Hay una bonita leyenda atribuida a Confucio
que me encanta. Dice que un día el gran
sabio chino Confucio sorprendió a uno de sus alumnos discutiendo con una abeja.
El asunto de la disputa era el número de estaciones que había en un año.
Mientras que el discípulo de Confucio sostenía que había cuatro, la abeja se
empeñaba en afirmar que solo eran tres. El maestro percibió cómo la ira invadía
el corazón de su alumno, le interrumpió y dijo a la abeja:
─Está en lo cierto, señora abeja, un año
solo tiene tres estaciones. Mi alumno aún es un ignorante, voy a educarlo, ya
puede marcharse.
Satisfecha, la abeja se alejó tan
contenta. Fuera de sí, el discípulo se puso a gritar:
─¡Primavera, verano, otoño e invierno!
Sabe perfectamente que son cuatro estaciones. Maestro, ¿por qué me ha
desautorizado delante de la abeja?
Confucio miró circunspecto a su discípulo
y le dijo:
─Ya sabes que los insectos mueren en otoño
debido al frío, por lo tanto, no conocen el invierno ni sirve de nada intentar
explicárselo. He puesto fin rápidamente a la disputa porque he notado que te
estaba afectando demasiado. Prefiero que reserves tu energía para discusiones
más relevantes.
Realmente es bueno aceptar
que hay cosas que únicamente nosotros comprendemos y que eso nos sirve de protección.
Cuánta verdad encierra esa leyenda y qué sabio el maestro. La experiencia es una tenue lámpara que sólo ilumina al que la lleva. Genial.
ResponderEliminarA la cama, en estos momentos césped de la piscina, no me iré sin leer leerte otra vez!!!
ResponderEliminarBuenas las enseñanzas de Confucio. Muy didáctico. Nos transmite un gran mensaje.
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