Me contaba mi amigo Kimura que, con
frecuencia, entre los alumnos novatos de Tai-Chí, hay uno que pregunta respecto
al tiempo que se necesita para aprender este arte marcial. Y dice que la
respuesta de cualquier maestro (que suele estar cargada con un poco de sorna)
suele ser parecida a: “No tengo ni idea, pero cuando perciba que ya lo he
aprendido, te lo diré sin falta”.
El Tai-Chí es un aprendizaje que dura toda
la vida. Los grandes maestros no han dejado de aprender hasta el final de sus
días. Y aquí hay una gran verdad: cuanto más aprendes, más te das cuenta de
todo lo que no sabes. Por lo tanto, hay que tenerlo muy claro: nunca llegaremos
a un estado en el que podamos decir “ya domino el Tai-Chí”. Y aquel que
lo haga, que sepa que con esa postura atenta contra uno de los principios
fundamentales del taoísmo; la humildad. Y esa humildad es la que nos ha de dar impulso para seguir aprendiendo, aprendiendo y aprendiendo, y a no dejar nunca de
aprender.
Me
contó después la leyenda del alumno que quería correr mucho en su aprendizaje,
la historia cuenta que una vez un joven se acercó a un venerable maestro de un
arte marcial y le preguntó:
─Maestro, ¿durante cuánto tiempo necesito
entrenar y practicar para ser el mejor luchador de todo el país?
El maestro le respondió:
─No menos de diez años.
Sorprendido por la respuesta, el joven
insistió:
─Es demasiado tiempo. ¿Y si practico el
doble de tiempo que los demás alumnos?
─Entonces veinte años ─respondió ahora el
maestro.
─¿Y si pongo en ello todo el ardor, el
ansia y la fuerza, y si entreno día y noche y ni siquiera paro a comer o
dormir? ─inquirió de nuevo el impulsivo joven.
─Entonces tardarás treinta años ─contestó
impertérrito el maestro.
Ante esa última respuesta, el novicio ya
no pudo contenerse:
─Maestro, ¿cómo puede ser que a cada
esfuerzo extra que digo que haré me respondéis que me llevará más tiempo
cumplir mi sueño?
─Es así porque cuando alguien tiene un ojo mirando exclusivamente a un objetivo, le queda, únicamente, el otro ojo para para encontrar el camino ─esa fue la
rotunda respuesta.
Esta historia, muestra de manera ejemplar
toda la paciencia, dedicación y concentración que requiere el aprendizaje de un
arte como el Tai-Chi.
Muy buen artículo... me encantó como se ejemplifica la importancia de la Paciencia... Humildad y Perseverancia en la vida. En el pensar, sentir y hacer.
ResponderEliminarTambién en el decir.
ResponderEliminarLa paciencia es la madre de todas las ciencias, con ella, se puede conseguir todo, pero es una cualidad que no siempre se tiene. Puedes tenerla un día, y al siguiente no, solo en escasas ocasiones somos pacientes.
ResponderEliminarEs verdad, la impaciencia es corrosiva y muy tóxica, lo digo por experiencia personal.
ResponderEliminarCada día me gusta más este Kimura, cuánta paz te transmite cuando habla.
ResponderEliminarQue buen mensaje. No hay que preocuparse por llegar a la meta sino disfrutar el camino.
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