domingo, 12 de enero de 2020

Charlando de Iberismo

     El Diccionario de la lengua española define el Iberismo como la «doctrina que propugna la unión política o el mayor acercamiento de España y Portugal». En el siguiente artículo ─que recupero aquí─ de ENCUENTROS EN LA ACADEMÍA (375) también continué con este interesante tema.

   El tema salió por casualidad, alguien comentó algo de mi artículo “Mirando hacia el Oeste” e iniciamos una conversación en torno al asunto del “iberismo”. Uno de los contertulios muy versado en historia nos habló ─un poco para situarnos─ del célebre «Tratado de Tordesillas» que data de 1494, en éste Castilla y Portugal firman un tratado que dividía el océano Atlántico en dos partes por medio de una raya trazada de polo a polo, a algunas millas al oeste de las islas de Cabo Verde, quedando el hemisferio oriental para la Corona de Portugal y el hemisferio occidental para la Corona de Castilla. De esta forma los Reyes Católicos y el rey Juan II de Portugal acuerdan los límites de las conquistas futuras que podrán realizar los dos estados en el mundo recién descubierto. Este tratado presentaba algo novedoso, se trata de que por primera vez se creaba una frontera que partía tanto el mar como la tierra, y además generaba una nueva concepción de partición territorial que determinó la actual configuración de la América del Sur. Nos comentó que este famoso tratado ─a su juicio─ era el punto de partida de partida del iberismo. A lo que otro de los amigos respondió rápido:
     ─O fue el punto de partida del “no-iberismo”, ¿no os parece?
     Otro amigo, que suele tener planteamientos más radicales, dijo:
     ─¿Qué queréis que os diga? De verdad que creo que el iberismo como concepto está muy bien, y que una idea buena, pero estás ideas, repito, en principio buenas, suelen ser manejadas por individuos, o grupos, que tienen otras intenciones y otros proyectos, que nada tienen que ver con el iberismo, y cuya pretensión es la de imponer una forma muy concreta de organizar la sociedad y forzar a la gente contra sus intereses, todo ello desde puntos de vista bastante totalitarios. A mí, este tema, me pone en posición de “verlas venir”.

     A Jorge le suelen llamar el “Sr. Depende”, porque es corriente que empiece cualquier intervención con esa palabra; él explicó:
     ─Opino que todo depende mucho del tipo de fusión o unión, ¿se trataría de una simple anexión? Eso me huele que no podría ser, ni tendría mucho sentido. Por otra parte España es una monarquía constitucional y Portugal es una república, ¿quién tendría que dejar de ser lo que es? ¿Portugal se tendría que hacer monárquica? ¿España convertirse en república? Eso plantea problemas que, según mi punto de vista, son bastante amplios. Eso sin contar a los catalanes y a los vascos. De todos modos creo que la unión Portugal-España podría abarcar otros aspectos menos traumáticos o complejos. Ya digo… todo depende de cómo se vaya a realizar esa unificación. Sin duda que habría muchos aportes beneficiosos. Por ejemplo, la importancia, económica, social y política, de esa nueva “Iberia” aumentaría bastante tanto a nivel europeo como mundial. Habría un efecto sinérgico que haría “Iberia” fuese mucho más influyente que España y Portugal yendo por separado. Creo que el peso de Iberia en la Comunidad Europea sería, al menos, el mismo que ahora tienen Italia o Francia.
     María había escuchado muy atenta las palabras de Jorge y añadió:
     ─Pienso que lo que dice Jorge es muy sensato, pero mi pensamiento es más pragmático… creo que mucho más práctico. Por ejemplo, España y Portugal son de los productores más importantes del mundo, no sé la clasificación exacta, de vino, de aceite de oliva y de corcho. ¿No se podrían poner de acuerdo en todo lo relativo a estos tres productos agrícolas? También está el tema del turismo. La Iberia podría ser la más puntera del mundo como destino turístico, ¿no sería maravilloso unir esas dos potencialidades de cada país en una sola? O imaginaros que se unen las industrias marítimas? ¿No sería la mayor del mundo?, poco le faltaría, ¿no?
     Julio suele introducir siempre alguna nota de humor entre las intervenciones de cada tertuliano y acertó en decir:
     ─La dificultad para hacer esas fusiones parciales o sectoriales, que dice María, imagino que sería algo complicado y difícil. Habría que hacer, por lo menos, cincuenta tesis doctorales sobre el asunto.
     Después de unas sonrisas, Julio continuó hablando:
     ─Desde luego, entre los dos, tendríamos varios miles de kilómetros de costa para la pesca y para todo lo vinculado a ella, sería algo verdaderamente grandioso. Hemos de tener en cuenta que el poderío histórico de ambos países siempre ha estado ligado al mar.
     Emilio nos sorprendió a todos exclamando:
     ─¡Yo tengo una receta mágica para empezar a construir la Iberia!
     Todos nos quedamos mirándolo con cara interrogativa.
     ─¡Sí! ─afirmó rotundo─. ¡Yo tengo la solución! Pero os la diré en la próxima tertulia que hagamos, ahora me tengo que ir.
     Con inusitado brío y muchas carcajadas se levantó de la silla y se despidió diciendo:
     ─¡Pagadme el café!
Ignacio Pérez Blanquer
Académico de Santa Cecilia

Artículos anteriores sobre "Iberismo": 
Y al Oeste... Portugal

No hay comentarios:

Publicar un comentario