin cables desde Alicante a la isla de Ibiza en 1902.
       Pero todo esto no resta valor a la figura de Marconi que sí inventó la telegrafía sin hilos usando el código Morse, también la denominada antena Marconi y fue quien comercializó la radio. Hacia 1920, la radio daba la vuelta al mundo de la mano de Marconi y las primeras estaciones emitían sus programas al público. Para él todo había comenzado en una buhardilla de la casa de su padre, cerca de Bolonia, en Italia.
       Ahora, en 2016, se conmemora el centenario del descubrimiento por Marconi de las ondas cortas dirigidas; recordemos así a este genio infatigable que siempre tuvo muy presente la frase de Baudelaire: «La inspiración es el trabajo continuado».
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia


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