A mi amigo Kimura hay
cosas que le perturban mucho, por ejemplo hablar de la soledad. Si sale este asunto
en una conversación intenta evitarlo y zanjarlo lo más pronto posible; me da la
impresión que su cara le cambia. En el Japón actual, el tema de la soledad de la gente ─sobre todo de los mayores─ tiene dimensiones preocupantes. Él asume esta
realidad y dice que esto se arreglará más pronto o más tarde, también suele
añadir que ellos son una civilización nueva (que no joven) y que su incorporación
a los tiempos actuales en poco tiempo les ha traído algunos problemas, que hay
cosas que se han dejado atrás de mala manera. La soledad es de los conflictos a
los que todavía no han sabido darles solución, él piensa que es un atolladero en el
que están metidos y aún no saben muy bien qué hay que hacer para resolverlo.
Hace días me
comentaba que el problema tiene su origen en el derrumbe del sistema
tradicional de familia, y por ese motivo han crecido el aislamiento y la
soledad. Decía que en tanto que la población de las grandes ciudades aumenta,
las personas están cada vez más aisladas, porque no existe ni la familia amplia
tradicional ni tampoco una comunidad local real. Y también que todo esto está
contribuyendo a la baja natalidad que se ha disparado.
Como ya he dicho a
Kimura no le gusta hablar de esto y, en cuanto pudo, se metió en consideraciones
lingüísticas respecto a las diferencias de significado de la palabra “soledad”
en Oriente y en Occidente. Dibujó un precioso ideograma de cómo se escribía la
palabra “soledad” en japonés y en chino (kanji):
Después me hizo notar
que “soledad” en su idioma viene a expresar la idea de incomunicación, de
obstrucción, de derrumbarse, de caer... de morir.
No quise insistir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario