martes, 11 de agosto de 2020

Kimura en Manila


     Esta mañana me explicó Kimura, que está ─de paso─ en Manila, que ha dado unos buenos paseos para conocer algo la ciudad y los alrededores. Dijo que tenía interés de ver algo de los vestigios españoles que quedaban por allí, se informó al respecto en el hotel donde se hospeda. Le indicaron que fuese a la orilla sur del río Pásig en donde se encuentra la ciudad colonial, Intramuros, fundada en 1571 y que contiene todavía ejemplos curiosos de la arquitectura española del siglo XVII, junto a una muralla que la rodea cuya construcción se inició en 1590. De todas formas va a estar allí muy poco tiempo, dice que hace demasiado calor y abundante lluvia en agosto. De todos modos reconoce que para él Manila no es una ciudad incómoda; me decía ─entre risas─ que una población de poco más de millón y medio de habitantes es algo perfectamente soportable.
     También mencionó que ha visto bastante televisión (por las lluvias excesivas) aunque sin entender muy bien lo que decían los programas y noticiarios. A él le fascina analizar el lenguaje corporal de la gente y, sobre todo, el de los políticos, dice que todos los políticos aparentan creer en algo en lo que de verdad no creen, o simular ser un tipo de personas que en realidad no son.
     Comentó que antes de la existencia de la radio, la mayor parte de la comunicación era por escrito y así los políticos que no eran buenos oradores ─o que simplemente eran feos─ podían tener éxito si insistían lo suficiente y escribían textos convincentes. La época de la radio permitió la celebridad de gente con un gran dominio de la palabra, como Sir Winston Churchill, que hablaba formidablemente bien, aunque que ─quizás─ no hubiese tenido gran éxito en este mundo tan visual de ahora.
     Le dije que a mí me parecía que los políticos actuales están convencidos de que la política consiste en la imagen y el aspecto, y que, seguro, que los políticos de más alto nivel tienen a su disposición asesores personales del lenguaje de los gestos que y eso les permite hacer creer que son personas sinceras, preocupadas por los demás y honestas, especialmente cuando no lo son.
     En fin... Lo sabemos. Los políticos emplean mucho tiempo simulando, ocultando, evitando, mintiendo, falseando y usando toda clase de pantallas de humo para conseguir sus metas.


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