Creo que en casi todo
el mundo se sabe, y las células de los habitantes están impregnadas de ello, que
los errores pueden ser tan buenos profesores como el éxito. Pero eso es excepto
en España, y se trata de una de las tragedias del “Spain is different”. Ya lo
he comentado aquí alguna otra vez; somos el único país del mundo en donde
existe una rebeldía innata ─y secular─ hacia el aprendizaje de lo que sea, e
incluso he conocido a más de una persona que se vanagloriaba de haber decidido ─en
determinado momento de su vida─ no aprender nada más, ni una simple
receta de cocina.
Como bien dice Miquel Giménez en su artículo «¿Aprenderemos de todo esto?», salir de la pandemia del coronavirus tendría que suponer también una vuelta a la racionalidad, a la limpieza democrática, a escapar del cubo de basura en el que se han convertido nuestras instituciones, repletas de ineptos y sinvergüenzas. Si no es así, será que seguimos siendo capaces, dramáticamente capaces, de no haber aprendido nada de esta terrible situación. Y es que la transformación tiene que ser el resultado final de todo aprendizaje.
Como bien dice Miquel Giménez en su artículo «¿Aprenderemos de todo esto?», salir de la pandemia del coronavirus tendría que suponer también una vuelta a la racionalidad, a la limpieza democrática, a escapar del cubo de basura en el que se han convertido nuestras instituciones, repletas de ineptos y sinvergüenzas. Si no es así, será que seguimos siendo capaces, dramáticamente capaces, de no haber aprendido nada de esta terrible situación. Y es que la transformación tiene que ser el resultado final de todo aprendizaje.
Lo que dices es totalmente cierto, Ignacio. Ser inculto es triste y lamentable pero vanagloriarse de ello es vergonzoso y lamentable.
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