La mentira y la
política siempre han ido de la mano, hay testimonios de ello de hace muchos
años. Sin necesidad de irnos más atrás, Nicolás Maquiavelo postulaba hace
quinientos años que: “La política no tiene relación con la moral”. En la
actualidad, en la política, la verdad ha sido sepultada y la mentira y la
falsedad han subido a lo alto del pódium.
Lo realmente
preocupante es que estamos viviendo unos momentos en los que se enaltecen la
mentira y el engaño a todos los niveles, creándose así un ambiente putrefacto
de corrupción con poca vuelta atrás porque indefectiblemente nos lleva a un
quebranto social en todos sectores.
De este maridaje política-mentira
se ha escrito mucho, ¿recuerdan a Jonathan Swiff, el autor de “Los Viajes de Gulliver”? Él nos dejó un librito muy interesante titulado: “El arte de la mentira política”, pero entonces la mentira política no tenía las dimensiones
que hoy posee. El
célebre filósofo francés Jacques Derrida define nuestro mundo como el de la "entronización de la mentira absoluta y definitiva". No va a ser nada
fácil (en caso de que sea posible), darle la vuelta a este estado de cosas por
medios democráticos. Estamos metidos dentro de un movimiento de retroceso en lo social, en
lo económico, en lo político y, por supuesto, en lo ético. El tan cacareado
“progreso” no es más que el que se refiere a lo tecnológico, a la información y a
la comunicación social, que, tarde o temprano, tendrá “efectos secundarios”
nada agradables.
Sería necesario llevar
las actuaciones políticas a un nivel más alto y persistente de veracidad y
credibilidad y eso debería obligar a erradicar la mentira, pero...
¿Quién le pone el
cascabel al gato?
El asunto de las mentiras en política es verdad que es de grandes dimensiones y que ya uno no se puede creer nada que venga de un político. Y lo peor del caso es que aquel que cuenta un embuste asume un duro trabajo, porque estará obligado a inventar veinte mentiras más para mantener (si es que puede) la "verdad" del primer embuste que contó; y así, la cadena de mentiras se hace interminable. En esas estamos y hay gente que no quiere verlo, en fin...
ResponderEliminarIgnacio, quizá, como frase última, te venga mejor la del versículo 22:15 del "Apocalipsis" de San Juan: «Afuera están los perros, los hechiceros, los inmorales, los asesinos, los idólatras y todo el que ama y practica la mentira.»
ResponderEliminarLa cambiaré en unos minutos, gracias por la sugerencia, tu frase es mucho mejor. Un abrazo cordial.
EliminarLa verdad es que mientras el único objetivo de los políticos sea acaparar y mantener el poder, o perseguirlo, y vivir del erario público mejor que el resto de los ciudadanos, la política y la mentira seguirán siendo una misma cosa.
ResponderEliminarCreo que lo verdaderamente inteligente sería que desarrollásemos la capacidad de no fiarnos de los que nos han mentido una vez, pero somos bastante ingenuos y siempre chocamos con la misma piedra.
ResponderEliminarVerdaderamente la mentira esta presente en todo aquello con lo que convivimos. Con la política por supuesto, pero tambien en la Publicidad, en el Comercio, en la Sanidad, en la Educación {Enseñanza) o en el Arte. La mentira se ve como algo normal, nadie se avergüenza de mentir y menos wue nadie, los políticos. Es una vergüenza.
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