Hoy
martes me ha llamado Briseida muy temprano, bueno, para ella las
horas no existen, ella siempre está en plena efervescencia; no sé
cómo lo consigue. Estaba muy eufórica y después de unos “buenos
días” muy rápidos me dijo:
─¿Has
visto Twitter esta mañana?
─¿Cómo
voy a ver Twitter si me acabas de despertar? ─contesté con un
indudable tono somnoliento.
─Pues
mira lo que acaba de escribir un periodista prestigioso y poco
proclive a las mal denominadas teorías conspirativas: «Lo afirmo
con rotundidad y pongo en juego el prestigio que haya acumulado en mi
vida como informador: "El Covid-19 es un arma de guerra cuyos
dos objetivos son cambiar el mundo para hacerlo más totalitario y
lograr la hegemonía en el planeta"». ¿Qué te parece?
─Pues
me parece que esa frase va en la dirección de lo que tú defiendes y
dices, ¿no?
─Es
cierto, no nombra ni la palabra “globalismo” ni tampoco al Nuevo
Orden Mundial, pero creo que está implícito en la corta frase, ¿es
así?
─Sí,
sí, yo lo veo de esa forma ─dije, sin estar seguro de estar
despierto.
─Te
lo he comentado para que entiendas que no estoy tan lejos de lo que
piensa ya mucha gente a lo largo y ancho de este mundo.
La
vi sonreír. Le respondí:
─Pero
aún no me has aclarado mucho, te liaste con el asunto del cártel
médico-farmacéutico y no me has ilustrado mucho más. Las veces que
hemos hablado de esto siempre me has dejado un poco “in albis”.
¿No podrías explicarme un poco más ordenadamente?
Apretó
los labios un poco mirando a su teclado. Después, levantó otra vez
la mirada y de cara a la pantalla me dijo:
─Tú
sabes como soy. Desordenada, y voy a saltos en todo, pero prometo que
te aclararé todo lo que pueda todos estos temas.
La
interrumpí:
─Por
cierto, ¿quién es el periodista que ha dicho la frase que antes me
citaste?
─¡Ah,
sí! Se trata de Francisco Rubiales, escritor y periodista con un
currículum impresionante. Ya hace años que está jubilado pero sigue
muy combativo desde su 'blog' y desde las redes sociales. Lo sigo
desde hace tiempo, sus comentarios políticos no tienen desperdicio,
aunque a veces discrepo en algo de ellos. Pero, en general, tiene más
razón que un santo, como tú dices.
─Sí,
claro, sé quien es. Gaditano-sevillano, nacido en el pueblo-puerta
de la Sierra de Cádiz, en Villamartín. Y fue Director de
Comunicación de la Expo 92, de Sevilla, ¿no? Este señor debe de estar muy bien informado y seguro que tiene canales insospechados... Yo también suelo leer
muchos de sus escritos y también tengo leídos dos de sus libros.
Se
levantó y la vi dirigirse a una estantería que tenía detrás y que
se veía un poco por la pantalla del ordenador. Regresó con un papel
en blanco en la mano y añadió:
─La
gente de Cádiz sois una raza extraña, ya hace tiempo que lo
percibí, ¿será que tenéis algo de la genética perdida de los
hombres tartésicos?
─¡O
de los Atlantes! ─le contesté con una carcajada.
─Voy
a apuntar en este papel lo que te debo contar, con orden y concierto,
sobre el NOM y el Globalismo. Mañana empezamos, ¿vale?
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