Publica
un diario de difusión nacional que una empresa española trabaja en
el desarrollo de terapias para el tratamiento de enfermedades
neurológicas y neurodegenerativas. La metodología es muy novedosa y
está basada en la interrelación entre dos disciplinas: la
electro-estimulación cerebral y el machine learning.
También vemos estos días que desde algunos estamentos se está
difundiendo la idea de que los robots deben pagar impuestos. Es como
si este artefacto fuese un invento tóxico, que viene a suplantar a
miles de trabajadores. Nuestros políticos, tanto aquí como en
Bruselas, en vez de preocuparse de cómo solucionar la pérdida de
empleos, se agitan por algo fundamental para ellos: la disminución
de los ingresos en las arcas públicas. Su pensamiento se
circunscribe al hecho de que, si una persona deja de trabajar y es
sustituida por un humanoide, se pierden los impuestos que paga y
también su cotización a la seguridad social; que no es más que
otro impuesto.
Estas
noticias, y muchas más de corte parecido, vuelven a poner sobre el
tapete el planteamiento de cuestiones ─nos parece que poco
debatidas─ sobre la interacción entre la sociedad actual y
tecnología, así como de las fuerzas que controlan dicha
interacción.
La
aplicación del conocimiento científico a través de la tecnología
es fundamental para el avance de la civilización y para el bienestar
de sus miembros, pero al mismo tiempo surgen dudas sobre la necesaria
y continua intromisión (no sé si intromisión es la palabra
correcta) en la naturaleza (o de lo entendido como "natural")
por la tecnología y la ciencia. ¿Asegurará este camino la
supervivencia a largo plazo y el bienestar de la especie humana?
¿Está controlado el uso de las tecnologías en la sociedad?,
¿debería estarlo en el futuro?
Toda
la sociedad moderna está vinculada a la “tecnología” de una u
otra manera, aunque, por regla general, el individuo solo es
consciente, en parte, de la correlación que existe entre la sociedad
y la tecnología. No obstante, es cierto que la gente experimenta la
mayor parte de los aspectos de esta conexión, pero no necesariamente
es consciente de ella.
Hasta
hace poco más de cien años una gran parte de la humanidad se
desarrollaba en un medio ambiente repleto de contenidos naturales,
sin embargo, en esta época es muy difícil encontrarse en un ámbito
“natural” que no haya sido transformado por la tecnología.
Vivimos en un mundo que sólo parcialmente ha sido hecho por el
hombre, y este medio ambiente forzosamente tiene que afectar a toda
nuestra forma de pensar. Todo el sistema social y económico,
cultural y político, está impregnado de tecnología. Es obvio
también que los valores sociales derivan en cierta medida de nuestra
dependencia ─y preocupación─ por la ciencia y la tecnología. Y
no es solo un asunto de hardware o de sistemas
físicos; también es asunto de ‘racionalidad técnica’ como
forma de pensamiento.
Ignacio
Pérez Blanquer
Académico
de Santa Cecilia
Salió publicado en el "Diario de Cádiz" el 13/06/2017.
ResponderEliminarRacionalidad Técnica