Leía ayer, en varios medios de prensa, noticias sobre el bombardeo cruel a Kiev. Casi cien misiles con bastante potencial destructivo y justificados por Putín ─y sus más directos secuaces─ llamándolo operación “proporcional” de respuesta al intento de demolición del puente de Crimea.
Luego pensaba en cómo se veía desde España ─y qué veían los españoles de a pie─ el arranque, el preludio, de las dos guerras mundiales, primera y segunda, por aquellos entonces.
Aunque se están recibiendo oleadas de problemas de esa guerra allá en la esquina, sobre todo económicos. Nuestra posición parece ser la de espectadores impasibles, y la de que todo nos cae lejano y pasajero. La impresión es que estamos desafectos, volcados en lo nuestro e intentando mirar, subrepticiamente, para otro lado.
Impávidos. Ahora recuerdo las palabras de Adolf Hitler referidas a la "División Azul". Hitler calificó a aquellos españoles como una cuadrilla de andrajosos; una especie de ejercito de tipos inconmovibles, valientes e indisciplinados que desafiaban a la muerte. Aunque reconocía, eso sí, que a los soldados alemanes les reconfortaba mucho tener cerca a los españoles en las trincheras.
¿Impávidos aún?, ¿ante todo y por todo? ¿Sabemos dónde estamos?, ¿adónde vamos?...
Me gusta, porque es la realidad, eso, y así somos.
ResponderEliminarComo los españoles nos hemos pasado tantos siglos de peleas y guerras, es posible que llevemos ya incrustado en el ADN una especie de aviso o advertencia, y quizás por eso intentamos mirar hacia otro lado, nuestro organismo se defiende así de lo que puede venirnos de esa esquina que nombras.
ResponderEliminarTiene mucha razón Arthur Miller, las guerras destruyen el espíritu humano, a más guerras menos espíritu humano y más locura y más muerte. La guerra siempre llama a más guerra.
ResponderEliminarPerdón, es Henry Miller.
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