Actualmente
─y no lo desconoce nadie─ vivimos sumergidos en una algarabía de
ruidos. Ruidos, externos e internos. Ruidos en las calles y sitios
públicos, de automóviles, de trenes y aviones, de máquinas
desbocadas, ruidos en las playas y campos. También sonidos internos,
allá dentro de nuestras agitadas mentes, sacudidas por las
inquietudes y preocupaciones de la vida actual. Barahúnda por todas
partes, estruendo que las ondas electromagnéticas que atraviesan el
espacio transportan de un lugar a otro, sin cables ni postes que las
conduzcan.
Cada
día es mayor nuestra dependencia de las ondas, y con frecuencia ni
siquiera percibimos esta atadura. Sabemos, que además de las
emisiones de radio y televisión, esas ondas se utilizan en
teléfonos móviles, en las comunicaciones a través de satélites,
en radares, en medicina, en los sistemas de navegación y en otras
miles de aplicaciones. Si lanzamos una mirada hacia atrás ─a poco
más de un siglo─ no había nada de esto. Aquellos teléfonos y
telégrafos de entonces podían comunicarnos con puntos distantes
pero únicamente cuando esos puntos estaban conectados por cables.
Lamentablemente
no nos paramos a pensar nunca a quiénes debemos todo esto. ¿No
somos un poco ingratos al olvidar a los hombres que consiguieron que
la humanidad haya avanzado más en los últimos cien años que en
toda su larga historia?
Fueron
muchos, y de distintas naciones, los que investigaron ─casi
simultáneamente─ temas sobre la radio y la comunicación por
ondas; fue un trabajo que implicó a muchas personas. De hecho varios
países se adjudican la paternidad de la radio. Antes que Marconi y
después de Hertz está documentado que el físico ruso A. Popov hizo
una demostración en la que trasmitió por radio las palabras
“Heinrich Hertz”. Entre los científicos de la radio debemos
citar a Tesla, a Édouard Branly, a Carl F. Braun y, por supuesto,
debemos destacar al español Julio Cervera. Estudios históricos
actuales señalan que tuvo un papel relevante en la invención de la
radio. Cervera trasmitió la voz humana ─y no señales─ sin
cables desde Alicante a la isla de Ibiza en 1902.
Pero
todo esto no resta valor a la figura de Marconi que sí inventó la
telegrafía sin hilos usando el código Morse, también la denominada
antena Marconi y fue quien comercializó la radio. Hacia 1920, la
radio daba la vuelta al mundo de la mano de Marconi y las primeras
estaciones emitían sus programas al público. Para él todo había
comenzado en una buhardilla de la casa de su padre, cerca de Bolonia,
en Italia.
Ahora,
en 2016, se conmemora el centenario del descubrimiento por Marconi de
las ondas cortas dirigidas; recordemos así a este genio infatigable
que siempre tuvo muy presente la frase de Baudelaire: «La
inspiración es el trabajo continuado».
Ignacio
Pérez Blanquer
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