martes, 20 de agosto de 2019

Y algo de Mafalda...


     Leía esta mañana en una página Web argentina (TodoHistorietas) el siguiente párrafo sobre Mafalda que me pareció excelente para repetir aquí:
     «Mafalda es una nena terrible, simpática y atrevida, que vive en la Argentina de mediados de los 60 y principios de los 70. Es nacida de una típica familia de Buenos Aires (porteña) de clase media. Esta niña, como todas, tiene una familia y unos amigos que forman su pandilla. Va a la escuela y, en verano, cuando le salen las cuentas a su papá, va de vacaciones. Pero Mafalda no es una niña como otra cualquiera. Humilde y comprometida con las etnias, le preocupa el mundo y no entiende como los adultos pueden llevarlo tan mal. Es famosa en el mundo entero por la gracia de sus preguntas, la inocencia de su mundo y la altura de sus ideales. Luchadora social incansable, emite manifiestos políticos desde su sillita con una inocente falta de inocencia. Puede decirse que es una revolucionaria más allá del lápiz y el papel. A través de Mafalda y su entorno, su autor, Quino (Joaquín Salvador Lavado), reflexiona sobre la situación del mundo y las personas que en él vivimos.»
     Mafalda nos suele hablar de los “cambios”. A mí también me gusta hacerlo; suelo repetir con frecuencia ─y pesadez─ que los cambios son insoslayables, están a cada paso que damos. Pero, igual que el cambio es inevitable y perenne, en nuestras manos está progresar, mejorar y adaptarnos a los cambios de la mejor manera posible.
     Todos los seres humanos debemos aprender a navegar en este escenario universal cambiante. A veces tendremos que enfrentarnos a temporales, eso es indudable, los vientos y el mar no van a ser siempre favorables pero ─no lo olvidemos─ que lo que estará siempre bajo nuestro control es que siempre mostremos la mejor versión de nosotros mismos en cada instante.
     Mafalda lo tiene claro también, el cambio, el paso del tiempo, es inevitable, tenemos que aprender a aceptarlo. Es algo que está fuera de nuestras posibilidades de control, es así y no hay otra. Y en el universo cambiante es necesario que sepamos evolucionar y mejorar porque esas son las más inequívocas señales de estar vivo. ¿No?


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