viernes, 20 de mayo de 2022

Un caso excepcional: Phineas Gage


      Así lo prueba el famoso caso de Phineas Gage, un capataz del ferrocarril al que, en 1848, una pieza de hierro de dos pies le atravesó los lóbulos frontales cuando estalló la carga explosiva que estaba colocando. Pese a que Gage conservó su inteligencia tanto como su capacidad para moverse, hablar y ver, experimentó otros cambios profundos. Se hizo imprudente y falto de previsión, impulsivo, irreverente; ya no podía hacer planes o pensar en el futuro; y para aquellos que lo habían conocido antes, «ya no era Gage». Se había perdido a sí mismo, la parte más central de su ser, y (como sucede con todos los pacientes con daños severos en los lóbulos frontales) él no lo sabía.

      El caso de Phineas Gage lo estudian todos los neurocientíficos del mundo, y debido al mismo conocemos cuáles son las funciones de la corteza prefrontal del cerebro.

      Hasta es momento ─y hasta bastante tiempo después─ la corteza frontal del cerebro se consideraba una estructura sin ninguna función; de hecho, se denominaba “corteza” porque se pensaba que su función se limitaba a eso, a proteger otras estructuras del cerebro profundo, y que no servía para nada más… ¡Era un craso error!

      Este caso está considerado como una de las primeras pruebas científicas que sugerían que una lesión del lóbulo frontal podía alterar aspectos de la personalidad, la emoción y la interacción social. 

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