jueves, 30 de enero de 2020

Hoy me levanté físico


     ¿Sabéis una cosa?... Hay días en los que me levanto “físico”. No he indagado si en otras profesiones sucede igual, no sé si un ingeniero hay días que se levanta “ingeniero” o un carpintero se levanta por la mañana con la sensación de ser “carpintero” con sierras, martillos, gramiles, escofinas, cepillos y garlopas pululando alrededor de su mente. Quizás ─no lo sé─ sea más fácil pensar que un historiador se despierte alguna mañana en plena Edad Media.
     Me ocurre, sí. Hay días en los que me levanto de la cama “físico” y entonces es como si estuviese moviéndome en la realidad de una manera diferente. Muchas veces el fenómeno comienza con una ecuación, esa ecuación me asalta y ya no me la puedo sacar de la cabeza. Otros días me invade, por ejemplo, la entropía y pienso en la “entropía de las civilizaciones” o cómo anda España de entropía.
     Hace unos pocos días me sucedió con la conocida “Ecuación de Dirac” que dicen que es la más bella de la Física y también se conoce como la “Ecuación del Amor". ¿No os parece hermoso que exista una ecuación del amor? Pues esa es la ecuación de Paul Dirac que, aunque tiene unas cuantas representaciones distintas, una de las más conocidas es la siguiente:

     ¿Y qué nos dice esta ecuación?
     Pues nos dice algo así: «Si dos sistemas (e intentemos entender sistema de una forma amplia) interactúan entre ambos durante un cierto tiempo y después se separan, será posible describirlos como dos sistemas diferentes, distintos, pero de una forma sutil y misteriosa siguen siendo un sistema único en “espíritu”, y todo lo que le sucede a uno de ellos le sigue ─también─ afectando al otro; incluso aunque se hallen a distancia de kilómetros o de años-luz».
     ¿No os suena a algo así como el AMOR?
     Pero esto puso de cabeza abajo a los físicos (a los de entonces y a los de ahora). ¿Cómo era posible transmitir una señal instantáneamente a un sistema que puede estar al otro extremo del universo?
     Einstein se mostraba incómodo con esta idea, le era difícil imaginar un infinito número de conexiones cuánticas en un universo con otro infinito número de partículas que “hablan” con sus parejas distantes.
     Pero es lo que es. El universo es un colosal sistema cuántico que aún estamos muy lejos de comprender.



4 comentarios:

  1. Pilar Nacarino Moreno30 de enero de 2020, 17:06

    La verdad es que me ha encantado, no porque haya entendido algo, porque como buen físico que eres, usas palabros y términos que no entiendo. Pero enseguida después de leerlo, me ha venido a la imaginación lo maravilloso que es soñar, y yo que soy muy soñadora, suelo inventar situaciones en las que efectivamente hablo con gente a las que he querido y quiero, algunas, ya ni existen, pero se que ellas me escuchan y me sienten de alguna manera. Ay Señor, como nos hemos levantado hoy. Sigue escribiendo, que me encanta.

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  2. Juan M. Mayor Herrera30 de enero de 2020, 21:43

    Soy un apasionado de la divulgación científica, me leo todo lo que sale pero no se encuentran a menudo buenos escritos de divulgación como éste, que mezcla la literatura y la ciencia de un modo extraordinario. Me gustaría leer más artículos así. Mi enhorabuena y gracias.

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  3. No entiendo mucho de física. No es mi fuerte, pero me ha encantado como pueden interactuar dos sistemas diferentes que habiendo estado juntos se separan. Es curioso el resultado.

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  4. Não entendo nada de física, nunca entendi mas sempre fico cheia de encantamento ao imaginar essas conexões quânticas e seus desdobramentos, continue falando sobre isso e tenho esperança de um dia vir a entender mais,não me falta vontade de saber, mas faz falta alguém como vc que fala disso de forma que até uma criança entende.

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