La calle Luna estaba
ayer llena de gente; aunque no sé si decir que estaba llena de humanos o repleta
de teléfonos móviles. Hubo un instante que en un pequeño segmento de mi
trayecto pude contar a diez personas de las cuales nueve de ellas estaban atadas
al dichoso dispositivo mirando con mucha atención a la pantalla. No me cabe
duda, y posiblemente casi todos ustedes estén de acuerdo, que estamos ante una
intoxicación masiva: la intoxicación de móvil.
Parece que nos cuesta
una enormidad dejar el móvil quieto y parado, creo que eso no puede ser
beneficioso para nadie. Hay expertos en estudios sobre estas cuestiones que aseguran
que el abuso de la tecnología puede conducir a aumentar la sensación de
soledad, a la depresión y a la ansiedad crónica e, incluso, a la disminución de
alguna de nuestras capacidades psíquicas como la concentración. A esto también
podemos añadir las carencias que se generan de interacción personal y a la
adicción o dependencia que provoca el hecho de que casi no nos permite levantar
la cabeza para apreciar una mirada afable o una palabra cariñosa, o disfrutar
de lo que nos circunda.
En realidad las
plataformas como YouTube y las redes como Facebook, Instagram o Twitter están perfectamente
diseñadas para crear adictos, a nadie se le oculta el hecho de que las grandes
tecnológicas compiten entre ellas para captar ─en exclusiva─ nuestra atención.
Ya hay una palabra para denominar este fenómeno:
«NOMOFOBIA».
Triste realidad mundial... desde niñitos, ahora, los hacen adictos al móvil, con el objetivo de que los hijos estén quietos y no molesten ... Los padres de familia o cuidadores, promueven esta masiva adicción. ��
ResponderEliminarTriste, muy triste pero es una realidad hoy día creo que sin vuelta atrás.
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