jueves, 21 de mayo de 2020

Hablando con el lavabo roto

     Una niña de pocos años que estaba sentada en el escalón de una acera, jugaba con algunas piedras muy redondeadas y de colores distintos. Pasaban pocos automóviles y la puerta abierta de su casa se alcanzaba en pocos metros. A la derecha tenía un montón de escombros y sobre él había un lavabo roto que lanzaba los reflejos del sol que le incidían.
     Esas reflexiones de luz le daban en la cara y agitaba su mano tratando de espantar los rayos como si fuesen moscas.  Se acercó unos palmos a los cascotes sin levantarse, arrastrando sus pequeñas posaderas por la acera. Al llegar cerca del lavabo oyó una voz extraña que salía de allí y que exclamaba: «¡Sé muchas cosas, más de treinta años de experiencia!», la niña no se inmutó, mirando al lavabo con cara seria y labios apretados. «¿Experiencia en qué? ¿En lavar manos?, creo que eres un lavabo muy bobo», le contestó impávida. «No puedo reírme porque estoy muy roto, pero en tantos años hay mucho que ver, fíjate nada más en los cientos y cientos de pastillas de jabón que he tenido aquí, en la parte derecha», respondió el lavabo tratando de ser convincente. 


     La pequeña no se dejó amilanar: «No quiero saber nada de tus jabones ni de las manos que se han lavado en ti, no me interesa nada», levantó la voz al pronunciar las últimas palabras.
     Su mamá la llamó desde la puerta. Obediente, pero con lentitud, se dispuso a separarse de la pila de escombros. Oyó como le decía: «¡Estás hecha un asco llena de polvo! ¡Vete para el baño que ahora voy para allá!». Tomó carrera y entró en la casa.
     Cuando llegó arriba se puso delante del espejo y, desafiante, le espetó: «Tú eres el que de verdad sabes cosas, espejito, espejito». Y con autoridad impropia le ordenó: «¡Venga, empieza a contar!...»


3 comentarios:

  1. Me ha encantado el cuento Ignacio. ��
    Y el kintsugi. Nuestros cicatrices tienen mucho que contar Y es una costumbre muy bonita hacerlas destacar

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  2. Precioso cuento. Si las cicatrices, si los rotos hablaran...pero es mejor el buen pegamento.

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  3. Muy bonito cuento con una interesante doble lectura. Lo wue esvonde la fábula es algo muy importante. Ese lavabo roto se me aparece como esas mujeres muy mayores con su historia marcada en la cara pir sus arrugas.

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