No me cabe duda de
que se trata de una hermosa combinación, la música de W.A. Mozart y la pintura
de Vincent Van Gogh. Internet hace que tengamos todas estas cosas muy a mano y
que podamos compartirlas y disfrutarlas.
Es curioso observar
como nuestras costumbres, nuestras comidas, nuestras lecturas y, por supuesto,
nuestra cultura se va globalizando gracias a la red mundial, a Internet. Quizás
con los principios y valores no sucede un fenómeno paralelo, no obstante,
pensamos que es algo maravilloso ─desde nuestro punto de vista─ que lo
meramente local pueda establecer un dialogo amplio y enriquecedor con lo
global.
Posiblemente haya
quienes se lamenten de que todo esto pueda llevar a una pérdida de identidad
cultural pero esa es una batalla perdida y aunque se repite mucho la pregunta:
¿qué va a pasar con las identidades culturales?
Creemos que, a estas alturas, únicamente es posible una actitud de
colaboración y cooperación.
Desde luego que existe una resistencia a la
invasión, que viene de los que son muy celosos de sus tradiciones, oposición
que incluso podríamos calificar de heroica, pero el signo de los tiempos es,
irremediablemente, otro.
Es la ola, aquella de la que hablaba Alvin Toffler,
ola en la que navegamos o nos hundimos. Toffler decía: "... el [mundo]
no se ha extraviado en la insania y de hecho bajo el tumulto y el estrépito de
acontecimientos aparentemente desprovistos de sentido, yace una sorprendente
pauta, potencialmente llena de esperanza."
Por eso estamos aquí...
porque aún hay grandes esperanzas.