Releía esta mañana la cuarta carta de "Cartas desde mi celda" de Gustavo Adolfo Bécquer, se trata de una singular reflexión sobre la soledad y el aislamiento que siente el autor encerrado en su celda, cuando pasó un tiempo recluido voluntariamente, con su hermano Valeriano, en el Monasterio de Veruela en la provincia de Zaragoza. Bécquer nos describe esa extraña sensación de estar solo consigo mismo y cómo eso le ha permitido repensar sobre su vida y también sobre su obra. En esa carta también habla al lector sobre la importancia de la libertad y la necesidad de estar en contacto con la naturaleza.
Al poco rato, sin saber cómo, empezó a dar vueltas en mi cabeza la palabra "gentrificar", era como una maldita mosca que no podía espantar y tuve que dejar la lectura del libro.
"Gentrificar" es una palabra nueva en el diccionario ─o relativamente nueva─ en la versión on line del diccionario de la RAE se incorporó hace un par de años. Es un término urbanístico que se utiliza para describir un proceso de transformación en una ciudad en el que un barrio de bajos ingresos ─o deteriorado─ experimenta cambios como el aumento de la clase media o el desplazamiento de los residentes de bajo poder adquisitivo.
El término procede de la palabra inglesa "gentry", que hace referencia a la clase social alta o acomodada. La gentrificación suele ser el resultado de inversiones inmobiliarias en áreas urbanas que antes eran consideradas menos deseables. Estas inversiones pueden llevar a la renovación y construcción de viviendas, a la apertura de nuevos negocios, restaurantes o cafeterías, así como la mejora de las infraestructuras y servicios públicos en la zona. Pero no me cabe duda que el fenómeno de la gentrificación es complejo y puede variar en cada contexto urbano. Y no todos los cambios urbanos se pueden considerar como gentrificación, imagino que ─con frecuencia─ hay múltiples factores y fuerzas en este proceso.
Cierto es que la gentrificación puede traer beneficios, como la revitalización económica y la mejora de la calidad de vida en el área, pero también puede tener efectos indeseados. Uno de los principales problemas es el desplazamiento de los residentes originales, especialmente aquellos de ingresos muy limitados o pertenecientes a grupos minoritarios, que no pueden alcanzar los nuevos precios del alquiler o de la vivienda. La gentrificación también puede producir un aumento de las tensiones sociales y conflictos entre los nuevos residentes y los antiguos habitantes, debido a diferencias socioeconómicas y culturales...
Lo dejé ahí. Volví a la lectura de Becquer: «[...] pero ya que ha llegado la hora de la gran transformación, ya que la sociedad, animada de un nuevo espíritu, se apresura a revestirse de una nueva forma, debíamos guardar, merced al esfuerzo de nuestros escritores y nuestros artistas, la imagen de todo eso que va a desaparecer, como se guarda después que muere el retrato de una persona querida...»
Esto es creatividad y lo demás es tontería, me descubro ante mi amigo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias exagerado. Un abrazo.
EliminarMuy interesante aportación...¡como siempre en tu blog!👏👏👏👏
ResponderEliminarTiene una razón lógica que te viniera a dar vueltas en la cabeza (premonitoria mente) la palabra gentrificación. Entre el primer párrafo de la carta y el segundo se puede entrever el cambio, el antes y el después, e inevitablemente, te recuerdan las viejas fotografías de cómo eran las calles de las ciudades hace cincuenta años y cómo son en la actualidad.
ResponderEliminarGracias, Ignacio.Me ha encantado tu reflexión sobre la soledad, creatividad y contacto con la naturaleza. Y sobre todo la lectura de la Carta cuarta. Un abrazo.
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