Hoy Takumi Kimura estaba muy
filosófico, está ─como todos estamos─ un poco harto de la situación. Él no
suele hablar de política española, dice que hablar de la política de un país
extranjero es una falta de respeto, pues no se tienen conocimientos suficientes
para juzgar todo aquello que ocurre. Comenta que ya le es muy complicado
hablar de la política del Japón y que hablar de España sería inadecuado por su
parte. Llegados a ese punto le pregunté:
─¿Hablamos de la
libertad?
─Sí, aunque a veces
el hablar de la libertad supone fricciones con la política. Podríamos hablar de
la vida y la libertad, ¿no te parece?
Hoy tomaba una
infusión muy oscura, no era su té verde habitual. Y le interrogué antes a ese
respecto:
─¿Qué tomas hoy? Veo
el vaso muy oscuro, ¿no es té verde?
─No. Hoy no es té, es
una infusión de “cola de caballo”, así decís por aquí. En Japón comemos los
brotes de esta planta en primavera como cualquier otro vegetal, el resto del
año la tomamos, a menudo, como infusión. Tiene muchas minerales y vitaminas.
─¿Y la tomas para
algo en particular?
─Sí, ya sabes que a
nuestras edades hay que cuidar los asuntos de la próstata y de la vejiga. En mi
país está recomendada para eso, aunque en realidad sus aplicaciones son
múltiples y se conocen desde la más remota antigüedad.
Cambié de tercio y dejé
caer la pregunta así:
─¿Vivir y ser más
libre?
Me respondió con su
laconismo oriental:
─Eso es vivir sin muchas
complicaciones ─hizo una pausa larga y añadió─: ¿Sabes qué es el “yo esencial”?
También le llamo “yo nuclear”
─He escuchado y leído
esa expresión del “yo esencial” pero no llego a comprenderla del todo. Esos
conceptos orientales ya sabes que son bastante complejos para nosotros.
─En mi país, y otros
del Extremo Oriente, se nos repite mucho que no nos pongamos etiquetas y digamos
cosas como: “Soy así” o “soy de aquella otra forma”. No cabe duda que cada uno
de nosotros desempeña roles diferentes en la sociedad en la que vivimos. Uno
persona es militar, otro es maestro y, otra, ama de casa. Y, claro, estos
distintos papeles que jugamos también son nuestro «yo». Pero en nuestro
interior existe otro “yo”, ese es el “yo esencial”.
─Entiendo pero, ¿cómo
es ese otro yo, ese “yo esencial”?
Se paró a pensar un
poquito como siempre suele hacer, después siguió hablando:
─Todos tenemos otro
yo en nuestro interior, es como otra versión de nosotros mismos, una versión más
íntima, más libre, más despejada y con un mayor potencial. Se trata del
verdadero protagonista de nuestra vida, es el “yo” real y auténtico que habita
en nuestro interior.
Quise que me aclarará
más la idea y le pregunté:
─¿Y siempre somos
conscientes de la existencia de ese “yo” interno?
Miró al vacío, tardó
unos segundos en responder:
─No. Me temo que muchas
veces no somos conscientes de él... Está ahí, pero debemos despertarlo...
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