No creí que tuviese que escribir estas líneas sobre el Covid, mi Covid. Esto es como ese accidente que pensamos que a nosotros nunca nos puede suceder. Pero lo agarré (o me agarró él, esa duda la tendré siempre).
Era un miércoles por la noche, en la barra de un bar cercano a casa con una cerveza por delante, una conversación intrascendente con un contertulio. Alguien dijo algo gracioso y mi amigo sentado a la izquierda comenzó a reír a carcajadas fuertes, le miré ─un poco asombrado─ y tuve una extraña visión. La risa era compulsiva y me pareció que dentro de la cabeza tenía un “alien” o una bola viva que pugnaba por salir por alguna parte y le provocaba abultamientos repugnantes que se desplazaban de un lugar a otro, miré la boca deforme y de dientes rotos, podridos, negros y marrones. En un último instante lo rodeó una envoltura de colores lóbregos y todo volvió a ser real.
Por la noche, en la cama, me interrogué sobre esta extraña alucinación casi instantánea sin saber darle ninguna explicación; terminé achacándola a que había leído esa mañana, con mucha atención, un artículo de neurociencia sobre las relaciones del Covid con el Sistema Nervioso Central (SNC) en algunos procesos. Es curioso que los primeros meses de 2020 ya se publicaron en el mundo más de cuatro mil artículos científicos sobre el coronavirus, y en únicamente quince de ellos se hablaba de los posibles efectos neurológicos. Esto nos podría causar alguna extrañeza debido a que los siete tipos de coronavirus conocidos por su efecto en el ser humano, algunos presentan cierto tropismo, o tendencia a atacar al SNC. Más en detalle: cefaleas, mareos, mialgias, anosmia o dificultades en el olfato, ictus, epilepsia y encefalopatías varias.
Sin embargo sabemos que en los primeros días se realizó un estudio con 214 afectados por coronavirus en Wuhan y se comprobó que un alto porcentaje de ellos había sufrido cefaleas, mareos y fatigas. Entonces se dieron las siguientes cifras: el 36,4% presentó algún tipo de complicación neurológica en el SNC; el 24,8% en el sistema nervioso periférico, y cerca del 11% a nivel musculoesquelético. El estudio también señalaba acerca de los casos de encefalopatía o disfunción cerebral transitoria, diciendo que se diagnosticaron alteraciones del nivel de conciencia en un 15% de los casos, acompañados de deterioro cognitivo y edema cerebral en la mayoría de ellos.
Estaba convencido de que aquella noche no iba a dormir bien. Me pregunté con gran inquietud si ya tenía encima el coronavirus.
Al día siguiente, el jueves, casi no me acordaba de nada de todo esto... Hasta por la noche.
Lo siento mucho no sabía nada. Supongo que ya se encuentra bien y en negativo.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Ohhh vaya, ese amigo te lo pasó.
ResponderEliminarEsperemos que los síntomas sean mínimos y rápidos.
A mejorarse...
¡Vaya! ¡Te tocó!
ResponderEliminarMe encanta que de esa experiencia saques un artículo de neurociencia y nos cuentes esos detalles interesantes. Espero que ya estés muy recuperado. Un abrazo.