Cuando
se llega a mi edad es grato tener un buen grupo de amigos, gente
sensata y normal que es lo más fructífero, pero también tiene uno
algunos amigos un poco extraños, raros.
Desde
los primeros tiempos de WhatApp tengo uno (lógicamente omito su
nombre) que firma comentarios y mensajes con el nombre de "Khanasxh",
que no sé qué significa, ni él me lo ha explicado nunca. Mis
contactos con Khanasxh no son muy frecuentes, una vez al mes diría
yo, y siempre por WhatApp porque odia "Facebook".
Hace
años me comentó que había leído todo lo que tenía que leer y que
únicamente dedicaba su tiempo al último libro de la Biblia, al
"Apocalipsis" de san Juan, que según él, es lo único que
vale la pena leer de todo lo escrito en el mundo. También, muy de
vez en cuando, me remite algunos versículos, no sé si en plan
ilustrativo o tienen algún mensaje interior que no acierto a
averiguar por mi torpeza bíblica.
Hoy
me ha enviado el que sigue, en amarillo sobre negro, lo he leído un
par de veces y da un poco de miedo, pero creo notar alguna relación
con el artículo que escribí el otro día en MIS COSAS: ¿Todo empezó con el "VeriChip"?
Como
muchos de vosotros estoy preocupado por la formación y la educación
de mis nietos en este curso que se nos presenta difícil. Estoy
buscando soluciones y tratando de ver cómo podría resolver ciertos
aspectos de su educación. Tengo ya algunas ideas y propuestas que pienso que
podrían ser muy interesantes.
Los
niños del mañana tienen que saber inventar, y la inventiva y los
juegos tienen muchas cosas en común. Los mejores inventores siempre
han tenido una componente lúdica... juguetona. Y los mejores jugadores son
también aventurados e inventivos. Creo que conocer estas conexiones
es muy significativo. La Web del "Smithsonian Institute",
llamada «Invention and Play», estudia las analogías entre la forma
de jugar de los niños y de los adultos y los procesos creativos de
los genios de la ciencia y la tecnología.
Como
podéis ver el asunto es muy importante, el JUEGO es uno de los
aspectos más importantes a tener en cuenta en la educación de
nuestros pequeños para este curso incógnita 2020/21.
¿Sabéis
una forma muy simple de estimular la inventiva?
Hay
un ejercicio formidable si se práctica con cierta frecuencia con los
niños, se trata de proporcionarles una viñeta sin palabras y hacer
que los chicos completen la historieta de una ─o varias─ maneras. Además, es sensacional ver en marcha imaginación de los pequeños, siempre con humor y alegría.
Lo
cierto es que los juegos están saliendo del mundo de la frivolidad y están ocupando un lugar importante en los negocios, en el trabajo,
en la enseñanza a todos los niveles y, por supuesto, en el bienestar
personal.
Hoy
me decía Briseida que esto va a marchas forzadas, que el coronavirus
lo está acelerando todo y nos van a llegar novedades insospechadas.
Continuó comentando cuestiones sobre las próximas vacunas y las
posibilidades de que llevasen un microchip añadido y que estábamos
a un corto paso de que la gente aceptará este mecanismo de control
insertado bajo su piel. Alarmado le pregunté:
─¿Tú
crees que de verdad llegaremos a eso?
─No
abundan las informaciones de cómo están los avances última hora en
este asunto, pero pienso que es cuestión de poco tiempo de que
convenzan a media humanidad, de la conveniencia y necesidad, de
implantarse un chip, o varios, para seguir sobreviviendo, y no pienso
que haya un levantamiento mundial contra estas intenciones del mando
“globalista”. Imagino que tú sabrás más que yo de lo que
pueden hacer estos aparatitos debajo de nuestro pellejo, ¿no?
─No
creas, estoy un poco parado en los tiempos del “VeriChip” ─le
respondí.
─Sí,
en teoría ese fue el comienzo ─apostilló Briseida.
Continué
recordando:
─Si
mi memoria no me engaña el “VeriChip” fue el pionero de los
implantes electrónicos en humanos que fue aprobado por la “Food and Drug Administration” de los Estados Unidos, creo que en el año
2004. Ya ha llovido mucho desde entonces y la tecnología no ha
dejado de avanzar, imagino que la versión del “VeriChip” actual
será un dispositivo de alta sofisticación. En realidad aquel
“VeriChip” era algo que ahora puede resultar casi infantil, un
pequeño dispositivo que podía contener informaciones relativas a su
portador humano, que le habían sido previamente grabadas. Esta
información podía recuperarse por un sistema de identificación por
radiofrecuencia (RFID).
─Ese
era igual que el que ahora se les pone a los perros y a los gatos,
¿no? ─preguntó mi amiga.
─Sí,
casi exactamente igual, el que se le pone a los animales ahora es más
pequeño que el “VeriChip” original que medía un poco más de 15
mm y dos o tres milímetros de grosor. Y del mismo modo cuando se
detecta la frecuencia con la que emite su radiofrecuencia respondía
dando un número de 16 dígitos que podía ser interpretado y
vinculado a la información existente en la base de datos de un
ordenador, ¿me explico?
─Más
o menos, entiendo. Lo que tenía era una clave que después se metía
en un ordenador y nos mostraba lo que el ordenador almacenaba
respecto del poseedor de esa clave.
─Pues
sí, así es. Lo has comprendido perfectamente ─le dije sonriendo.
Continué
diciéndole:
─La
tecnología simple RFID fue sustituida por la conocida por el
acrónimo NFC (“Near Field Communication”). Verás, se trata del
mismo componente que encontramos en las tarjetas “contactless”,
los teléfonos inteligentes, y en las pulseras de acceso a
determinados sitios. Actualmente, hay varios modelos en el mercado,
entre los que la única diferencia es el tamaño, por tanto la
capacidad de almacenaje, y la dificultad de la operación quirúrgica
para implantarlo.
─¿Y
tienen alguna utilidad práctica? ─preguntó escéptica.
─Creo
que no es mucha porque no hay demasiados servicios que permitan su
uso, hay lugares en donde se pueden utilizar para acceder al
transporte público, al lugar de trabajo o para abrir cerraduras
electrónicas compatibles con el dispositivo. Probablemente de aquí
a unos años haya muchas novedades en todo esto.
Briseida
se paró un momento a pensar, y después de unos segundos de
reflexión añadió:
─Pero
esto que me dices, es la superficie, la espuma de la cerveza, ¿y lo
que hay debajo?
─Sí,
desde luego, esto es lo que sabemos que es muy poco, cabe pensar que
en todo el mundo habrá laboratorios y centros muy bien
subvencionados, con enormes recursos, que estarán muy avanzados en
estos temas. Incluso llego a pensar que esto de las tecnologías RFID
y NFC es un juego de niños.
Esta
mañana temprano (parece que Briseida y Kimura se empeñan en no
dejarme dormir más tarde de las 7:00 h) ya tenía en pantalla a mi
amigo Takumi Kimura diciéndome que retrasa su viaje a España, que
tenía previsto llegar sobre la segunda semana de septiembre, pero
que por una serie de asuntos, que no me explicó, no podrá arribar
aquí hasta mediados de octubre; eso si todo sigue los cauces
previstos, que tampoco sé cuáles son.
Dijo
que está muy interesado en mis conversaciones con Briseida y que
tiene muchas ganas de conocerla, así que me invita a viajar con él
a Alemania para conocerla. Me reí un rato con sus ocurrencias, le
respondí que Alemania está ya muy lejos para mí y que no se me
apetece viajar a tanta distancia. Por supuesto que me contestó
rápido que 3.000 km no son nada, que eso es un corto tramo de los
kilómetros que hace él en cualquier mes del año. Después le
pregunté:
─¿Cómo
ves tú, como japonés, eso del "Globalismo" y el Nuevo Orden Mundial
que parece que se está gestando?
Me
dio una larga, e informada, respuesta:
─En
estos asuntos los japoneses no somos muy diferentes al resto de los
habitantes del planeta. Hay gente totalmente convencida, como
Briseida; hay, también, mucho escéptico que prefiere pensar en que
las cosas del mundo no son tan complicadas, que el tejido en que se
desenvuelve el mundo es como el de siempre, que las cosas cambian,
sí, pero muy poco a poco. Aunque creo, que como todo lo que sucede
en el mundo se va complicando cada vez más y el panorama cada vez es
más complejo, el porcentaje de los escépticos va disminuyendo a
gran velocidad. En mi país hay ya mucha gente que ve el "Globalismo" como la ideología que será predominante en un futuro más o menos
próximo, otros lo ven más bien como un conglomerado de ideologías,
con el fin de establecer un dominio mundial. Por cierto, ahora que
hablábamos de Briseida, que vive en Baviera, recuerdo que por allí
se fundó la organización de los “Iluminatis”, ¿no?
Le
interrumpí muy brevemente para decir:
─Sí,
en 1776, creo que la motivación de esa secta era la de instituir un
“Novus Ordo Seculorum”, ¿era así?
─Correcto,
querían establecer el nuevo orden de los siglos. La fundación la
llevó a cabo, en ese año que has mencionado, en el siglo XVIII, un
jesuita judío-alemán llamado Adam Weishaupt. Todo esto ha dado lugar a
mucha literatura, aunque parece ser que ésta ha sido, o es, no lo
sé, la más grande y extendida de las conocidas como “sociedades secretas”. En Japón han existido siempre “sociedades secretas”,
la del “Dragón Negro”, la del “Dragón Blanco”, la
“Genyōsha” y muchas más, pero su ámbito no ha estado nunca
mucho más allá de nuestra frontera natural que es el mar.
─Todo
esto asusta un poco, ¿no? ─contesté quedo.
─Sí,
es cierto, pero hay mucho que desconocemos, ¿no es posible que los
“Iluminatis” del XVIII hayan evolucionado y sean los
“Globalistas” de ahora?
─No
sé, pero se me han quitado las ganas de hablar ahora con Briseida.
Hoy
martes me ha llamado Briseida muy temprano, bueno, para ella las
horas no existen, ella siempre está en plena efervescencia; no sé
cómo lo consigue. Estaba muy eufórica y después de unos “buenos
días” muy rápidos me dijo:
─¿Has
visto Twitter esta mañana?
─¿Cómo
voy a ver Twitter si me acabas de despertar? ─contesté con un
indudable tono somnoliento.
─Pues
mira lo que acaba de escribir un periodista prestigioso y poco
proclive a las mal denominadas teorías conspirativas: «Lo afirmo
con rotundidad y pongo en juego el prestigio que haya acumulado en mi
vida como informador: "El Covid-19 es un arma de guerra cuyos
dos objetivos son cambiar el mundo para hacerlo más totalitario y
lograr la hegemonía en el planeta"». ¿Qué te parece?
─Pues
me parece que esa frase va en la dirección de lo que tú defiendes y
dices, ¿no?
─Es
cierto, no nombra ni la palabra “globalismo” ni tampoco al Nuevo
Orden Mundial, pero creo que está implícito en la corta frase, ¿es
así?
─Sí,
sí, yo lo veo de esa forma ─dije, sin estar seguro de estar
despierto.
─Te
lo he comentado para que entiendas que no estoy tan lejos de lo que
piensa ya mucha gente a lo largo y ancho de este mundo.
La
vi sonreír. Le respondí:
─Pero
aún no me has aclarado mucho, te liaste con el asunto del cártel
médico-farmacéutico y no me has ilustrado mucho más. Las veces que
hemos hablado de esto siempre me has dejado un poco “in albis”.
¿No podrías explicarme un poco más ordenadamente?
Apretó
los labios un poco mirando a su teclado. Después, levantó otra vez
la mirada y de cara a la pantalla me dijo:
─Tú
sabes como soy. Desordenada, y voy a saltos en todo, pero prometo que
te aclararé todo lo que pueda todos estos temas.
La
interrumpí:
─Por
cierto, ¿quién es el periodista que ha dicho la frase que antes me
citaste?
─¡Ah,
sí! Se trata de Francisco Rubiales, escritor y periodista con un
currículum impresionante. Ya hace años que está jubilado pero sigue
muy combativo desde su 'blog' y desde las redes sociales. Lo sigo
desde hace tiempo, sus comentarios políticos no tienen desperdicio,
aunque a veces discrepo en algo de ellos. Pero, en general, tiene más
razón que un santo, como tú dices.
─Sí,
claro, sé quien es. Gaditano-sevillano, nacido en el pueblo-puerta
de la Sierra de Cádiz, en Villamartín. Y fue Director de
Comunicación de la Expo 92, de Sevilla, ¿no? Este señor debe de estar muy bien informado y seguro que tiene canales insospechados... Yo también suelo leer
muchos de sus escritos y también tengo leídos dos de sus libros.
Se
levantó y la vi dirigirse a una estantería que tenía detrás y que
se veía un poco por la pantalla del ordenador. Regresó con un papel
en blanco en la mano y añadió:
─La
gente de Cádiz sois una raza extraña, ya hace tiempo que lo
percibí, ¿será que tenéis algo de la genética perdida de los
hombres tartésicos?
─¡O
de los Atlantes! ─le contesté con una carcajada.
─Voy
a apuntar en este papel lo que te debo contar, con orden y concierto,
sobre el NOM y el Globalismo. Mañana empezamos, ¿vale?
Según
mis cálculos este artículo lo escribí en 2010, ¡ya hace diez
años! ¡Qué barbaridad! ¡Es asombroso ver cómo pasa el tiempo!
Paloma Albarrán es ya una pintora muy hecha, pero siempre ─y
constantemente─ en evolución. Día a día nos enriquece con nuevas
creaciones y dominio de técnicas. Sus pinceles y colores han
madurado mucho desde entonces. Aunque hay algo que permanece como un
invariante en su arte y es una enorme ─y apabullante─ pasión, incluso pintando unos inocentes pollitos.
«Bendita sea la paleta por el
placer que ofrece; […] es en
sí misma una “obra”, más hermosa,
en realidad que muchas obras.»
Vasili Kandinsky
Dotada
para el color
El
color es puro misterio que se rebela en contra de su definición, es
pura experiencia personal, subjetiva, que en la intimidad de la mente
juega con la luz y el objeto que recibe. No es región de fácil
conquista, territorio ilimitado de fronteras rotas, quizás situado
en algún lugar en donde las ciencias y las artes confluyen. Las
formas no existen por sí mismas ─ni para sí mismas─ y
sólo expresan su existencia mediante brillos, ambiente, tonos... y
por la luz que las inunda. En la obra de Paloma Albarrán no se pinta
la forma, ella cubre el lienzo de luces y sombras, más luces que
sombras, con ellas genera una acción creativa y las formas aparecen
y se manifiestan; emergen, como actores de un escenario, que
trasmiten al publico que las contempla, todo un cúmulo de
sensaciones.
La
luz y el color son herramientas que utiliza con soltura aunque, a
nuestro juicio, debe avanzar más en el estudio de la obra para crear
más interdependencia entre las formas, los objetos y las figuras y
evitar la falta de relación del conjunto en su integridad. Quizás
también ─nos atrevemos a adivinar─ que en la obra de Paloma
Albarrán existen algunas añoranzas no asumidas de las maneras
representativas clásicas con lo cual se produce una peculiar
hibridación entre esas añoranzas representativas y las exigencias
de un arte formal volcado en
los propios problemas estéticos, color, composición, etc.
Su
pintura ─aunque se trate del “Cristo de los Estudiantes” como
en este caso─ está fuera de contenidos doctrinales, su
intencionalidad se expresa en el deseo de abarcar la luz y no la
forma, de “impresionar” en la forma más pura. Paloma ama
el impresionismo, en todos sus trabajos se
desenvuelve en él, pero no rehuye, y pone su atenta mirada, en
el arte puramente conceptivo.
Paloma
A., probablemente, nos irá sorprendiendo cada vez más con su gran
capacidad para observar, analizar y pintar lo que ella “ve” y no
lo que cree ─o sabe─ que es, aquello en lo que posa su
escrutadora mirada de artista.
Indudablemente
el coronavirus ha trastornado nuestra vida y seguirá generando más
estropicios, posiblemente ya nada pueda seguir siendo igual por mucho
empeño que le pongamos. Sigo con mucho interés todo lo relativo al
comienzo del nuevo curso y el tema de cómo se tienen que educar los
niños y jóvenes a partir de ahora; es un asunto de vital
importancia. Mis primeras impresiones es que se está intentando
crear una coraza protectora, y no cabe duda de que la protección es
imprescindible, pero crear la mentalidad de que eso es lo único es
un error; no podemos convertir los centros escolares en bunkers, las
medidas no pueden ser únicamente de seguridad sabiendo que la
seguridad jamás podrá ser del cien por cien. Se debe ir más allá,
hay que hacer profundas modificaciones en el sistema.
Esta
mañana releía el estupendo libro de Stefan Zweig titulado "El mundo de ayer" y hay un párrafo en el que me he detenido un
rato; es el siguiente: «Porque, si he de ser sincero, toda mi
época escolar no fue sino un aburrimiento constante y agotador que
aumentaba de año en año debido a mi impaciencia por librarme de
aquel fastidio rutinario. No recuerdo haberme sentido "alegre y
feliz" en ningún momento de mis años escolares monótonos,
despiadados e insípidos que nos amargaron a conciencia la época más
libre y hermosa de la vida,...»
Este
pequeño trozo me hizo pensar que si en esta situación se siguen
reforzando los tópicos de la enseñanza anterior a la pandemía, no
ganaremos nada y no daremos ningún paso adelante. Evidentemente un
cambio, de la magnitud que entreveo, debe ser muy complejo, pero hay
que empezar creando conciencia de la necesidad de ese profundo
cambio. El sistema educativo está sumergido en tradiciones
obsoletas que no le permiten reaccionar y adaptarse a la situaciones
complejas; la adecuación al confinamiento fue muy deficitaria,
dependiendo más de la motivación y el interés del profesorado que
de un verdadero plan integral, y lo mismo parece que sucede frente al
nuevo curso.
Sin
duda no estábamos preparados para un cambio tan brusco, la enseñanza
tiene que mutar, transformarse. Aunque decidir en qué modo y manera
y de cómo articularla, sea una cuestión peliaguda.
Repito,
conservar el sistema de enseñanza actual convirtiendo los centros de formación en cajones cerrados y herméticos es una inmensa equivocación, si no
queremos que nuestros niños y jóvenes recuerden sus años escolares
con el tremendo dolor que lo hacía Stefan Zweig.
Nuevas formas de aprender y enseñar a partir de la pandemia
He
estado tres días sin poder hablar con Briseida, en estos tiempos las
hojas del almanaque caen muy deprisa, los días vuelan. Probablemente
eso tenga alguna relación con la llamada “infobesidad”, ¿no
habéis escuchado nunca este término? Según sé, se trata una
palabra acuñada en el año 1970 por el escritor, sociólogo y
futurólogo Alvin Toffler en su libro “El Shock del Futuro” que
se refiere a la situación de poseer ─y tener que digerir─ una
enorme cantidad de información para tomar decisiones o, incluso,
para estar medianamente informado sobre un cierto tema. La
“infobesidad” es un sinónimo de la palabra “infoxicación”
que en realidad quiere decir sobrecarga informativa. Seguro que
debería investigar más para demostrar esa hipótesis, pero tengo el
total convencimiento de la existencia de una estrecha relación entre
la percepción del rápido paso de los días y la “infobesidad”.
Decía
esto, entre otras cosas, porque Briseida tiene un potencial enorme
para suministrar información. Esta mañana, cuando apenas habíamos
cruzado las palabras de saludo, enseguida me dijo:
─¿Te
acuerdas que en nuestra charla anterior estuvimos hablando del
periodista Jon Rappoport?
─Claro,
desde luego, no he podido olvidarlo ─respondí.
─Pues
mira te he encontrado un párrafo de él que me parece muy
significativo. Te lo leo: “El objetivo primordial del cártel
médico-farmacéutico es someter a cada persona de la Tierra a un
sistema ininterrumpido, continuo, de diagnóstico y medicación,
desde que nace hasta que se entierra. Se trata de convertir a cada
persona, en primer lugar, en un paciente médico. Y acondicionar de
este modo a cada individuo para que obedezca ordenes”. ¿Lo
captas? ─terminó preguntando.
Contuve
la respiración unos largos segundos y le dije:
─No
sé... ¿Me quieres decir que él ve vínculos entre esa sumisión y
los objetivos de un presunto cártel médico-farmacéutico a nivel
planetario?
─¡Exactamente!
─exclamó. Ese es el punto central que se oculta detrás de la
medicina: la obediencia, la sumisión. ¿Alguna vez te has fijado en
lo que nos hacen pensar sobre los médicos desde que somos niños?
Nos inducen a creer que los médicos lo saben todo, que no debemos
dudar de nada de lo que nos digan ni interrogarnos sobre lo que
deciden y hacen.
Intenté
frenarla un poco preguntándole:
─¿No
es todo eso un poco conspiranoico?
─Comprendo
que digas eso, ya te comenté el otro día que eso es lo que desean los
“globalistas”, marginarnos, considerándonos conspiradores e
individuos de alocados criterios. Pero me gustaría que vieses ahora
todo lo de pandemia con cierta perspectiva ─añadió Briseida.
─¿Sugieres
que todo eso está detrás de la pandemia y del coronavirus?
No
contestó directamente pero añadió:
─Mira,
si de verdad deseamos que la libertad sea una realidad, tenemos que
contemplar toda la sociedad con perspectiva y en su conjunto e
intentar averiguar cuál es la procedencia de nuestros
condicionamientos y restricciones. O dicho de otro modo, debemos
conocer en dónde se originan las maniobras de hipnosis con las que
nos enredan la mente.
─En
teoría tienes razón pues ahí es donde los mecanismos de control
mental son más intensos, ¿no?
─¡Perfecto!
¡Eso es! ─exclamó con su sonrisa perenne.
Y
luego comentó:
─Ten
muy presente que los médicos son elementos decisivos y esenciales
que nos llevarán al Nuevo Mundo, al Nuevo Orden.
Hizo
un movimiento y se salió de la pantalla, regreso en unos segundos y
me dijo:
─Mañana
u otro día seguiremos hablando, ahora debo irme a Rosenheim para
unos asuntos. Adiós.
Ya
no pude decirle nada más, me dejó con la palabra la boca y un poco
confundido; deberé reflexionar más en todo esto.
Apagué
el ordenador recogiendo papeles y aparatos con lentitud. Me quedé
pensando que si se consigue que los individuos sean manejables en un
cierto ámbito, esa docilidad puede contagiarse a otras áreas; de
tal manera que la gente puede habituarse a una continua obediencia en
todo los aspectos de la vida...
Mi
amiga Briseida se debe de levantar muy temprano, esta mañana me
llamó unos minutos después de las siete. Aún somnoliento escuché
sus disculpas porque ayer se tuvo que marchar con prisas y no pudo
seguir charlando conmigo. Le contesté ─como pude─ que el tema
que estábamos tratando me parecía apasionante y que estaba deseando
seguir hablando de todo eso. Y no sé cómo me salió, pero le
pregunté si todavía seguía esquiando. Escuché sus risas y me
respondió que ya no estaban sus huesos en condiciones de resistir
una caída; que la nieve le encantaba y desde sus ventanas veía las
montañas cuando se volvían blancas, pero que ya no esquiaba. Me
dijo que algunas veces siente una necesidad perentoria ─e
irresistible─ de subir a la montaña y se marcha allá con algunos
amigos, pero que ya no se puede poner los esquís.
Luego
comentó que estaba aterrada con lo que sucedía en España, que aquí
sólo se hablaba del coronavirus y poco más. Me explicó que había
visto algo una televisión y escuchado algunas emisoras de radio y
todo era coronavirus. Entonces me preguntó:
─Jon
Rappoport, es un periodista de investigación norteamericano, fue
nominado hace años al premio Pulitzer.
─¿Tiene
algo que ver con el “globalismo”, el “NOM” y todo eso? ─le
pregunté poniendo cara de sorpresa.
No
tardó en su respuesta ni un segundo, diciéndome:
─Rappopot
ha sido amenazado de muerte en varias ocasiones por sus
investigaciones sobre un presunto fraude en la industria farmacéutica
norteamericana. Sus dudas comenzaron cuando leyó un trabajo,
publicado en el año 2000 en el Boletín de la “American Medical Association”por la Dra. Barbara Starfield. El artículo se
titulaba: “¿Es la salud de los Estados Unidos realmente la
mejor del mundo?”. La doctora Starfield afirmaba que el sistema
sanitario de los Estados Unidos mataba a 225.000 personas al año, de
las que 106.000 morían por la acción de medicamentos que estaban
homologados por la FDA (“Food and Drug Administration”).
─¡Eso
es muy fuerte! ─exclamé.
─Sí,
sin duda ─afirmó Briseida─. Los resultados de las indagaciones
de Rappoport, daban que la FDA había aprobado la utilización de
medicamentos a las empresas farmacéuticas, sabiendo que eran
tóxicos. Es muy relevante el caso de los laboratorios Merck, único
fabricante autorizado por la FDA para vender la vacuna contra la
parotiditis (paperas) en los EE.UU. En el 2010 dos virólogos que
habían trabajado para los laboratorios de Merk presentaron una
demanda contra empresa.
─¿Entonces
falseaban datos para que pareciese eficaz su vacuna contra la
parotiditis?
─Sí,
eso mismo. Las ventas totales de ese medicamentos supusieron más de
27.000 millones de dólares de beneficios. Ten en cuenta que esa
vacuna fue aprobada hace casi 60 años.
─Bueno,
¿y eso que tiene qué ver con el “globalismo”?
Briseida
sonrió con la certeza de que me estaba sorprendiendo mucho con sus
planteamientos:
─Mira,
desde la visión “globalista”, esto tiene un significado claro:
para que estas maniobras malvadas salgan adelante, la población de
un país, o la del mundo, debe ser sometida a un estado incondicional
de obediencia. Jon Rappoport está seguro de que hay lazos de unión
entre esta obediencia sumisa y los objetivos generales de la Agenda
Globalista en conexión con una especie de mafia, un cártel,
médico-farmacéutico a nivel mundial. ¿Tan difícil lo ves?
─No
lo veo difícil, creo que es así. Pero es duro ver la realidad. Te
contaré una pequeña historia. Yo tenía un colega y amigo ─un
tipo tremendamente racional y lógico─ que había visto levitar a
una persona varias veces. Él juraba y perjuraba que era verdad, que
había visto al individuo levitar y estaba totalmente convencido de
ello. Entonces le pregunté, “¿esto no cambia en nada tus
creencias?” Y él me contestó: “Prefiero no creer en lo que, sin
ninguna duda, he visto. Así no tengo que replantearme mis creencias
y cambiar mi vida”. ¿No nos pasa un poco eso a todos?
Mi
amiga se quedó pensativa sin perder la sonrisa. Luego añadió:
─Sí,
sin duda. Es muy difícil agarrar el báculo y lanzarse al camino...
Hace
mucho tiempo que no tenía una conversación con mi amiga Briseida y
no la veo desde hace unos doce años aproximadamente. Ella es
española, de Valencia concretamente, aunque vive en un lugar precioso
de Alemania desde tiempo inmemorial, el pueblo se llama Aschau im
Chiemgau, aunque todo el mundo lo conoce por Aschau, está en
Baviera, cerca de los Alpes. No sé por qué motivo los padres le
pusieron de nombre Briseida, que en alemán es Briseis. Parece que
este extraño nombre viene de la mitología griega.
Si
tuviese que definir a mi amiga con una sola palabra, diría que es
“dulce” y añadiría que en su cara siempre tiene posada una
sonrisa. Estudió sociología, aunque creo que no trabajó nunca de
socióloga y se dedicó, durante gran parte de su vida, al
periodismo. Ahora cuida con mimo especial las flores de su jardín,
lee con unas gafas pequeñas de vista cansada y pertenece a un sin
fin de asociaciones a las que los alemanes son tan aficionados;
incluso está en una que a mí me hace mucha gracia: “Asociación
de hablantes de español”. Imagino que en ese grupo ella será la
número uno, pues su español es tan brillante y rico que podrá
ayudar a los demás eficazmente.
Lo
que yo no sabía era que en los últimos años se ha
convertido en una estudiosa del “Globalismo” y de todo lo
relativo al denominado “Nuevo Orden Mundial” (NOM). Y sé que
también escribe y da charlas sobre asuntos relacionados con todo
eso.
Hoy
hemos retomado una comunicación perdida durante varios años y nos
hemos prometido ─con firmeza─ no volver a cortarla. Hemos
charlado y contado nuestras peripecias, le he hablado (¡Cómo no!)
de mis nietos y me ha invitado a ir a pasar unos días a Aschau. Le
he dicho que no tengo valentía para enfrentarme a esos viajes y ella
me ha comentado que le pasa igual y que piensa que jamás volverá a
ver España.
Después
le he sacado el tema que le gusta preguntándole:
─¿Eso
del “globalismo” y el “NOM” no es una de las llamadas teorías
conspirativas o conspiranoicas?
Contestó con rapidez:
─Existe
un gran interés en situarlo como una teoría conspiratoria y se
gasta mucha energía y mucho dinero, muchísimo, en desacreditar a
los que creemos que se está gestando un nuevo orden mundial de
espaldas a la ciudadanía. Creo que cada día hay más gente
concienciada de la realidad de la Agenda Globalista, que entiende que
un pequeño grupo de personas con una enorme cantidad de poder y de
dinero está actuando a lo largo y ancho del planeta para implantar
un único estado de control.
Escuché con mucha atención a través de la pantalla del ordenador y
le dije:
─Realmente
con tantas guerras contra el terrorismo, con los desastres climáticos
que nos asolan, con los estados de alarma, con las pandemias y tanta
desolación sobre el futuro de la economía, no es de extrañar que
se piense en alguna mano oculta detrás de todo. Me pregunto cómo lo
harán, suponiendo que esa mano, o esas manos existan.
No
lo pensó mucho y añadió:
─Los
métodos herramientas de las que se valen son múltiples, y van desde
sus formas más conocidas y sin disfraz oficial, como la ONU, la OMS,
y el FMI, a las instituciones más misteriosas y ocultas como el Club Bilderberg, el Club de Roma o el CFR (Council on Foreign Relations). Y, por supuesto, casi todas las fundaciones de
algunos de estos multimillonarios que están detrás de la Agenda
Globalista. ¿No te suenan fundaciones como el Instituto Tavistock o
la Open Society?
─¿La
de George Soros?
─Exacto,
la de Soros.
No
pudo seguir hablándome, Briseida se tenía que marchar y me dejó un
tanto atónito, prometiéndome que mañana seguiremos hablando de
todo esto.
Esta
mañana me explicó Kimura, que está ─de paso─ en Manila, que ha
dado unos buenos paseos para conocer algo la ciudad y los
alrededores. Dijo que tenía interés de ver algo de los vestigios
españoles que quedaban por allí, se informó al respecto en el hotel
donde se hospeda. Le indicaron que fuese a la orilla sur del río
Pásig en donde se encuentra la ciudad colonial, Intramuros, fundada
en 1571 y que contiene todavía ejemplos curiosos de la arquitectura
española del siglo XVII, junto a una muralla que la rodea cuya
construcción se inició en 1590. De todas formas va a estar allí
muy poco tiempo, dice que hace demasiado calor y abundante lluvia en
agosto. De todos modos reconoce que para él Manila no es una ciudad
incómoda; me decía ─entre risas─ que una población de poco más
de millón y medio de habitantes es algo perfectamente soportable.
También
mencionó que ha visto bastante televisión (por las lluvias
excesivas) aunque sin entender muy bien lo que decían los programas
y noticiarios. A él le fascina analizar el lenguaje corporal de la
gente y, sobre todo, el de los políticos, dice que todos los
políticos aparentan creer en algo en lo que de verdad no creen, o
simular ser un tipo de personas que en realidad no son.
Comentó
que antes de la existencia de la radio, la mayor parte de la
comunicación era por escrito y así los políticos que no eran
buenos oradores ─o que simplemente eran feos─ podían tener éxito
si insistían lo suficiente y escribían textos convincentes. La
época de la radio permitió la celebridad de gente con un gran
dominio de la palabra, como Sir Winston Churchill, que hablaba
formidablemente bien, aunque que ─quizás─ no hubiese tenido gran
éxito en este mundo tan visual de ahora.
Le
dije que a mí me parecía que los políticos actuales están
convencidos de que la política consiste en la imagen y el aspecto, y
que, seguro, que los políticos de más alto nivel tienen a su
disposición asesores personales del lenguaje de los gestos que y eso
les permite hacer creer que son personas sinceras, preocupadas por
los demás y honestas, especialmente cuando no lo son.
En
fin... Lo sabemos. Los políticos emplean mucho tiempo simulando,
ocultando, evitando, mintiendo, falseando y usando toda clase de
pantallas de humo para conseguir sus metas.