He
estado tres días sin poder hablar con Briseida, en estos tiempos las
hojas del almanaque caen muy deprisa, los días vuelan. Probablemente
eso tenga alguna relación con la llamada “infobesidad”, ¿no
habéis escuchado nunca este término? Según sé, se trata una
palabra acuñada en el año 1970 por el escritor, sociólogo y
futurólogo Alvin Toffler en su libro “El Shock del Futuro” que
se refiere a la situación de poseer ─y tener que digerir─ una
enorme cantidad de información para tomar decisiones o, incluso,
para estar medianamente informado sobre un cierto tema. La
“infobesidad” es un sinónimo de la palabra “infoxicación”
que en realidad quiere decir sobrecarga informativa. Seguro que
debería investigar más para demostrar esa hipótesis, pero tengo el
total convencimiento de la existencia de una estrecha relación entre
la percepción del rápido paso de los días y la “infobesidad”.
Decía
esto, entre otras cosas, porque Briseida tiene un potencial enorme
para suministrar información. Esta mañana, cuando apenas habíamos
cruzado las palabras de saludo, enseguida me dijo:
─¿Te
acuerdas que en nuestra charla anterior estuvimos hablando del
periodista Jon Rappoport?
─Claro,
desde luego, no he podido olvidarlo ─respondí.
─Pues
mira te he encontrado un párrafo de él que me parece muy
significativo. Te lo leo: “El objetivo primordial del cártel
médico-farmacéutico es someter a cada persona de la Tierra a un
sistema ininterrumpido, continuo, de diagnóstico y medicación,
desde que nace hasta que se entierra. Se trata de convertir a cada
persona, en primer lugar, en un paciente médico. Y acondicionar de
este modo a cada individuo para que obedezca ordenes”. ¿Lo
captas? ─terminó preguntando.
Contuve
la respiración unos largos segundos y le dije:
─No
sé... ¿Me quieres decir que él ve vínculos entre esa sumisión y
los objetivos de un presunto cártel médico-farmacéutico a nivel
planetario?
─¡Exactamente!
─exclamó. Ese es el punto central que se oculta detrás de la
medicina: la obediencia, la sumisión. ¿Alguna vez te has fijado en
lo que nos hacen pensar sobre los médicos desde que somos niños?
Nos inducen a creer que los médicos lo saben todo, que no debemos
dudar de nada de lo que nos digan ni interrogarnos sobre lo que
deciden y hacen.
Intenté
frenarla un poco preguntándole:
─¿No
es todo eso un poco conspiranoico?
─Comprendo
que digas eso, ya te comenté el otro día que eso es lo que desean los
“globalistas”, marginarnos, considerándonos conspiradores e
individuos de alocados criterios. Pero me gustaría que vieses ahora
todo lo de pandemia con cierta perspectiva ─añadió Briseida.
─¿Sugieres
que todo eso está detrás de la pandemia y del coronavirus?
No
contestó directamente pero añadió:
─Mira,
si de verdad deseamos que la libertad sea una realidad, tenemos que
contemplar toda la sociedad con perspectiva y en su conjunto e
intentar averiguar cuál es la procedencia de nuestros
condicionamientos y restricciones. O dicho de otro modo, debemos
conocer en dónde se originan las maniobras de hipnosis con las que
nos enredan la mente.
─En
teoría tienes razón pues ahí es donde los mecanismos de control
mental son más intensos, ¿no?
─¡Perfecto!
¡Eso es! ─exclamó con su sonrisa perenne.
Y
luego comentó:
─Ten
muy presente que los médicos son elementos decisivos y esenciales
que nos llevarán al Nuevo Mundo, al Nuevo Orden.
Hizo
un movimiento y se salió de la pantalla, regreso en unos segundos y
me dijo:
─Mañana
u otro día seguiremos hablando, ahora debo irme a Rosenheim para
unos asuntos. Adiós.
Ya
no pude decirle nada más, me dejó con la palabra la boca y un poco
confundido; deberé reflexionar más en todo esto.
Apagué
el ordenador recogiendo papeles y aparatos con lentitud. Me quedé
pensando que si se consigue que los individuos sean manejables en un
cierto ámbito, esa docilidad puede contagiarse a otras áreas; de
tal manera que la gente puede habituarse a una continua obediencia en
todo los aspectos de la vida...
Me gusta el relato, pero me pone los vellos de punta, no había entrado nunca en este tipo de consideraciones y podrían ─podrían─ ser ciertas; ya no nos podemos fiar de nada. Un abrazo.
ResponderEliminarPues a mí no me extrañaría ver un día a algún presidente de gobierno, con un fonendo al cuello, con bata blanca y con una jeringa goteando, diciéndonos que tenemos que arrodillarnos ante él y obedecerle sumisamente. Y, además, contándonos el cuento de que los burros vuelan.
ResponderEliminarEl inexistente "Comité de Expertos" con el que Sánchez nos bombardeaba los fines de semana era una prueba de lo que dice Briseida. Se supone que ese falso "Comité" estaba formado por sabios especialistas en virología, epidemiología, medicina social, etc... Sin embargo, Sánchéz, utilizaba a los médicos, y a la medicina, para continuar en el 'estado de alarma' que era lo que verdaderamente le interesaba. El caso de la utilización política de Fernando Simón tiene la misma lectura.
ResponderEliminarMe ha encantado el escrito. Gracias.